EL RETROCESO
Ayer se cumplieron 28 años del terremoto ocurrido en 1985 que devastó la Ciudad de México y que ocasionó, según cifras oficiales, la muerte a diez mil personas. Tras ese suceso terrible que demostró la incapacidad el gobierno para hacer frente a una situación de extrema emergencia, se dio el despertar de la sociedad civil y así, el pueblo se volcó en solidaridad, no sólo para asumir las labores de rescate de las víctimas sino para organizar el traslado y atención de los heridos, alistar y coordinar los albergues para los que quedaron sin hogar, garantizar la dotación de comida y abrigo para los damnificados así como para dirigir las labores de localización de personas extraviadas.
Una de las agrupaciones más famosas que se integraron desde esos calamitosos días y que a la fecha sigue vigente con un alto prestigio internacional es la Brigada de Topos, conformada por varones y mujeres que se arriesgaron a introducirse en los escombros pese al peligro de quedar ellos mismos atrapados para rescatar a los heridos. Fue una de las herencia positivas de ese trágico suceso -en el cual, por cierto, falleció el padre del actual gobernante estatal que se encontraba hospedado en un hotel capitalino que se derrumbó- ya que el espíritu humanitario de los mexicanos afloró y tras eso, se coincidió en la necesidad de desarrollar una sistema de prevención y atención de desastres. Por eso el 19 de septiembre fue declarado el Día Nacional de Protección Civil.
A casi tres décadas, la fecha se conmemora en medio de la tragedia pues el país está castigado por las inundaciones, deslizamiento de tierras y destrucción de viviendas provocados por las intensas lluvias que también han ocasionado la muerte de 80 personas, de acuerdo a la cifra que se tenía hasta la madrugada del jueves. Empero, lo paradójico es que también el Sistema de Protección Civil en México está bajo cuestionamiento pues hay el señalamiento de expertos, tanto militares como científicos, de que simplemente no funcionó: ni se cumplió el protocolo de alertamiento ni se dieron las acciones operativas de evacuación y resguardo de la población en riesgo. Todo falló y ahora hay el consenso generalizado de que se deben revisar los protocolos y deslindar responsabilidades por la negligencia oficial.
La ineficacia de las instancias de Protección Civil también quedó demostrada en Veracruz, uno de los estados azotados por la contingencia, desde que la tormenta tropical Fernando ingresó al territorio generando daños y muerte. El vendaval ocurrido el penúltimo fin de semana de agosto, agarró al gobernante estatal y a todos sus funcionarios descansando y nadie quiso interrumpir el asueto para atender la emergencia, todo lo quisieron solucionar emitiendo boletines sobre reuniones fantasmas y medidas inexistentes. Después vinieron las tragedias de Coscomatepec y Altotonga, y una vez más se apreció que nunca se cumplió con los antiguos proyectos para componer caminos, construir puentes y reubicar a familias que habitan sitios de alto riesgo.
Aún más, ante la incapacidad de dar una respuesta a los damnificados que lo cuestionaron en un poblado de Altotonga, donde un cerro se desgajó sepultando un autobús y varias viviendas ocasionando la muerte de once personas, el gobernante Javier Duarte de Ochoa se mostró sorprendido. Los lugareños le hacían ver que era por el incumplimiento para reparar caminos y construir un puente cuya obra lleva tiempo detenida. El caso de Altotonga conduce a varias interrogantes no solo en materia de protección civil.
La nueva “Policía Estatal Acreditada” del secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez, entrenada no para bajar los índices delictivos o resguardar a la población sino para fungir como guardaespaldas de los funcionarios y de paso para apalear a maestros, estudiantes, activistas y reporteros cuando salen a protestar, como ocurrió la madrugada del 14 de septiembre en Xalapa. En este caso, la tormenta magisterial exhibió la verdadera vocación de los policías bermudianos, tan valientes para reprimir al pueblo y tan inútiles para hacer frente a los secuestradores, traficantes, extorsionadores y asesinos. A esos si no los tocan con sus balas de goma, sus toletes eléctricos ni los detienen ni los golpean.
HISTORIAS REPETIDAS
Desde los tiempos antiguos se ha sabido que cada vez que ocurren tempestades salen a la luz las deyecciones. Cuando un sitio se anega, todas las inmundicias se dispersan y quedan exhibidas. En los últimos tres sexenios se han hecho anuncios espectaculares sobre programas de prevención cada vez que ocurría un huracán y que nunca se cumplieron. La entidad sigue igual que en 1999 cuando las lluvias anegaron todo el norte del estado en los tiempos cuando gobernaba Miguel Alemán Velasco, el cual tras la contingencia, anunció ambiciosos planes de reubicación de familias en zonas de riesgo, la construcción de infraestructura resistente como puentes, carreteras y muros de contención y otras linduras que nunca llegaron como tampoco se dieron los programas de reforestación para evitar las riadas y el desgajamiento de cerros que hoy volvieron a cobrar saldos mortales.
Un sexenio después las contingencias continuaron y en especial con el paso de huracanes como Stan y Karl se destinaron, en documentos, pues no en la realidad, más de 20 mil millones de pesos para apoyar a damnificados, volviendo a prometer sin cumplir las obras de infraestructura y reubicación de asentamientos humanos localizados en las márgenes de los ríos, lagunas y cerros.
En el 2007 cuando se produjo uno de los desbordamientos más graves del río Pánuco, al norte del estado, la fidelidad anunció que serían reubicadas unas seis mil familias y para ello se ejercerían bolsas millonarias aportadas por el Estado y la Federación. No lo hicieron porque el dinero se lo robaron. En las últimas horas el río Pánuco volvió a desbordarse y fue necesario evacuar a miles de habitantes que siguen viviendo en sitios considerados como peligrosos, los mismos que hace seis años.
Ya ni hablar de todo el dinero que también se obtuvo en préstamos autorizados por el Congreso local a finales de la administración del innombrable con pretexto de la emergencia meteorológica del 2010 y que jamás llegó a los afectados. Ni se levantaron obras, ni se compusieron carreteras ni se repararon puentes. A lo anterior se suma la ineficacia de los gobernantes de los últimos tres sexenios a la hora de enfrentar la desgracia. Ninguno ha salido airoso y todos han quedado exhibidos como intolerantes, ineficaces, mitómanos y ladrones. Durante las severas inundaciones de 1999, Miguel Alemán Velasco intentó ocultar la tragedia en la sierra de Papantla para que el luto no le echara a perder el primer Festival Cumbre Tajín que había preparado para recibir al año 2000 y que pomposamente lo había nombrado como el Festival del Milenio.
La ineptitud de Alemán Velasco fue tan grande que cuando el entonces presidente de la República, Ernesto Zedillo acudió a visitar los municipios devastados del norte del estado le preguntó, en varias ocasiones y delante de los reporteros, los nombres de los pueblos, de los ríos, del número de habitantes y de las etnias, y no supo responder nada pues vivía en su burbuja de frivolidad que nunca le importó indagar esos datos ni el sufrimiento del pueblo llano. En el sexenio siguiente, el megalómano y mitómano gobernante, el innombrable, usó la tragedia para recibir dinero federal que fue desviado a fines perversos, además de exhibirse mediáticamente.
Así, lo mismo inflaba cifras de las devastaciones y difundía desastres donde nunca ocurrieron -usando frases patosas como eso de que a Veracruz lo atacaban “tsunamis al revés” –que se quitaba los zapatos y caminaba entre el lodo siempre que hubiera una cámara cerca para que lo vieran entregar despensas y chácharas a los damnificados. Cuando no había agua suficiente se subía a una lancha a la que le colocaron ruedas para dar la impresión que navegaba en un sitio completamente anegado. Sus excesos lo alcanzaron y en el último año, en el 2010, fue acorralado por la turba de damnificados en Tlacotalpan que le exigían dinero pues acostumbró a las masas a regalarles el dinero ajeno.
En la llamada Perla del Papaloapan, el innombrable fue perseguido por la turbamulta y se tuvo que refugiar en un billar del centro histórico no sin antes gritarles groseramente que “no tenían llenadera” a sus persecutores. Hoy la historia se repite y los damnificados de Altotonga fueron tratados con el mismo tipo de intolerancia y furia que el innombrable ocupó en el 2010 cuando le pedían ayuda en aquella ciudad cuenqueña.
¡CUIDADO AL DONAR!
Algo muy importante que todos deben observar ahora que se convoca a la ayuda solidaria para los afectados por los meteoros, es el lugar de donación de víveres, medicina, ropa o utensilios de aseo personal. A todos los veracruzanos de buena voluntad que deciden aportar algo se les pide no hacerlo en instancias de gobierno, ni federal ni estatal ni municipal -en especial en los sitios de acopio instalados por las unidades de la Secretaría de Protección Civil o el DIF estatal o los DIF municipales- y tampoco en los centros de acopio instalados por los partidos políticos u organizaciones que claramente están identificados a ellos. Ni Juventud Dinámica, ni Voces del Sol ni Antorcha Campesina ni Generando Bienestar ni CTM, ni CNC ni CROC, ni CNPR ni PRI ni PAN ni PRD ni demás satélites del tricolor.
La experiencia ha enseñado que las donaciones que se hacen a esas organizaciones no llegan a los damnificados sino que se quedan en el camino, se las roban pues. Lo mejor es acudir a centros de acopio de organizaciones o instituciones que pueden garantizar que la ayuda llegue a los necesitados como las agrupaciones de la Iglesia Católica –Cáritas, por ejemplo- así como de asociaciones humanitarias de otras iglesias que se han distinguido por su honestidad-, del Ejército o de la Armada de México. Ahora sí como dirían las madres angustiadas y fervorosas: ¡Por el amor de Dios no les den nada a los funcionarios gubernamentales ni a los políticos porque son unos bandidos!
LA PROTESTA SIGUE
Ayer jueves más de veinte mil maestros volvieron a atiborrar el Centro Histórico de Xalapa para repudiar por la reforma educativa y también por la represión de que fueron objeto la madrugada del 14 de septiembre, además que otros miles marcharon en la mayoría de las ciudades de la entidad. En la capital del estado, la plaza Sebastián Lerdo de Tejada y las calles aledañas se colmaron también de estudiantes de diferentes secundarias, bachilleratos y universidades además de padres de familia y activistas que se unieron a la protesta popular demostrando, por segunda ocasión, la magnitud del movimiento que no puede ser acallado ni con la macana, ni con las amenazas de los líderes charros de los sindicatos magisteriales.
De la misma forma, se patentizó que el llamado del gobierno estatal para que se reanudaran las clases fue ignorado porque la instancia oficial no tiene ni autoridad moral para el exhorto. Los manifestantes de nueva cuenta volvieron a exhibir las fotografías de los diputados federales -a excepción de los perredistas Uriel Flores Aguayo y Yazmín Copete Zapot- y senadores veracruzanos, de todos los partidos, que aprobaron las leyes referentes a la reforma educativa las cuales atentan contra los derechos laborales de los docentes y abren paso al desmantelamiento de la educación pública. Traidores, les volvieron a llamar al tiempo que reiteraron el desconocimiento a los dirigentes de las secciones 32 y 56 del SNTE y de los otros 17 gremios locales que en días pasados desayunaron opíparamente con el gobernante en turno y le prometieron servilismo.
Las consignas lanzadas durante su caminata por las calles jalapeñas y primordialmente frente a Palacio de gobierno no tienen desperdicio. Las más repetidas a todo pulmón: “¡Sólo los cobardes atacan de noche! y ¡Prensa vendida, te da chayotes Gina!” Encierran el repudio popular al desempeño gubernamental y lamentablemente también exhiben el triste papel que hacen algunos medios informativos tan dispuestos a distorsionar la noticia y sumarse a la campaña de linchamiento contra los educadores. El pueblo habla y juzga, ante eso nada se puede hacer.