Estados Unidos.- Fuera presiones, los recuerdos del pasado, los experimentos fallidos y hasta la desconfianza. La Selección Mexicana se quiere renovar en cada aspecto y ante Costa de Marfil dio su primer paso.
Cuatro goles, espectáculo ofensivo, alegría en el campo trasladada a las gradas y el debut de Christian “el Chaco” Giménez. México dominó, generó ocasiones de gol, trató con delicadeza el balón, se ordenó y regresó a sus principios.
José Manuel de la Torre dejó los experimentos de lado, apostó por un sólo delantero con Oribe Peralta como punta, con Giovani dos Santos cargado a la banda derecha, Chaco por izquierda, Reyna suelto en la ofensiva, mientras Arce y Torrado controlaban el centro de la cancha.
El resultado fue que el Tri difícilmente soltó el balón, creó opciones ante el arco rival y asfixió a un equipo marfileño que apostó por dejar en un principio a Drogba, Kalou y Gervinho en el banquillo. La acción tuvo su consecuencia ante un equipo ávido de confianza y recargado en motivación y energías. El Tri tomó la estafeta, controló las acciones y se adueñó del marcador.
Si hace unos meses hilar más de 10 pases en conjunto lucía casi imposible en el equipo mexicano, ahora llegar a los 20 ó 30 sin respuesta rival era una constante. Técnica depurada, movimientos constantes, pases al espacio, desbordes por las bandas y remates a puerta.
Los goles en este partido fueron obra de Arthur Boka (autogol) al minuto 10, Oribe Peralta en dos ocasiones al 28 y 45, cerró la cuenta Ángel Reyna al 90. El ídolo marfileño Didier Drogba descontó de pena máxima a los 62.
El equipo mexicano se marchó entre aplausos y con la mente ya puesta en Honduras el 6 de septiembre en el estadio Azteca. La reivindicación parece acercarse.
Layún
El futbolista cordobés jugó 12 minutos y por primera ocasión en el Tri ocupó el número 18 en la casaca.
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