Todas las semanas aparecen noticias sobre la corrupción de grandes empresas transnacionales en todo el mundo. Durante este mes han destacado los actos ilegales cometidos desde hace varios años por empresas estadunidenses y británicas en la República Popular China. Como es natural, se trata de uno de los grandes mercados a conquistar y cualquier procedimiento es válido para quedarse con parte del negocio.
Como es tradicional en Estados Unidos, la gran empresa que participa en casi todos los países, conocida como IBM, ha aceptado llegar a un acuerdo por fuera de los juzgados, ya que siempre es más barato pagar diez millones de dólares por acusaciones de corromper a funcionarios en China y Corea. Por supuesto, como también es tradición en el ambiente judicial de ese país, pagan pero no aceptan que hayan hecho algo ilegal.
Otra empresa también famosa, llamada Qualcomm, ha tenido que reconocer que corrompió con regalos y otros beneficios a diversos funcionarios públicos de China, debido a que las autoridades norteamericanas están realizando una investigación en virtud de una denuncia anónima.
Sin embargo, la joya de la corona en materia de corrupción esta semana se la lleva la británica Glaxo SmithKline, una de las mayores farmacéuticas del mundo. Según los medios de comunicación, hasta la fecha las autoridades chinas han descubierto sobornos a médicos y funcionarios de salud por más de 489 millones de dólares y, a diferencia de los estadunidenses, en China se hacen públicos los nombres de las compañías involucradas, hayan sido juzgadas o no.
En una primera acción se detuvo a cuatro funcionarios de la compañía, a los que se sumaron 18 más esta semana, todos ciudadanos chinos; pero también detuvieron a una ciudadana británica y a su marido, quienes tenían una empresa de asesoría y, aunque no son parte de la citada farmacéutica, le han prestado servicios. Hasta el momento, conociendo el secretismo de las autoridades chinas, no se sabe si también están involucrados. Sería el primer personaje con pasaporte británico.
El entramado era lo que comúnmente hace la mayoría de las empresas farmacéuticas del mundo para vender sus productos. Por eso son de las que más caen en actos de corrupción y son sancionadas. Sin embargo, no aprenden. El mercado es el mercado.
Inventaban conferencias académicas a las cuales invitaban a aquellos que pudieran serles útiles para recetar a los enfermos sus productos y establecían relaciones con los médicos para realizar sus deseos personales, ofreciéndoles dinero e incluso favores sexuales, como lo declaró una empleada de la empresa.
Durante el último año las ventas de Glaxo en China aumentaron en un 20%, alcanzando un monto de mil 500 millones de dólares, cifra récord en sus anales. Es decir, les funcionó el sistema.
Lo que parece cómico en este caso —en el que algunos empleados confesaron ante las autoridades, de manera textual, que los ejecutivos de la compañía les dieron indicaciones claras de corromper a los médicos— es que los directivos en Inglaterra se mostraron “sorprendidos” y, por supuesto, han contratado a otra compañía para hacer las investigaciones correspondientes, pues afirman ser incapaces de cometer tales actos, contrarios a “los valores y estándares” de la empresa. Asimismo, muy correctos señalan que están dispuestos a colaborar con las autoridades, hasta las últimas consecuencias.
Lo peor para Glaxo está por venir, en el caso de que las autoridades estadunidenses les abra una investigación por corrupción de funcionarios en el extranjero, de conformidad con su Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero. Si esto sucede, tendrán que pagar una multa considerable.
Una y otra vez vemos que grandes multinacionales siguen corrompiendo a funcionarios, a pesar de las leyes supuestamente cada día más severas. Al final, a la mayoría de las empresas, hasta ahora, les resulta más barato pagar cuando los descubren, que comportarse de acuerdo con la legislación. Ésta es su verdadera ley.