Por: Rodolfo Higareda / columnista
NOSOTROS LOS PROGRES
A dos meses del terremoto empezamos a ver que la burocracia, el oportunismo, la política barata y la corrupción empiezan a aparecer para aprovecharse de la tragedia, en detrimento de los afectados. El Gobierno de la Ciudad de México debe retomar el liderazgo para la atención de los damnificados, con la misma eficiencia con la que enfrentó la emergencia; cerrándole así la puerta a los profesionales de la simulación y el engaño.
Hasta ahora las autoridades han fallado en estar total y permanentemente cerca de quienes lo perdieron todo, o bien de aquellos que se encuentran en la incertidumbre absoluta, sin saber si sus hogares serán derribados o reparados. Y no es tan complicado, es cuestión de designar, en cada una de las construcciones afectadas, a un funcionario de buen nivel, preparado, sensible y con criterio.
Algunos tomarán con ironía la posibilidad de encontrar personal así, pero por supuesto que lo hay y mucho. Esa es la única manera de combatir las noticias falsas, la politización y las intenciones de sacar provecho económico de la tragedia. Desde mi punto de vista deben ser del Gobierno central, sin importar la dependencia donde laboren.
Y es que en estos días se han intensificado las protestas, al grado de cerrar calles y avenidas, exigiendo atención y claridad. Forzosamente los dictámenes de seguridad estructural deben ser realizados con absoluto rigor; y si es el caso que se determine la demolición, los ciudadanos deben tener el derecho de solicitar una segunda opinión.
Esto debe hacerse de manera expedita, al igual que urgente es ser precisos al comunicar los alcances hasta dónde llegan los apoyos; así como transparentes en la entrega de los mismos. A dos meses, todavía existen inmuebles acordonados sin que los propietarios tengan certeza alguna del destino que les espera.
El Gobierno no debe distraerse por el ruido de las campañas y el golpeteo por arriba y por debajo de la mesa. Mancera sabe lidiar con dos o tres o 10 asuntos a la vez. No es fácil, pero hoy más que nunca debe hacerlo; sobre todo si el Jefe de Gobierno piensa dejar su cargo próximamente. Esto no debe quedar como un pendiente, este tema debe entregarse bien encarrilado y aceitado.
El equipo especial de coordinación debe tener presencia, cercanía, comunicación y respuestas inmediatas con cada grupo de damnificados. De otra suerte, aquellos que ya se la saben desde el sismo del 85 harán de las suyas para sacar raja política de un asunto que requiere de todo menos de eso.
Aunque hay que decirlo, en aquel entonces el Gobierno fue inexistente y su parálisis, torpeza y negligencia tuvo que ser suplida por la acción ciudadana que al final le pasó una factura que seguimos pagando. Hoy estamos en otra circunstancia totalmente distinta. El Gobierno actuó de manera por demás ejemplar, por ello es innecesario abrir una puerta que solamente traerá complicaciones. Es cosa de moverse con paso más firme y certero, dando otra vez la seguridad al ciudadano de que su Gobierno lo arropa y acompaña.
