En su comparecencia presidencial para contrarrestar el impacto de la tragedia, Donald Trump no sólo obvió posibles medidas para restringir el acceso, sino que no citó una sola vez la palabra «armas». Su discurso se limitó a volcar la carga de la prueba en el estado mental de los potenciales pistoleros y en la necesidad de «impedir que (las armas) caigan en poder de desequilibrados».