Fue la primera captura significativa de la actual administración de Enrique Peña Nieto en materia de crimen organizado.
La nota que acaparó la atención mediática esta semana fue la captura de Miguel Ángel Treviño, alias el “Z-40”, líder del sanguinario cártel de Los Zetas. A diferencia de la administración anterior, cada vez que se capturaba a alguien decían que ése sí era “uno de los más buscados y peligrosos criminales” -aunque nadie los hubiera oído mencionar nunca-, el Z-40 sí tenía una fama que lo precedía. La información y acontecimientos que rodearon la detención de este personaje pueden describirse con las letras del alfabeto.
A de Alegría. El Z-40 fue la primera captura significativa de la actual administración de Enrique Peña Nieto en materia de crimen organizado, lo cual debió haber hecho muy feliz al Presidente y a su gabinete de seguridad.
B de Burla. Al día siguiente de su detención, la opinión pública se enteró de que el narcotraficante pidió amparos para no sufrir golpes, tortura, azotes y maltratos. Resulta paradójico que un delincuente causante, entre otras cosas, del asesinato de más de 260 inmigrantes, pida protección; pero resulta también irónico que alguien tenga que solicitar la protección judicial para que no lo torturen los cuerpos policiacos.
C de Cambio. Hubo varios hechos que mostraron la diferencia entre administraciones federales en la forma de presentar a los detenidos. Con Felipe Calderón se montaba un show, en el que salía el narcotraficante rodeado de policías cubiertos. La mesa llena de dinero o armas no podía faltar. En esta ocasión no hubo montaje. Se distribuyeron fotos oficiales donde se veía a un campante personaje recorriendo los pasillos de la SEIDO con un par de militares imprudentemente descubiertos. Las formas fueron completamente distintas pero las dos, a su manera, pecaron de excesivas.
I de Intervención. Aunque se dio a conocer que la captura había sido por parte de elementos de la Marina “sin soltar un sólo disparo”, al día siguiente se comenzó a filtrar que el gobierno de Estados Unidos habría apoyado a las autoridades mexicanas con la ubicación del criminal.
D de Debido proceso. Ese término fue el que más se escuchó después del arresto de Treviño. Resulta que con tal de no violar tan sagrado precepto se cuidaron excesivamente las formas, a tal grado que no se esposó al “Z-40” a pesar de que, según las propias autoridades, ya había tratado de escapar en el operativo y que en ese intento fue cuando cayó y se golpeó, de ahí los moretones que presentaba en la cara.
N de ¿No qué no? En las últimas semanas, ha habido un repunte de hechos violentos en diversos estados. Podría ser una triste coincidencia, pero no favorece las declaraciones del Gobierno federal de que no se esperaba ninguna reacción violenta después del arresto del Z-40.
R de Reconocimiento. En México y en el mundo se reconoció la labor del gobierno mexicano. Estados Unidos le puso al gobierno de Peña Nieto el sellito de abejita trabajadora, y afirmó que se confirmaba el compromiso del Gobierno federal por seguir combatiendo al narcotráfico, eliminando así la sospecha de que en este sexenio había ojo de hormiga con el narco.
S de Sospecha. Al reconocimiento le siguió la sospecha. Resulta normal y casi saludable que el mexicano sospeche pues Pienso oh patria querida que el cielo, un sospechosista en cada hijo te dio. En este caso, las dudas no se hicieron esperar, ¿fue pactada su captura y por eso lo trataron con pétalos de rosa? ¿Cómo es que Treviño no se dio cuenta de que lo seguía un ruidoso helicóptero? ¿Treviño era agente de la DEA? ¿Por qué iba tan solo? Esta duda surge a pesar de que hay antecedentes de que varios narcotraficantes han sido capturados justamente cuando no están rodeados de su gente.
Z de Z-40. Se han dicho muchas cosas sobre este caso, pero al final de todo “haiga sido como haiga sido”, el Z-40, el líder del cártel que ha provocado terror en varios estados, fue capturado.