1.- La #ReformaEnergética planteada ayer por el presidente Enrique Peña Nieto es un acto de abdicación a la posibilidad de que los mexicanos administren su propia riqueza: como Pemex es ineficiente, y carece de los recursos de tecnología, capital humano y financiero para poder explotar el petróleo, lo mejor es entregar toda la cadena productiva a los inversionistas privados, ya sean nacionales o extranjeros. Así, con las reformas a los artículos 27 y 28 constitucionales, Pemex deja de ser un monopolio, y las grandes petroleras estadunidenses Exxon, Chevron y demás, podrán venir a México, descubrir yacimientos, explotarlos y compartir las ganancias con los mexicanos en un porcentaje indeterminado.
2.- A cambio, nos promete el Gobierno Federal que los precios de los energéticos bajarán para nosotros, los pobres consumidores, confiando nuevamente en la “mano invisible” del mercado, aunque no nos dicen ni cuándo, ni cómo. Claro que lo mismo nos prometieron en la privatización de Telmex, de los bancos, ferrocarriles y nunca nos cumplieron. El veleidoso mercado, inexplicablemente, siempre juega en contra de los más pobres.
3.- El sector energético está quebrado, nos dice un compungido secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, quien pintó un escenario de miedo para los próximos años. La salida no es castigar a aquellos que lo quebraron, ni desmembrar a un sindicato que tiene la productividad más baja de entre todas las empresas petroleras del mundo, y al dirigente Carlos Romero Deschamps que tiene vida de millonario. La salida, pues, es deshacerse del “oro negro”. Entregar los yacimientos, la riqueza, a aquellos que sí tienen la capacidad de gestionarlo. Una vez más, el Estado mexicano es fallido, y los mexicanos, idiotas para administrarse a sí mismos.
4.- El Gobierno Federal de Enrique Peña Nieto, de entrada, ni siquiera explora otros ejemplos de monopolios estatales que sí saben administrar la abundancia del oro negro. Específicamente, el caso Noruego y su empresa estatal, que en los 70 crearon un Fondo Nacional en donde se depositan todas las ganancias que obtienen por el mejor crudo del mercado, el Brent del Mar del Norte, que se destina a infraestructura y a sostener el nivel de vida. Casualmente, Noruega siempre aparece en el top tres de desarrollo humano.
5.- Se acabó la era de los monopolios estatales para garantizar los recursos energéticos de la Nación: Pemex deja de serlo en toda la cadena que va de exploración, explotación, petroquímica básica y secundaria, transportación y almacenamiento de crudo y gas natural. ¿Pero qué pasará con el sindicato? Nada se dice de ello. Tampoco de la posibilidad de que las gasolineras dejen de ser concesiones de Pemex, y ya podamos comprar el carburante sin esperar el gasolinazo nuestro de cada mes.
6.- En el caso de Comisión Federal de Electricidad, solamente pierde el monopolio en la generación de la energía eléctrica, aunque lo mantiene en la distribución y el control de la red. La propuesta de reforma constitucional tampoco aclara cómo operaría la competencia de varias empresas generadoras con un sólo distribuidor. Y mucho menos qué ocurriría con el poderoso sindicato electricista, menos ruidoso que el petrolero pero igual de improductivo.
7.- La base de la propuesta de Peña Nieto son los contratos —que no concesiones— de “utilidades compartidas” que firmarán las petroleras con el Gobierno Federal. Este tipo de regulaciones harán que la renta petrolera sea compartida con los agentes privados, pero éstos no podrán contar entre sus activos las reservas o yacimientos que encuentren. ¿Y la Comisión Nacional de Hidrocarburos? Bien gracias. ¿Y los riesgos? También. ¿En qué porcentaje se repartirán las ganancias? Una debilona ley secundaria se encargará de fijarlas. Ahí está el secreto del negocio.
8.- Para vencer las resistencias de los nostálgicos del pasado, los sentimentales que añoran un pasado mejor en el que la nación era el propietario originario de los hidrocarburos, el Gobierno Federal recurre al pasado en un salto cuántico para vendernos un futuro mejor: la #ReformaEnergética obtiene su legitimidad de asimilarse a la del legendario Lázaro Cárdenas, figura histórica de la nacionalización quien, según Peña Nieto, nunca descartó asociarse con la iniciativa privada para explotar la riqueza energética. ¿En serio se puede saltar de 1940 a 2013?
9.- A nadie le gustó la #ReformaEnergética de Peña Nieto. Al PAN le parece tímida, poco agresiva. Al PRD le parece demasiado arriesgada, lejos del verdadero cardenismo. La Bolsa Mexicana de Valores (BMV) tuvo una caída de 1.23 por ciento tras su presentación. El The Wall Street Journal dice que decepcionó porque no da garantía a los inversionistas privados al negarles la propiedad de los yacimientos encontrados. López Obrador dice que no, que Pemex y el sector energético no están quebrados y puede demostrarlo. Total, a nadie dejaron contentos Peña Nieto y sus muchachos.
10.- Y por último, el misterio más grande: Pemex dejará de ser un monopolio y reducirá su carga fiscal en el presupuesto, lo que abrirá un boquete en las finanzas públicas del país de por lo menos 8 por ciento o más. Peña Nieto no dijo cómo planea subsanar ese déficit. Y no quiere decirlo porque todos lo sabemos: #ReformaEnergética = #ReformaFiscal que gravará alimentos y medicinas con IVA. Es decir, para que las grandes petroleras ganen, los mexicanos perderemos.
Alguna vez Manlio Fabio Beltrones despotricó ante el intento de privatización de Calderón. ¿Acaso algo de lo que dice Beltrones está plasmado en la nueva Reforma de Peña Nieto?… ¡Nada! ¿Entonces ya perdimos la confianza?
¡Hipócritas, dense cuenta, que ayer opinaban lo contrario de lo que quieren hacer hoy!