Por: Armando FUENTES AGUIRRE / columnista
Llegó cuando no lo esperaba y me dijo:
– Soy el buen entendedor.
No le entendí. Seguramente notó mi desconcierto, pues explicó enseguida:
– Habrá oído usted el refrán que dice: “Al buen entendedor pocas palabras”. Yo soy el buen entendedor. Pero sucede que a mí me gustan mucho las palabras, y sufro porque me dan muy pocas. Preferiría ser mal entendedor.
Le dije:
– Ya.
Sólo eso le dije.
Me miró con actitud de quien espera más, pero callé.
Se fue muy triste. Si hubiera sido el mal entendedor le habría dicho más palabras. Pero era el buen entendedor.
Y al buen entendedor…
¡Hasta mañana!…