Acultzingo.- Ahí está el resultado de lo que el inepto secretario de Seguridad Pública del Gobierno de Veracruz, Jaime Téllez Marié y todo el “Gobierno del Cambio” hicieron sin planeación ni prospectiva. Llegaron a correr a todos los que formaban la Fuerza Civil en el Estado, integrada por miembros de una unidad de élite y exGafes del Ejército (Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales) que ganaban en ese entonces 10 mil pesos de base, más 14 mil pesos por indicadores de bonos.
A este cuerpo policial, el prepotente yunismo les quitó los indicadores y su trabajo, y por eso emigraron a otros Estados para seguir trabajando como policías especializados y los sustituyeron por gente sin preparación ni adiestramiento que, al final, hasta rateros salieron.
¡Ese es el Gobierno del Cambio que había prometido Yunes! ¡Llegaron a descomponer lo que tenían estructurado como Fuerza Civil en el Gobierno de Duarte!
Ahora el pueblo tiene más autoridad que el propio Gobierno y por ello se dan casos como el ocurrido ayer en Acultzingo, con la evidencia de que quienes nos deben proteger andan robando y entonces, el pueblo tuvo que actuar como policía y hacer el trabajo que no hacen las instituciones oficiales, a quienes les pagamos con nuestros impuestos.
Y para colmo, los Derechos Humanos lo único que han logrado es que ahora la Policía no pueda enfrentar a los delincuentes, porque enseguida le fincan responsabilidades penales al policía y entonces el delincuente, paradójicamente, ya tiene más poder con la Ley de su lado y es el malandro quien detiene al policía y el gendarme se debe dejar, porque si lo confronta ¡lo meten a la cárcel!
Por citar un ejemplo de la autoridad y el orden policial: en EU, si un presunto delincuente se niega a ser detenido o enfrenta a la Policía y no le obedece, los agentes pueden disparar a matar, porque están autorizados por el Estado, ya que la Ley protege al policía en sus funciones; en cambio, aquí en México, debido a las contrariedades y confusiones de la Comisión de Derechos Humanos, los cuerpos policiales tienen incluso miedo de actuar en flagrancia ante la interminable cifra de muertos y asaltos registrados en estos fatídicos tiempos, en la región y en todo el Estado.