Por: Por: Catón / columnista
El padre Arsilio terminó de oficiar la misa de bodas y felicitó a los novios: “Ya son ustedes marido y mujer”. “¡Fantástico, Pichorro! –le dijo la muchacha, jubilosa, a su flamante maridito-. ¡Seguiremos haciendo lo mismo que hacíamos antes, pero ahora ya no será pecado!”… Avaricio, individuo cicatero, se las arreglaba para no gastar mucho en el restorán. Le decía a su mujer: “A ver qué quiere pedir mi regordeta esposa”… El doctor Ken Hosanna estaba examinando a una linda paciente, para lo cual le había pedido que se despojara por completo de su ropa. Frente a ellos se había formado una fila de 15 ó 20 médicos que aguardaban para ver de cerca a la joven y hermosa paciente. Le dijo ésta al facultativo: “Estoy de acuerdo en que necesite usted una segunda opinión, doctor, y hasta una tercera, pero creo que esto se pasa de la raya”… Rosilita, equivalente femenino de Pepito, le pidió a su mamá: “¿Podrías darme algunas de tus píldoras anticonceptivas? Ya no quiero que Santa me traiga más muñecas”… Es una pena, pero todo indica que Mikel Arriola pasará del Seguro a lo inseguro. Digo que es una pena porque al frente del IMSS tuvo un brillante desempeño, y porque sus posibilidades de obtener el triunfo en la contienda electoral en la que participará son muy escasas. En efecto, la ahora llamada CDMX ha sido últimamente bastión del PRD, y hay motivos para pensar que en adelante será un enclave morenista. El PRI tiene las mismas posibilidades de gobernar ahí que las que tendría un carterista de ser electo presidente en un congreso de canguros. La disciplina priista, sin embargo, es parecida a la castrense, y quien ha sido eficiente funcionario deberá ser ahora político en proceso de aprendizaje, y navegar por un mar tormentoso y sin puerto a la vista. Los tres sectores del PRI –Peña Nieto, Peña Nieto y Peña Nieto- debieron escoger a alguien de menor calidad, no diré para sacrificarlo, pero sí para enviarlo a cumplir esa encomienda de casi imposible cumplimiento. Lo dicho: es una pena… Estaba lloviendo por unanimidad. La esposa de don Languidio Pitocáido, senescente caballero, le sugirió al añoso señor: “Saca eso para que se te moje. Dicen que con la lluvia todo cobra vida”… El maduro galán le dijo a su linda y joven dulcinea: “Me apena que te vayas a casar conmigo, Avidia, que soy un hombre viejo y feo”. “Te quiero así como eres –respondió la muchacha-. Millonario”… “Violeto es muy tímido –contó Pirulina hablando de su novio-. Hasta la cuarta vez que lo llevé al motel se animó a pedirme que fuera su novia”… Aquellos esposos vieron tallado en el tronco de un árbol un corazón atravesado por una flecha y abajo esta inscripción: “Bill y John se aman”. Le comentó el señor a la señora: “Cómo han cambiado los tiempos, ¿verdad?”… Ya conocemos a Capronio: es un sujeto ruin y desconsiderado. Su mujer salió del salón de belleza; Capronio la vio y le dijo: “Bueno, la lucha se le hizo”… Doña Macalota le pidió a su esposo don Chinguetas: “Hagamos un viaje de placer”. Preguntó él: “¿Significa eso que iríamos cada uno por nuestro lado?”… Jactancio es un sujeto presuntuoso, pagado de sí mismo y con una autoestima del tamaño del mundo. Para ilustrar su egocentrismo baste decir que cierto día estuvo en un motel con una chica de tacón dorado. Al terminar las acciones le dijo la muchacha: “¿Y el dinero?”. Respondió, displicente, el tal Jactancio: “Déjamelo sobre el buró”. En otra ocasión el faceto individuo se hallaba con mujer casada en el domicilio conyugal de la señora. En el curso del trance fornicario la pecatriz exclamó de repente: “¡Ahí viene mi marido!”. Sin turbarse contestó Jactancio: “Tendrá que esperar su turno”… FIN.