Lo que le sucedió a Ángel de María Soto pareciera un guión de película. Una situación que no podría calificarse como una de “esas cosas que pasan”, porque en su muy particular caso hubo dolo por parte de quien hizo el cambio de maletas y de quien robó el pasaporte. Qué mala fortuna la de esta joven maestra veracruzana, quien vio frustrado el viaje que planeó tanto y que la llevaría a las jornadas que realizará el papa Francisco en Brasil.
Qué mala fortuna, pero qué gran convocatoria. Y es que su liberación, se logró a través de presión mediática y en redes sociales que orillaron al mismo titular de la PGR, Jesús Murillo Karam, revisar el caso, para entonces darse cuenta que Ángel de María Soto, efectivamente era inocente.
Un hecho inaudito, aunque no impensable. Si algo hemos visto de los grupos criminales es que se las ingenian muy bien para el transporte de droga. No importa el tamaño del cargamento, encuentran la forma de transportarlo. Incluso con estrategias como ésta, de la que fue víctima Ángel de María.
Por supuesto que ahora, además de esclarecer de quién eran los diez kilos de cocaína encontrados en la maleta que se presumía era de la profesora, incluso si la pérdida del pasaporte es un hecho ligado a esto, se deberá hacer un serio análisis del caso.
Y es que así como escribía Joaquín López Dóriga en su texto en Milenio, sobre que con otro esquema de procuración de justicia, otro habría sido el cuento. Lo cierto también es que no sólo se debe revisar lo que se tiene en esta materia para este tipo de sucesos no tenga cabida. Cómo es posible que acusaciones de este tipo surtan efecto sin mayor investigación, sólo valió una desafortunadísima cadena de coincidencias. ¿Cuántos casos existirán en nuestro país bajo este mismo patrón?
El análisis que lleve a un mejoramiento en la impartición de justicia en nuestro país deberá ser muy cuidadoso, específico y detallado para que tampoco, conociendo cómo se las gastan los criminales, el “confundieron mi maleta” o “esa no es mía”, pueda convertirse en un escape fácil, sabiendo que ya hay un antecedente, el de Ángel de María.
Lo que sí es cierto, es que este tipo de casos sólo develan todos esos tantos huecos legales que existen en nuestro país. Por un lado a las autoridades les permiten armar casos y sus consecuencias, sin la menor comprobación, el chiste es cerrar un caso. Y por otro, esos huecos también le permiten a los criminales hacer uso de su propia interpretación para sacar ventaja legal que les permita librar el peso de la justicia.
Vaya huecotes los de la nuestra, que permiten que la vida de un buen ciudadano cambie de un momento a otro, y al mismo tiempo, que los criminales puedan seguir operando con toda tranquilidad.