NACIDOS PARA PERDER
No tiene desperdicio la noticia de que el candidato perdedor de la diputación federal, Francisco Cessa Servín se fue definitivamente de la Dirección Municipal de Desarrollo Social del Ayuntamiento cordobés como las “chachas” -con una disculpa de antemano para las trabajadoras domésticas que en su mayoría son gente honrada, no como este señor- pues ni siquiera regresó de su licencia que tramitó para ir a coordinar la campaña electoral de otro perdedor: el terrablanquense Francisco Portilla Bonilla. A Cessa Servín le acomoda el famoso corrido de La Martina, pues “ni por la silla volvió”.
Sin embargo, al ahora exfuncionario habrá que reconocerle cierta congruencia por su decisión de no regresar al cargo administrativo. Algunos dicen que no quiere recibir órdenes del alcalde sustituto, Guillermo Rivas Díaz, con quien no tiene buenas migas y otros, aseguran que en las últimas semanas a hecho antesala en diferentes oficinas de palacio de gobierno para acomodarse de nueva cuenta en la administración estatal. Sea una cosa u otra, lo cierto que es que Cessa Servín es una de las viudas de Portilla Bonilla que deambula por ahí llorando sus amarguras.
En contraparte, hay otros que en verdad son “viudas alegres” pues a pesar del descalabro electoral sufrido siguen aferradas a los cargos gubernamentales y partidistas como si nada hubiera ocurrido. Tal es el caso de Octavio Lara Báez, quien tuvo la desfachatez de volver -porque de regresar, no regresa nada de lo que se llevó- a la regiduría a cobrar las siete quincenas restantes. Más aún, este señor se niega a dejar la dirigencia municipal del PRI pese a que lleva tres derrotas al hilo: la diputación federal en el 2012, la diputación local y la alcaldía en los comicios recientes.
Lara Báez hizo declaraciones cantinflescas a los medios locales tratando de justificar el fracaso del 7 de julio. Afirma que “nadie tiene la culpa” de que el tricolor mordiera el polvo, que no tiene por qué irse de la dirigencia priista y que están haciendo un “análisis serio” sobre lo sucedido en los comicios pasados. Vaya, si se aplicara la ortodoxia política como en otros tiempos, Lara Báez ya estuviera exiliado en la tundra siberiana.
Empero, no todo está perdido pues a nivel estatal ya se prepara el relevo en la dirigencia Estatal del PRI y por ende también llegará la guillotina a las estructuras municipales donde se entregaron malas cuentas. Hay militantes cordobeses que han expuesto ante la dirigencia estatal la necesidad de auditar las finanzas de la campaña del tricolor en Córdoba y en especial revisar con lupa el destino de los dineros y los apoyos en especie que se canalizaron para las campañas de Salvador Abella García.
No hay que olvidar que en el 2012, tras la derrota del propio Francisco Cessa Servín en la diputación federal, los mismos priistas cordobeses sacaron a la luz una serie de negocios que se hicieron con las despensas y recursos que desde Xalapa se enviaron pero que nunca llegaron a sus destinatarios. Las irregularidades del año pasado le fueron perdonadas a Lara Báez pero ahora muchos claman porque a esa “viuda alegre” se le lleve al cadalso para ser escarmentada.
Sea o no sea castigado, la pregunta es ¿qué hará Octavio Lara después de concluir su cargo como regidor? Una propuesta acertada es que podría fundar su propia asociación política, ahora que están de moda esas organizaciones, y ésta podría llamarse “Nacidos para perder” y seguramente a ella podrían afiliarse muchos priistas que hoy en día están probando el trago amargo de las derrotas consecutivas, aunque también hay panistas y perredistas que serían buenos militantes de la nueva agrupación de Lara Báez. ¿No creen?
APURADOS Y DEPURADOS
Por ejemplo, también pueden sumarse los ex panistas Jorge Luis Martínez Ballesteros y Luis Enrique Zamudio Toledano quienes antes de los comicios del 7 de julio renunciaron a la dirigencia municipal del blanquiazul, lanzando anatemas y profetizando la derrota de su partido. Es más, los señores se dieron el lujo de anunciar que la desbandada de militantes era un hecho y que se llevarían 5 mil votos azules -los que, por supuesto, pusieron al mejor postor-.
Ambos prometieron que con esos 5 mil sufragios harían ganar a los priistas Salvador Abella y Francisco Portilla, o en su defecto llevarían al triunfo a otro ex panista, el diputado local con licencia, Juan Carlos Castro que fue postulado por el Partido Alternativa Veracruzana. A ninguno de los tres les cumplieron y todo fue un mito. Ahora, a casi un mes de las elecciones del 7 de julio, Martínez Ballesteros y Zamudio Toledano andan a salto de mata, escondiéndose de los que les reclaman su mentira y la devolución de lo que cobraron para armar el sainete. La fuerza política de ambos fue similar a la de una botella de agua mineral destapada desde hace un mes.
Por cierto, ambos líderes cordobeses junto con Juan Carlos Castro, Julio Saldaña en el puerto de Veracruz, el también porteño y diputado local, Óscar Lara Hernández, el ex delegado de la Secretaría de la Reforma Agraria (SRA), Alberto Meza Abud y el ex diputado federal y ex delegado del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en la zona sur, con sede en Orizaba, Miguel Ángel Lara Bello, forman parte de los 150 panistas que están en proceso de ser expulsados formalmente del blanquiazul por haber apoyado a otros partidos políticos o convertirse en candidatos de los mismos.
Aunque no lo hicieron abiertamente pero si operativamente, otros dos que también están por ser incluidos en la lista para ser expulsados son el ex dirigente estatal, Alejandro Vázquez Cuevas -todo depende de cómo lo encubra el actual comité estatal, a cargo de Enrique Cambranis que fue su incondicional- y el ex diputado federal cordobés, Mauricio Duck Núñez. El primero apoyó al AVE y el segundo, anunció, como su fuera un profeta, la derrota de Ríos Bernal en Córdoba, y auguró el triunfo del tricolor.
Hoy, nadie lo consuela y si no lo expulsan, Duck seguirá en la banca. Claro, si es que antes no se suelta la cabellera de una vez y se afilia al PRI, al AVE o al Partido Cardenista, o por lo menos a la asociación Generando Bienestar, que formó su padrino político, el expanista Gerardo Buganza, aunque ese es otro al que le fue muy mal en los comicios y su estrella comienza a declinar.
En fin, en el panismo muchos andan apurados por el proceso de expulsión, no porque tengan que salirse del partido sino porque al irse adelgazan los grupos internos que encabezan el propio Cambranis, Vázquez Cuevas, Rementería del Puerto y Bueno Torio. De ahí que no se descarta que el famoso proceso de depuración termine en mera simulación y al final sólo unos cuantos sean sacrificados ya que esas corrientes no pueden darse el lujo de quedarse sin operadores cuando en el 2014 se dará la renovación de la dirigencia estatal, y está en puerta una nueva guerra entre amurallados y yunistas.
SESENTA AÑOS
El pasado viernes 26 de julio se cumplieron 60 años del asalto al Cuartel Moncada en Santiago de Cuba, realizado en 1953 por 135 jóvenes guerrilleros liderados por los hermanos Fidel y Raúl Castro, lo que representó el primer intento para derrocar al dictador Fulgencio Batista. El ataque resultó fallido pues las tropas fulgencistas lograron repeler a los sublevados y muchos de ellos fueron detenidos y fusilados. Los hermanos Castro lograron evitar la pena de muerte pero no la prisión en la que estuvieron algún tiempo y después partieron al exilio en México.
El dato es cercano a Veracruz pues tres años después, el 25 de noviembre de 1956-, los hermanos Castro y otros rebeldes, entre ellos el médico Ernesto “Che” Guevara, zarparon del puerto de Tuxpan a bordo del barco Granma -contracción de la palabra inglesa grand-mother (abuela)- para iniciar la Revolución Cubana. Los guerrilleros cubanos habían estado entrenando en la sierra norte de Veracruz, y se autodenominaban integrantes del “Movimiento 26 de julio”, en referencia a la fecha del primer asalto al Cuartel Moncada.
Los nuevos ataques de los rebeldes cubanos iniciados el 2 de diciembre de 1956 encendieron la mecha de la guerra civil en la isla que logró derrocar a Batista y culminó tres años más tarde, el primero de enero de 1959 cuando se declaró el triunfo de la Revolución Cubana. Y claro, los revolucionarios cubanos fueron ayudados en su momento por un veracruzano, el ex gobernador Fernando Gutiérrez Barrios, en ese tiempo titular de la temida y poderosa Dirección Federal de Seguridad, a través de la cual detuvo a Castro y después, lo liberó, apoyando discretamente -al menos, no interviniendo ni evitando- el proyecto sublevación contra el gobierno de Fulgencio Batista.
Es parte de la cultura general, ligada a Veracruz, tan necesaria en estos tiempos de predominio del analfabetismo político y orgánico. El primero es cuando las personas se dicen orgullosa de no interesarse en la política cuando de ahí vienen todos males o bienes que se padecen, y el segundo, el analfabeta orgánico, es aquel que sabe leer y escribir pero ni lee ni escribe, como la mayoría de los políticos y funcionarios, empezando por el copetón Enrique Peña Nieto, mal ejemplo para las nuevas generaciones.