in

¡Aguas, las medicinas nos pueden matar!

Superiberia

Mi querido viejo: no sabes la cantidad de información que compartimos hace una semana en la Conferencia Internacional sobre Salud y Envejecimiento, y quiero compartir algo que está directamente relacionado con nuestras vidas en esta etapa de la existencia.

Lógicamente, aun cuando hayamos cuidado bien nuestro cuerpo, lo hayamos alimentado bien, hayamos evitado malos hábitos como tabaco o exceso de alcohol, y hagamos un poco de ejercicio diario, la carrocería se oxida, el motor de deteriora, las bisagras se enmohecen, pero afortunadamente los avances en la medicina y la investigación han permitido que contemos con medicamentos cada vez mejores, fáciles de tomar, productos  nuevos que nos ofrecen alivio a nuestros males.

Tú sabes, querido viejo, que hace unos años no había medicinas para la presión arterial alta, y lo único que había era la sangría, con lo que al enfermo se le bajaba temporalmente la hipertensión —a mí me tocó verlo en el consultorio de mi padre—; tampoco había medicamentos para la úlcera, y la única solución era la cirugía mutiladora, y así para muchos de los males que nos pueden aquejar.

“La vejez no es lo que era”, decimos con satisfacción, y ahora hay medicamentos para la artritis, los dolores musculares, las dolencias digestivas, el corazón desfalleciente, el riñón que no trabaja bien, el colesterol, los triglicéridos, y aún la depresión y otros achaques.

Pero no todo es miel sobre hojuelas, querido viejo, y por eso quiero platicarte lo que en este Congreso se dijo de las medicinas para nosotros los viejos, y es que con el entusiasmo de recetar la mejor medicina digamos para el corazón, ignoramos u olvidamos que una medicina para el colesterol puede “cruzarse” y tener efectos adversos; sólo un ejemplo: la nifedipina para la presión se puede cruzar con la cimetidina para la úlcera, y la baja de la presión puede ser muy grande y peligrosa; los expertos del Congreso en Estados Unidos  han podido documentar miles de casos en los que las medicinas tuvieron efectos adversos que pueden llegar a ser muy graves e incluso acabar con la vida de un querido viejo.

¿Qué debemos aprender de esto, viejo querido?, en primer lugar que no debes comprar y tomar medicinas así porque sí sin una orientación médica, porque a veces vemos en la farmacia y aún en el supermercado, anuncios de productos para los huesos, para los riñones, para el cerebro, etcétera, y no sabemos qué puede pasar si los tomamos sin control; “Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento”, decía Hipócrates, y ese es un buen consejo, no lo olvides.

Y en segundo lugar, debemos ser preguntones: cuando vayamos al médico es nuestro derecho preguntar todo, porque se trata de nuestra salud y nuestra vida, y el médico tiene la obligación de responder nuestras dudas y preguntas; más medicinas no significan más salud, ya que un estilo de vida sano, alimentación correcta, actividad física moderada diaria y una sonrisa en los labios prolongan más la vida que cualquier “producto milagro”.

¡Qué bueno que hay medicinas!, pero deberemos usarlas sólo en caso necesario, para evitar complicaciones y sorpresas desagradables.

 

Médico y escritor

Raalvare2009@hotmail.com

www.bienydebuenas.com.mx

CANAL OFICIAL

Vuelcan tráileres de los Abella

Ingreso ciudadano universal