Las llamadas semillas suicidas: desde hace unos 300 millones de años, las plantas vienen produciendo semillas fecundas que generan nuevas plantas y nuevas semillas, nunca han cobrado nada por ese favor que nos hacen, pero en 1998 fue otorgada a la empresa DELTA & PINE, la patente que santifica la producción y la venta de semillas estériles, que obligan a comprar nuevas semillas en cada siembra. A mediados de agosto del año 2006, la empresa Monsanto – de sacro nombre- se adueña de la DELTA & PINE y también de su patente. Así, Monsanto consolidó su poder universal; las semillas estériles. Llamadas también “semillas suicidas” o “semillas terminator”, que integran el muy lucrativo negocio que también obliga a comprar herbicidas, pesticidas y otros venenos de la farmacia transgénica.
A manera de ejemplo lo sucedido en Haití, uno de los países más pobres y golpeados de nuestra América Latina; corría la Pascua del año 2010, pocos meses después del terremoto Haití recibió un regalo de MONSANTO, 60 mil bolsas de semillas producidas por la industria química. Los campesinos se juntaron para recibir la ofrenda y quemaron todas las bolsas en una inmensa hoguera.
Este pequeño país brutalmente colonizado e históricamente saqueado, hoy, uno de los más pobres, fue, como cuenta una historia, una de las islas caribeñas conquistadas por el imperio francés que el sacerdote Baptiste Labat recomendaba en uno de sus libros, publicado en 1742: “los niños africanos de entre 10 y 15 años son los mejores esclavos para llevar. Se tiene la ventaja de educarlos para que marquen el paso como mejor convenga a sus amos y están menos inclinados a la rebelión que los negros mayores”.
Este “piadoso” misionero sabía de lo que estaba hablando. Allí y sus alrededores ofrecía bautismos y confesiones, y entre misa y misa vigilaba sus propiedades. Era dueño de tierras y esclavos.
En 1791, otro amo de tierras y esclavos envió una carta desde Haití, diciendo “los negros son muy obedientes y siempre lo serán”. La carta estaba navegando a París cuando ocurrió lo imposible: en la noche del 22 al 23 de agosto, noche de tormenta, la mayor insurrección de esclavos de toda la historia de la humanidad estalló desde las profundidades de la selva haitiana. Y esos negros muy obedientes humillaron al ejército de Napoleón Bonaparte, que había invadido Europa desde Madrid hasta Moscú.
La primer reforma agraria de América ocurrió en 1815, cuando el Uruguay todavía no era país, ni se llamaba así, En nombre del pueblo alzado, José Arigas expropió las tierras de los malos Europeos y peores Americanos, y mando que se repartieran. Fue la primer reforma agraria de América, medio siglo antes que Lincoln y un siglo antes que Emiliano Zapata. Proyecto criminal clamaron los ofendidos, y para colmo Artigas advirtió: “los más infelices serán los más privilegiados”. Cinco años más tarde Artigas derrotado marchó al exilio y en él murió, las tierras repartidas fueron arrebatadas a los más infelices. Esta historia se repite a lo largo y ancho de nuestra América latina, ahora globalizada y esclavizada por estas nuevas empresas como Monsanto. Así lo veo yo desde las gradas, ¿y ud?