Zongolica.- Con flores en las manos y el recuerdo mezclado con la nostalgia, miles de habitantes serranos acudieron a los cementerios para visitar la última morada de sus seres queridos.
Ante las tumbas, la música del mariachi o de algunos artistas solitarios, hicieron derramar lágrimas a los presentes, que elevaron una oración por quienes se adelantaron en el viaje sin retorno.
Desde temprana hora, hombres y mujeres con rostros curtidos por el tiempo, caminaron el kilómetro que separa a la ciudad con la cima del cerro donde se encuentra el panteón, para dar los últimos toques de limpieza o esperar la Eucaristía que el sacerdote del pueblo ofrecería para recordar a los Fieles Difuntos.
Don Nabor, comerciante de 67 años, compartió que no sólo acude al panteón en Todos Santos, sino de forma frecuente, unas cuatro veces al año para recordar a sus padres y abuelos.
Indicó que sus cuatro hijos también acuden a limpiar las tumbas, no obstante ninguno de sus seis nietos está interesado en ver a “sus muertos”.
“Aquí están mi madre, mi padre y algunos tíos, a ellos les coloqué una ofrenda en la casa y ahora vengo a dejarles flores, esperó que igual a mí me vengan a acompañar de vez en cuando en mi ultima morada”, expresó nostálgico el entrevistado.
Precisó que no tiene muchas expectativas de vida al padecer diabetes, enfermedad que ya cobró vidas en su familia, pero mientras sigue adelante.
Pasado el mediodía, entre cruces, luego de haber despedido las almas, que según la tradición regresan al lugar del que provienen, el cementerio cobra vida.
Miles de personas llegan a recordar a sus parientes, unos llevaron comida para compartir, mientras otros, en silencio, retiran la maleza y levantan la tierra acumulada desde el año pasado.
Entre la multitud, se pierden Isabel y su marido, ingenieros que viven en el Puerto de Veracruz, quienes escucharon la canción Amarga Navidad del compositor mexicano José Alfredo Jiménez, que entonó un pequeño marichi que llegó a ganarse la vida entre los muertos.
“Mi mamá Gloria murió el día de Navidad, cuando estaba internada y muy grave, nos compartió que ella fue avisada sobre la fecha de su muerte, que sería la noche en que se recuerda el nacimiento de Jesús, por lo que la recordaríamos con esta canción y así es desde hace casi 12 años”, explicó la profesionista, que refleja una mirada a punto del llanto.
En la cima del cerro, ocupada como camposanto, se tejen distintas historias. Hay lágrimas y suspiros, dolor y alegría, convivencia y armonía. Es oportunidad de contar anécdotas que pareciera ocurrieron ayer, con personajes que ya no están físicamente, pero que son recordados con cariño por grupos numerosos de familiares y amigos.