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Desde las gradas, Libertadoras mexicanas, y yo tengo un sueño

Superiberia

Un 28 de agosto de 1963, ante un inmenso gentío que cubría las calles de Washington, el pastor Martin Luther King se atrevió a soñar en voz alta: “Sueño que algún día mis hijos no serán juzgados por el color de su piel, sueño que algún día toda la llanura se elevara y toda montaña encogerá…”

En aquel entonces, el FBI dictaminó que King era el negro más peligroso para el futuro de la nación, y numerosos espías perseguían paso a paso sus días y sus noches. Pero él siguió denunciando la humillación racial y la guerra de Vietnam que convertía a los negros en carne de cañón y sin pelos en la lengua decía que su país era el mayor proveedor de violencia del mundo, en 1968, una bala le partió la cara. A diferencia de estos tiempos donde ese, su mismo país es gobernado por alguien de color, lo cual no viene a cambiar mucho pues es una nación que se rige por el color del dinero, mas no por el color de la piel del Presidente en turno. Hoy vemos al mismo que ganó el premio Nobel de la Paz, el Mr. Obama a punto de atacar Siria, entonces tenía razón King, su país sí es el mayor proveedor de violencia del mundo, y nosotros hoy somos su mayor proveedor de carne de cañón, para sus invasiones y ocurrencias del amo de América, como dice el dicho, pobre de México tan lejos de Dios y tan cerca de Los Estados Unidos. Ya terminadas las fiestas del Centenario, y toda basura fue barrida. Estalló la Revolución Mexicana, la historia recuerda a los jefes revolucionarios, Zapata, Villa y otros machos, machos. Las mujeres, que en silencio vivieron, al olvido se fueron, algunas pocas guerreras se negaron a ser borradas, y hoy recuerdo en esta columna algunas de ellas : Juana Ramona, “la tigresa”, que tomó varias ciudades por asalto; Carmen Vélez, “la generala” que dirigió a trescientos hombres; Ángela Jiménez, maestra en dinamitas, que decía ser Ángel Jiménez ; Encarnación Mares, que se cortó las trenzas y llegó a Subteniente, escondiéndose “bajo el ala del sombrero, para que no se me vean los ojos de mujer”, decía. Amelia Robles, que tuvo que ser Amelio, y llegó a coronel; Petra Ruiz que tuvo que ser Pedro, la que más balas echó para abrir las puertas de la ciudad de México; Rosa Bobadilla, hembra que se negó a ser hombre y con su nombre peleó más de cien batallas y María Quinteras que se dice había pactado con el diablo y ni una sola batalla perdió. 

Sólo por citar algunas, caso curioso lo que ocurría en Canadá, corría el año de 1929, un 18 de octubre, la ley reconoció por primera vez que las mujeres en Canadá son personas, ellas creían que eran, pero la ley no, por más increíble que parezca “la definición legal de personas no incluye a las mujeres”, había sentenciado la Suprema Corte de Justicia Emily Murphy, Nellie McClung, Irene Parlby, Henrietta Edwards y Louis McKinney conspiraban mientras tomaban café. Ellas habían derrotado a la suprema corte, yo me pregunto, ¿cuánto hemos cambiado?, el paso del tiempo nos ha demostrado que la equidad de género sigue siendo un gran pendiente mundial.

Así lo veo yo desde las gradas ¿y usted?

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