El debate sobre la legalización de la marihuana pasa por alto que en la actualidad, en nuestro país, por mandato de la Ley General de Salud no se ejerce la acción penal por el consumo y la posesión de diversas drogas, entre ellas la marihuana, cuando se trata de cantidades para el consumo personal e inmediato conforme a la misma ley.
Como se ha expuesto en multitud de estudios e informes, nuestro país desde hace varios años ha dejado de ser un país de preponderante producción y tránsito de la droga, para también padecer los estragos del consumo.
Si bien es cierto que el mercado negro de las drogas tiene gravísimos efectos negativos en nuestras comunidades tales como la violencia, inseguridad, insalubridad, corrupción, entre muchos otros, los efectos de la deficiencia de una política de prevención y atención a la farmacodependencia también están a la vista de todos.
Hay quienes destacan que las bondades de la marihuana o las diferencias positivas con respecto a otras drogas o las bebidas alcohólicas, sin reparar, sobre el tema de la educación y la responsabilidad de la persona respecto de su salud y de la seguridad de la comunidad a la que pertenece.
Las campañas de concientización del consumo de bebidas referidas evidencian sus deficiencias ante el alto índice de incidentes relacionados con su consumo, entre los que se encuentran la violencia familiar, los accidentes automovilísticos, la inseguridad en muchas de las colonias de nuestro país, los problemas de salud pública, entre muchos otros.
Las necesidades y retos de la sociedad mexicana se encuentran en la promoción de una reforma energética a fondo, concluir la reforma educativa, la primera generaría recursos económicos importantes al país y la segunda establecería las bases para un desarrollo social fundamental para el aprovechamiento de tales recursos por parte de las futuras generaciones.
Al respecto, cabe recordar que en el sexenio pasado se elaboró una iniciativa de reforma en materia energética, que permitiría la inversión privada sin perder el control de los recursos naturales petroleros. Dicha iniciativa gozaba de cierta anuencia por parte del principal grupo parlamentario opositor en el Congreso de la Unión, sin embargo, debido a cálculos electorales, dicho grupo decidió anteponer los intereses de su partido a los del país. Ahora que ya se encuentra dicho partido político con la Presidencia de la República, considera que sí están dadas las condiciones para aprobar no sólo la reforma que hace casi seis años rechazó, sino incluso una propuesta más ambiciosa.
Estoy convencido de que el Partido Acción Nacional, la segunda mayoría en el Congreso de la Unión, tendrá la visión de Estado que el otro partido no tuvo, y tendrá la disposición para apoyar, por el bienestar de nuestra nación, una reforma que logre aprovechar los recursos naturales para apuntalar el desarrollo del país.
El debate sobre la legalización de la marihuana no debe ser utilizado como distractor de uno de los temas de mayor trascendencia nacional, como es la reforma energética; toda vez que se corre el riesgo de que ambos temas terminen por fracasar y postergar lo que tanto ha esperado nuestra sociedad en ambas temáticas.
Por un lado, considero que se soslaya el mandato legal para que se elabore un programa nacional para la prevención y tratamiento de la farmacodependencia y se ejecute en coordinación con dependencias y entidades del sector salud y con los gobiernos de las entidades federativas.
Por otro lado, estimo que los diagnósticos y las propuestas sobre la reforma energética están para su discusión en el Congreso de la Unión y aprobación a la brevedad para que, con los mecanismos de control y supervisión adecuados logren el objetivo de beneficiar al país y evitemos el verdadero temor de la sociedad -nada alejado de la realidad- que la reforma energética sea otro negocio más de unos cuantos sin beneficio alguno de los mexicanos.
La marihuana se vende, posee y consume en nuestro país con la acción y omisión del Gobierno federal y local, pues al igual que el resto de las actividades del crimen organizado no podría realizarse sin ese apoyo, el verdadero debate es el papel que la sociedad asume frente a la enfermedad de las adicciones por parte de nuestros jóvenes.