Córdoba.- Los obreros del ingenio San Miguelito consideran que se han quedado huérfanos con la partida del secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Industria Azucarera y Similares de la República Mexicana (STIASRM), Adrián Jesús Sánchez Vargas; otros reconocen haber obtenido logros sindicales en sus factorías. Hoy la pena de su fallecimiento une a la familia azucarera, por lo que la casa de sus padres se encuentra abarrotada por trabajadores de 58 industrias que representaba.
Como líder de más de 50 mil obreros de 58 fábricas en 15 estados del País generó opiniones diversas, positivas y negativas a lo largo de nueve años en el Sindicato Nacional, pero Adrián era más que un líder y la barrera entre la familia azucarera y la personal se rompieron, uniéndose ambas.
Adrián Jesús Sánchez Vargas, nació en 1951, y fue el segundo hijo de Carmen Vargas Sánchez y Abundio Sánchez Esquivel, quienes al lado de tres hijas más y cientos de obreros elevaban oraciones en su hogar. Fue estudiante de la Escuela Secundaria de Bachilleres Artes y Oficios (ESBAO).
El padre del líder, obrero pensionado del ingenio San Miguelito, en exclusiva para EL BUEN TONO contó: “Ingresó al ingenio a los 15 años de edad, como aprendiz de eléctrico, quería que aprendiera a ser tornero, pero no había cupo”.
Por tres años se capacitó como eléctrico, “me siento orgulloso de él porque nunca generó un problema, siempre estable, un poco flojo en su adolescencia, porque me enviaban a buscarlo y lo encontraba descansando en las estivas, sin embargo, logró colocarse como eléctrico de planta y terminó siendo jefe eléctrico”. Sánchez Vargas, también tuvo una carrera en la Sección 26 del ingenio San Miguelito, donde además fue secretario general, posteriormente se convirtió en el suplente del exsecretario nacional, Enrique Ramos Rodríguez, quien en 2008 fue removido del cargo por irregularidades y Adrián asumió el cargo hasta el pasado viernes, cuando falleció por la mañana en un hospital en la Ciudad de México, quien además era suplente del Secretario Nacional de la Confederación de Trabajadores de México (CTM).
Los fines de semana eran familiares, por ello, a las 10:00 horas del sábado llegaba a casa de sus padres y se iba hasta el domingo a las 18:00 horas a México; pero la última vez que vino fue hace 12 días, cuando acudió al funeral de su amigo José Luis El Pelavacas, expresó su hermana Marisol, quien recordó que muchos de sus amigos partieron y se daba tiempo de dar el último adiós a todos ellos.
Su padre, un poco triste reconoce que el médico que atendía a ambos, hace tres años le dijo: “Su hijo está muy enfermo, más que usted, urge que se atienda; hablé con él, pero no aceptó”, indicó con pesar.
“Algunas de las cosas que no hablábamos porque no aceptaba conversación era en la política y evitábamos eso. Lo recuerdo contento, creo que en las últimas fechas se sentía más mal y por eso a veces parecía enojado. Pero le gustaba el deporte y consideraba que con el ejercicio se disminuiría el problema de la diabetes, corría hasta 14 kilómetros a últimas fechas”, recordó.
Esta semana corrió, pero el miércoles empezó a sentirse mal, pues le había subido el azúcar, debido a esto requirió hospitalización, ahí le dijeron que presentaba problemas en los riñones, mismos que se le complicaron hasta sufrir un infarto.
La última vez que lo había visto fue hace tres semanas, pues por complicaciones laborales no había acudido, siempre daba a sus padres dinero como un “domingo”, pues sabía que ellos tenían necesidades y desde la juventud asumió cooperar para la familia.
Habían planeado viajar a Oaxaca en las Fiestas Patrias, pero el viaje se suspendió, porque él enfermó aunque no esperaban un desenlace fatal, el cual los tiene consternados, pero tienen la satisfacción de haber sido unidos.
Entre las anécdotas que recuerdan de su juventud es que gustaba de subir a estudiar a los árboles y, cuando llovía muchas veces los libros se le mojaron.
Así otros familiares comentaron que en aquellos tiempos se colgaban de los camiones cañeros, cuando el camino era de terracería, sólo por diversión. También jugaba fútbol y desde pequeño tenía una complexión robusta a pesar de hacer ejercicio; en su adolescencia con su amigo Pancho “Dumbo” se juntaron para ir a Guadalajara a ver a su equipo favorito: Las Chivas.
Así era la otra vida de Adrián Jesús, quien deja a sus hijos Adrián, José Abundio, Enrique y Eder Luis, padres y tres hermanas, así como a 50 mil obreros que ayer por turnos, hicieron guardias ante su féretro para rendirle los últimos honores, además de llevar cientos de arreglos florales.
Hoy dará su último recorrido por el pueblo para ser sepultado de acuerdo a las tradiciones de su familia.