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El minutero

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INSURGENCIA CIVIL

 Tiempos inéditos son los que se viven. Un sector de la sociedad – importantísimo pues es el formador de los mexicanos del futuro- está en pie de lucha y ha acorralado al gobierno del copetón Enrique Peña Nieto así como a sus aliados en la llamada clase política –entiéndase los líderes partidistas coludidos para aprobar sus reformas sin mirar los atropellos que causarán a la sociedad-. Ayer, la ceremonia de entrega del paquete que contiene el informe escrito de los primeros nueve meses de la administración peñista se realizó de forma encriptada, rodeada por más de 6 mil granaderos avituallados con granadas de gases lacrimógenos, toletes y tanquetas de agua. 

Lo que son las paradojas –o las “para-jodas” como ya lo dijo la comediante Pilar Boliver, siempre invocada en este espacio- San Lázaro que en teoría es la casa donde están los representantes populares o sea, un recinto del pueblo, tuvo que ser cercada por policías para impedir que se acercara precisamente el pueblo a repudiar a los que ahí despachan. Todos los legisladores, senadores y diputados, fueron acarreados en autobuses blindados y escoltados por patrullas para evitar que fueran blanco de los jitomatazos. ¿De qué se resguardan, de qué se esconden? Del reclamo popular ya que tienen la cara sucia por legislar contra el pueblo, aunque estos señores no simulan ni siquiera su actuación en contra de sus representados. A su vez, Peña Nieto dará su mensaje este lunes atrincherado en Los Pinos, tampoco puede salir a un lugar público ni siquiera a Palacio Nacional.

 Haciendo labores de paleros, los panistas a través de su líder nacional, Gustavo Madero llaman a la represión abiertamente, a usar tanquetas de agua como se hacía en el régimen del dictador chileno Augusto Pinochet y en breve, seguramente pedirán que se apliquen detenciones y desapariciones masivas contra los manifestantes con escuadrones de la muerte y a lanzar desde el aire y sobre océano a los opositores del gobierno como lo hacía Pinochet. En tanto, los perredistas encabezados por Jesús Ortega, líder de la corriente Nueva Izquierda, también conocida como Los Chuchos, maniobran para aprobar cuanto antes las leyes secundarias de la reforma educativa, las cuales serían votadas ayer mismo tras la apertura del periodo de sesiones en la Cámara de Diputados.

 Panistas y priistas, arropados por la prensa gobiernista, especialmente las televisoras, también piden juicio político al jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Mancera por no usar la fuerza pública para apalear y detener a los maestros. Es la cara de la intolerancia y la represión. Afortunadamente eso no amaga a los maestros que resisten las campañas de linchamiento y posiblemente la represión misma –por diferencia de horario entre México y Europa, al momento de redactar este texto no se sabía si fueron reprimidos como se anticipaba-. La reforma educativa va en su contra, los convertirá en asalariados estilo McDonald’s, a ganar a destajo, sin tener derechos laborales y a ser lanzados a la calle en cualquier momento.

 Afortunadamente buena parte de los maestros ya está reaccionando, incluso los adheridos al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) quienes a pesar de estar amenazados por sus líderes, tanto nacionales como seccionales, muchos ya salieron a las calles para protestar por la tarascada que les van a propinar. El fin de semana no sólo hubo manifestaciones en el Distrito Federal sino también en Veracruz donde el gobernante en turno y los líderes charros del SNTE juraban que no habría disidencia y que todos, como borregos, aceptarían la reforma educativa sin chistar. En Xalapa y la zona Centro, maestros de Córdoba, Orizaba, Fortín de las Flores, Ciudad Mendoza, Ixtaczoquitlán, Río Blanco y demás, marcharon para expresar su repudio.

 Estos últimos lo hicieron de una forma que no es nueva pero si ingeniosa pues tomaron la caseta de peaje de la autopista Veracruz-Puebla, dejando pasar libremente a los automovilistas. Así no afectan a terceros, al contrario, los benefician y al mismo tiempo, patentizan su repudio a la reforma educativa. Es una medida benévola pero que finalmente tendrá que endurecerse porque los priistas, panistas y perredistas están mostrando los colmillos y están dispuestos a enterrárselos en espalda si se dejan. En Europa lo que ha funcionado para obligar a dar marcha a tras al gobierno en medidas lesivas son los paros nacionales. Francia es especialista en esa forma de protesta que consiste en paralizar todo: transporte urbano (metro, autobuses y tranvías), oficinas de gobierno, hospitales, aeropuertos, universidades y negocios particulares.

 Muchos trabajadores donan uno o varios días de pérdida de salario y muchos comerciantes hacen lo mismo porque saben que es mejor perder esos cuantos días que sufrir permanentemente las consecuencias de una ley que los despojará de derechos que han ganado con sangre. Los trabajadores simplemente no acuden a sus centros laborales y se van a las calles a decírselo a los gobernantes. Así se ha logrado, en tiempos recientes, que el gobierno y los legisladores franceses anulen leyes contrarias al interés popular. Eso es lo que México necesita. Los maestros están mostrando el camino. Ahora hay que esperar que se sumen otros sectores a la causa tanto de los educadores como al repudio ante la intención de privatizar las industrias petroleras y eléctricas, que será la segunda, y más grave, tarascada a la nación que se prepara.

 Alguien tiene que darles una lección a estos facinerosos de que el pueblo es soberano y que el petróleo no se toca. De todos depende ponerlos en su lugar y evitar que rematen el país. Ayer la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que es la que encabeza la resistencia de decenas de sindicatos y organizaciones magisteriales, llamó a la “insurgencia nacional” y convocó específicamente una marcha simultánea en todos los estados y la capital del país para el miércoles próximo. El llamado no tiene desperdicio, será otra prueba de que la nación no está aletargada ni sometida. Cuando los poderosos se coluden –gobierno, legisladores, jueces y voraces empresarios- y se sumergen en una orgía de intereses y negocios, entonces la insurgencia civil es la ruta que le dejan al pueblo.

 

NOS FALTAN A TODOS

 “¡Exigimos su presentación con vida!…¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!… ¡No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos hasta que aparezcan!… ¡Juicio y castigo a los responsables!…¡Los desaparecidos nos faltan a todos!… Son los gritos que se escuchan a diario en el país luego de siete años –seis del gobierno encabezado por el panista Felipe Calderón y casi uno del priista Enrique Peña Nieto- de guerra no oficial, no declarada, pero igual de mortífera para todos los mexicanos. El saldo es tremendo: 80 mil muertos – 70 mil en el sexenio pasado y casi 10 mil del presente, aunque el gobierno de Estados Unidos calcula la cifra en 150 mil-, 30 mil desaparecidos y 300 mil personas desplazadas por la violencia que alcanzó sus poblados, colonias y estados. 

De todo esto, hay una tragedia poco visible pero igual de dolorosa que es la de las personas que son “levantadas” –secuestradas- por grupos del crimen organizado y también por corporaciones policiacas e incluso por las fuerzas armadas y de las que nunca se vuelve a saber. A principios del año, el gobierno del copetón Enrique Peña Nieto reveló que durante el sexenio calderonista fueron 26 mil 500 los desparecidos. A nueve meses de iniciado el nuevo Gobierno Federal se calcula que entre 3 mil y 4 mil personas se sumaron a dicha estadística. Sin embargo, los datos anteriores son únicamente los que corresponden a los casos que fueron denunciados y hay miles que no lo constan en actas oficiales.

 Ese sub-registro triplicaría la cifra. A esto se suma otra cifra de la que pocos se han a ocupado y es la de los migrantes indocumentados que desaparecieron a su paso por el territorio mexicano. Organizaciones civiles estiman que serían entre 10 mil y 12 mil migrantes plagiados en México. Son las víctimas silenciosas porque no hay familiares cerca que los reclamen. De ellos y de los mexicanos desaparecidos hay muchas incógnitas: ¿Cuántos son en realidad?, ¿dónde están?, ¿quiénes se los llevaron?, ¿están vivos?, ¿los tienen esclavizados?, ¿los explotan sexualmente o los utilizan para cosas peores?, ¿hay esperanza de encontrarlos? A la par de la tragedia personal de cada víctima está el calvario para los familiares que se quedan con la zozobra y el temor.

 Las familias de los desaparecidos deben enfrentar la represión si se atreven a reclamarlos, tanto por parte de los grupos criminales como por las autoridades mismas. Abundan los casos de maltrato, indiferencia y hasta amagos por parte de funcionarios gubernamentales y uno de los mas grotescos está en Veracruz con las declaraciones obscenas e irresponsables del subprocurador regional de Justicia en Xalapa, Marco Antonio Lezama Moo, que al ser cuestionado sobre el tema acusó que las jovencitas “se van con el novio, el esposo se va con la amante y la esposa se fue con el amiguito”. Y aún más, este simiesco personaje señaló que los casos que no tienen un trasfondo pasional, entonces “es porque la gente que se va por el mal camino, se va a la delincuencia organizada”.

 Pese a las barbaridades, Lezama Moo, ex subprocurador en la zona centro, sigue en su cargo, sostenido tenazmente por el procurador Amadeo Flores Espinosa y por el gobernante en turno, Javier Duarte de Ochoa. Si hubiera sentido común y sobre todo, respeto por las víctimas difamadas, este funcionario ya estaría fuera del sistema de procuración de Justicia. Y regresando al tema central, en el contexto del Día Internacional de los Desaparecidos, celebrado el viernes pasado, se expusieron diversas cifras en Veracruz. Según el Colectivo por la Paz, han desaparecido 388 personas del 2011 a la fecha, mientras que la organización indígena Unión de Todos los Pueblos Pobres (Tinam, por sus siglas en náhuatl), expone que serían 3 mil los extraviados. Números van y números vienen, y en todos ellos, la constante es la misma: el dolor y la zozobra para aquellos que no se consuelan por su desaparición. 

En septiembre del 2011, luego de que fue localizado el cuerpo de la adolescente Gabriela Arlene Benítez en un paraje boscoso de Xalapa, tres meses después de que desapareció y de intensa búsqueda por parte de sus familiares pues la procuraduría veracruzana se negó realizas las pesquisas alegando que la jovencita había huido por maltrato intrafamiliar, la doctora Bárbara Ybarra, madre de Gaby, lloró intensamente frente al cadáver pero a la vez – según confió poco después- experimento el alivio de haber localizado aunque sea sus restos. Jamás será feliz pues le robaron a su hija pero al menos ya no vivirá en la eterna zozobra de no saber dónde está. 

Ese un consuelo terriblemente amargo para los que han extraviado a sus seres queridos pero que no todos llegan a tenerlo pues hay cientos de padres, esposos e hijos que ni si quiera alcanzan una pista que les de certeza si están vivos o muertos. No saben nada de ellos y el dolor es el grillete que llevarán muchos hasta el fin de sus días. Se debe entender que la tragedia no sólo es de los que han perdido a sus familiares sino de toda la sociedad pues la paz está rota y mientras no aparezcan, nada estará bien. Todos deben alzar su voz para que las autoridades hagan su trabajo y los busquen. Los desaparecidos nos faltan a todos.

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