MÁS DE LO MISMO
Sigue vigente la práctica puesta de moda en el sexenio pasado que consiste en renunciar a los funcionarios estatales a través de “periodicazos”, es decir, por medio de filtraciones a la prensa. El ex gobernante estatal, experto en la insidia, así mantenía a sus colaboradores aterrorizados cada vez que abrían los periódicos, por el temor a leer castigos en las columnas periodísticas. Quizás el caso más dramático fue el de la entonces secretaria de Desarrollo Regional, Leonor de la Miyar que un día se amaneció con la noticia -en los periódicos- de que ya no era funcionaria y sería sustituida en horas más tarde.
El drama fue que la señora le hizo una escena de llanto al gobernante para evitar que se cumpliera lo vaticinado por los columnistas. De esta forma, De la Miyar logró prolongar unos meses más su estancia en la dependencia, la cual al final de cuentas se la transfirieron a un fidelista puro, Ranulfo Márquez Hernández, calificado como uno de los mapaches más experimentados del sexenio pasado pero que hoy está en la banca luego que su nombre y el de varios de sus subalternos en la delegación de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) aparecieron en el video exhibido en Boca del Río en abril pasado que hizo temblar al Pacto por México.
Pues bien, en esa práctica de utilizar a los espacios columnísticos para anticipar cambios en el organigrama estatal -todos los movimientos que se han dado desde el fin de semana pasado hasta la fecha, incluyendo al Comité Directivo Estatal del PRI, se anticiparon en los medios- también se anunció la destitución de Iván López Fernández de la Contraloría General del Estado- entiéndase, el encargado de vigilar que los funcionarios “no le metan mano al cajón” y que sería sustituido por Mauricio Audirac Murillo.
Por cierto, se hace una pausa para dar una Fe de Erratas -¿o Fe de Ratas?: en este espacio se había mencionado en los despachos anteriores que Audirac Murillo era titular del Órgano de Fiscalización Superior (Orfis) pero los gentiles lectores han escrito para aclarar que desde septiembre del 2012 fue relevado del cargo por Lorenzo Antonio Portilla Vázquez. A los acuciosos lectores se les agradece la aclaración y aunque no es justificación que cubra el error pero sí una realidad que abona a la defensa del ego lastimado, se tiene que el señor Portilla Vázquez es tan gris que nadie repara en él. Servidos.
Regresando al tema, el lunes pasado llegaron los cambios y López Fernández siguió al frente de la Contraloría pese a que al interior del gabinete se le acusa de hacer fabulosos negocios con los ayuntamientos a los que supervisa y extorsiona para enderezar las cuentas públicas, aunque su mayor pecado fue, según los comentarios de prensa ordenados desde palacio de gobierno, apoyar al candidato del PRD, Daniel Olmos García, que ganó los comicios en el municipio de Emiliano Zapata donde la abanderada priista era Shariffe Osman, la cual sufrió una derrota estrepitosa con resonancia en las esferas de poder.
No hay que olvidar que Osman fue pareja sentimental de la alcaldesa de Xalapa, Elizabeth Morales, con la cual protagonizó un escándalo mediático en el 2011 luego de que se filtraron fotografías privadas de ambas, y además es cercana al secretario particular del gobernante estatal y diputado local con licencia, Jorge Carvallo Delfín. El municipio de Emiliano Zapata no es influyente ni política ni económicamente pero la derrota de Shariffe enfureció a la cofradía que la protege y eso es lo que no le perdonan a López Fernández cuyo destino, según los comentaristas, no ha variado.
De tal suerte que los vaticinios apuntan a que este viernes finalmente será destituido de la Contraloría General del Estado y lo mandarán a la tundra de Siberia para ver si no ha menguado la población de osos polares por aquellos rumbos. Ya se verá que tan acercada resulta esta denuncia mediática. Tampoco hay que olvidar que Iván López Fernández era amigo personal y cómplice de la vocera estatal, María Gina Domínguez, la cual ahora ordena los golpes mediáticos en su contra. Ya se dijo: cuando la perra es brava, hasta los de casa muerde.
Mientras eso ocurre, en las últimas horas se dieron los cambios complementarios en varias dependencias cuyos titulares fueron rotados y destaca, por su importancia en la vida pública de Veracruz, la Secretaría General de Gobierno, a donde llegó uno de los personajes con mayor deficiencia en el quehacer político, Erick Lagos Hernández. Es falso que este señor goce de capacidad táctica o de experiencia gubernamental. Ni es brillante, ni es estratega, ni tiene carrerea exitosa qué presumir, en términos políticos, pues su vida pública no rebasa la década y su mejor desempeño fue cuando cargaba la maleta del innombrable en calidad de secretario privado y era el contacto para cobro de diezmos y llevar mensajes o hacer transacciones más bochornosas.
De hecho, el vaticinio es que el desempeño de Lagos en la segunda oficina más importante del gobierno estatal será muy similar al que tuvo en su momento la señora Nohemí Quirazco, en el primer tramo del sexenio de Miguel Alemán.La señora sólo estaba de adorno y para hacer negocios personales. Sus pifias fueron de antología al grado que la prensa la apodó “La Dama del Yerro” en referencia distorsionada al famoso sobrenombre “La Dama de Hierro” que en su momento le dieron a Margaret Teacher, cuando era Primer Ministro de Gran Bretaña. Pues bien, Lagos Hernández -a quien en realidad le cuesta mucho hilar una frase completa y mucho más escribir su nombre de pila- llega como posición y cuña del innombrable para seguir controlando los hilos de la actividad pública del estado y por supuesto, para los negocios y turbiedades que se necesiten.
Además de llevar a Marlon Ramírez como subsecretario de Gobierno, cuyo desempeño ya es conocido por todos, acaba de nombrar a otros fantasmas de la fidelidad en diversos cargos. Los más bochornosos son Julio Cerecedo Aguilar en la Dirección de Política Regional y Roberto Álvarez Salgado en la Dirección de Gobernación. El primero es famoso por haberse enriquecido como subsecretario de Transporte en la fidelidad donde fue llamado “el zar de la corrupción” e incluso se hizo propietario de decenas de taxis y camiones de pasajeros. Se alió a determinados grupos de transportistas y persiguió a los contrarios. Todos los concesionarios del transporte urbano lo sufrieron y cuentan historias terribles de este funcionario.
Lo anterior sin considerar otros negocios más oscuros cuyas ganancias eran considerables. Cerecedo, era apodado en sus mocedades como “El poca luz” por su origen humilde pero hoy es un hombre millonario y su suerte creció porque es cuñado de Roberto López Delfín, quien fuera secretario particular de Miguel Alemán Velasco y le abrió de la burocracia estatal.
A principios de ese gobierno, el señor fue ratificado en el mismo cargo, la Subdirección de Transporte Público pero apenas si duró diez meses, aunque hoy lo resucitan y será el encargado de resolver conflictos y anticipar riesgos para la administración estatal. Lo ponen donde hay negocio, pues.
Y qué decir de Álvarez Salgado, ridículamente apodado como “El Mandinguita” desde que fue líder estatal de la Confederación Nacional Campesina (CNC). En las últimas tres décadas Salgado no ha dejado la nómina pública. Poco se puede decir de él, salvo su zalamería y prontitud para hacer lo que le pida el jefe en turno, el señor no arregla ni donde se acuesta. Esos son los cambios que componen la llamada “reingeniería” para el segundo tramo del sexenio, o sea, más de lo mismo.
OTRA DE FE RATAS
En estos días también se supo que la Comisión de Vigilancia de la Legislatura estatal ordenará presentar una denuncia penal contra el alcalde con licencia de Fortín de las Flores, César Torrecilla Ramos por un daño patrimonial de 35 millones de pesos. La corrupción con la que gobernó Torrecilla fue tan grande que en septiembre del 2012 tuvo que solicitar licencia al cargo porque era evidente que nadie podía controlar su cleptomanía ni ocultar el desastre. El edil alegó problemas cardiacos y hasta difundió una fotografía donde aparecía en un sofá de su casa con el brazo conectado a una sonda de suero.
Nada más falso, fue la salida que le permitieron sus socios en el gobierno estatal. El julio pasado el mismo Congreso estatal le concedió licencia definitiva en la alcaldía y ahora, un mes después anuncian que habrá denuncia penal porque no solventó las irregularidades. ¿No habría sido mejor detenerlo sin sobre aviso? Seguramente Torrecilla ya debe estar gozando en el extranjero -aunque hay quienes dicen que lo han visto haciendo vida social en la zona centro como si nada debiera- gozando de los millones que saqueó del ayuntamiento fortinense. Es parte de los asuntos que tendrá que denunciar o encubrir, depende de cuál sea su entereza, el próximo alcalde Armel Cid de León.
Claro, Torrecilla es el exhibido porque hay otros alcaldes que han solicitado licencia en sus encomiendas pero que también dejaron las finanzas en estado de desastre a los que se les cubre con un manto de silencio. La referencia inmediata está en la misma zona centro con el terrablanquense Francisco Portilla Bonilla, que no le dejó a su sucesor, Guillermo Rivas, ni para cubrir los gastos básicos del ayuntamiento y ahora el empresario suda la gota gorda para terminar el trienio. Por supuesto que en el pecado lleva la penitencia pues no se atreve a corregir el rumbo de la administración municipal, ni cortar la corrupción, ni correr a todas las rémoras que le heredaron. Sin la valentía para servir a los cordobeses, Rivas tampoco tiene derecho a quejarse y mucho menos a pasar a la historia de la ciudad en un lugar decoroso.