Michoacán es el punto donde se encuentran todas las debilidades de lo que en materia de seguridad tiene el país
Recordamos el 10 de abril como el día que, decíamos, era el más violento que había vivido Michoacán en lo que iba de 2013. En aquel entonces, 14 personas perdían la vida y otros más resultaban heridos en enfrentamientos entre miembros de grupos armados y autoridades. Pero luego llegó el día 28 de ese mismo mes, diez muertos y en la misma zona, la región del estado denominada como Tierra Caliente, esta vez todo ocurrió entre miembros de guardias comunitarias y narcotraficantes.
Así, poco a poco, Michoacán fue contando más y más enfrentamientos y muertes. El 16 de junio en Cotija de la Paz murieron tres personas. Tres días después, el 19, otras tres personas aparecieron colgadas a la entrada de Buenavista Tomatlán.
Pero lo de estos últimos días no ha tenido precedente, más de 24 muertos en incidentes registrados en el camino que conduce de Tumbiscatío a Arteaga. Horas después una emboscada a elementos de la Policía Federal en Coahuayana.
Decenas de heridos y un Gabinete de Seguridad local que se encerró con los miembros del federal, ante el llamado exprés de Enrique Peña Nieto, para armar una nueva estrategia que ponga un alto a esta ola de violencia que inició hace tanto y que ha visto a varios gobernadores pasar por la oficina de despacho en Morelia sin que haya habido mejoría.
Más ahora, con la ausencia de una figura de autoridad como la que significa un gobernador. Apenas supimos el lunes que a Fausto Vallejo le era aprobada otra licencia por 180 días para que termine su recuperación tras el trasplante de hígado al que fue sometido. Que aunque con Jesús Reyna en el interinato, lo cierto es que políticamente, esto le resta confianza y fuerza a uno de los gobiernos que ha tenido que enfrentarse a uno de los grupos criminales más peligrosos, como lo es La Familia Michoacana.
El estado enfrenta hoy la que es, con toda seguridad, su crisis más fuerte. La violencia lo ha dejado ver como un territorio donde el poder criminal se ha sentido más fuerte que el de las autoridades. Ahora, también, además de los cárteles, apareció la fuerza de las guardias comunitarias que muchos dolores de cabeza ha sacado en los dos bandos y que ha obligado a las autoridades a reconocer cierta fuerza en sus filas e intenciones.
Michoacán es el punto donde se encuentran todas las debilidades de lo que en materia de seguridad tiene el país, en estos años se ha convertido en una tierra donde esta inestabilidad cierra carreteras, así como centrales camioneras.
No hay seguridad en un estado donde tantas dudas se tienen de cuál debería ser su camino tras la ausencia del gobernador: suspensión de poderes, nueva elección o esperar para nombrar a un sustituto. Aunque lo que urge, por supuesto, es terminar, al menos dar un paso significativo que disminuya la violencia que ha convertido a Michoacán en esa tierra furiosa, pero también deseosa de dejar el más triste y trágico archivo de la violencia nacional.