La ola de protestas y manifestaciones que tienen secuestrado al Distrito Federal está adquiriendo características de una tormenta perfecta.
La cara más visible es la de los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), pero evidentemente quienes están plantándose un día en el Legislativo, otro en el aeropuerto, otro frente a las televisoras y otro frente a la Bolsa Mexicana de Valores, no son sólo maestros.
A juzgar por su tamaño, organización y, sobre todo, por los discursos y comunicados, a los maestros de la CNTE parece que se les ha acercado la guerrilla del Ejército Popular Revolucionario, el EPR. También, los afines de Andrés Manuel López Obrador.
En los comunicados del EPR se lee el mismo discurso que ha manejado AMLO y el mismo que manejan, ahora, los de la CNTE.
Hablan de imposición del Presidente por la oligarquía y el duopolio. Y de leyes hechas para mantener esta situación ad infinitum.
Y es, precisamente, la necesidad de romper este ciclo en donde fincan la justificación para estar en las calles secuestrando a los ciudadanos comunes y corrientes que son los que, al final, pagamos los platos rotos.
Pero parecen pensar que, como algunos padres que castigan a sus hijos, ellos están en las calles afectando la vida cotidiana por el bien de todos nosotros.
Aquí un fragmento del comunicado del EPR del 23 de julio de 2012, a unos días de haber ganado la elección Enrique Peña Nieto, y sus planes a futuro, que son los que vemos desenvolverse ahora:
“Rompamos mediante la denuncia, la movilización, las acciones políticas de masas, la protesta civil pacífica, el círculo pernicioso de la mal llamada democracia mexicana que sólo hace cambios, reformas, leyes; crea ineptas comisiones especiales, después de haber cometido los más infames agravios contra el pueblo como: fraudes, genocidios, cruentas y generalizadas represiones, autoritarias imposiciones, crímenes de esa humanidad, es decir, ‘una vez ahogado el niño se tapa el pozo’, sin embargo, la crueldad de los hombres del poder deja intencionalmente una rendija abierta para volver que hundir y ahogar en el mismo pozo a quien se requiera.
“Cambios y reformas que no son de buena voluntad o por vocación democrática, es la aplicación de una medida política conservadora de gobiernos autoritarios para mediatización y control del descontento y lucha popular de la coyuntura. La resistencia popular no es sinónimo de violencia cuando se lucha por demandas legítimas. Violencia es la que viene del Estado”.
Estos comunicados hablan de cosas muy parecidas a las que escuchamos en los discursos de López Obrador y son justamente las acciones que vemos hoy en las calles del DF.
El desquicio de la ciudad es por culpa de los violentos, que no son ellos, los que roban autos a punta de pistola, sino el gobierno impuesto de Enrique Peña Nieto.
Es la tormenta perfecta que crece encima del gobierno de Peña y de Mancera, a la cual inexplicablemente parece unirse ahora Cuauhtémoc Cárdenas, como protesta por la reforma energética.
Twitter: @AnaPOrdorica