Por: José Miguel Cobián / columnista
La frase de Bill Clinton en aquélla ocasión fue muy clara: “Es la economía, estúpido”. Exitosa campaña en 1992, que le valió ganar la elección presidencial y que se asegura proviene de uno de sus principales asesores, James Carville. Mientras George H. W. Bush (padre), se dedicaba a tocar otros temas, Clinton le prestó más atención a la economía, que era la verdadera preocupación de los americanos en esas fechas, a raíz del enorme déficit que habían dejado la primera guerra del Golfo, a pesar de que fue un éxito para USA, así como el supuesto fin de la guerra fría.
Hoy, podríamos parafrasear a Clinton y decirle a los asesores de la Presidencia de la República Mexicana que “Es la corrupción estúpido”.
Allá en las alturas del Olimpo, los asesores del Presidente le han susurrado al oído que tiene muchos logros para poder demostrarle a los ciudadanos que su sexenio ha sido exitoso. Comienzan con el as bajo la manga, de presumir que es el sexenio dónde más exgobernadores están tras las rejas. E incluso podrán presumir que algunos comenzaron sus fechorías durante el sexenio de Calderón, y mientras el PAN no hizo nada en contra de ellos, a pesar de ser de mayoría priista, el propio Gobierno Federal emanado del PRI los tiene a la sombra. También promoverá como éxito el crecimiento de empleos, el tránsito por la crisis de 2016 sin mayores sobresaltos para la economía mexicana, y las historias de siempre, de infraestructura construida, y todo eso que a los mexicanos no les interesa e incluso, les aburre.
Ese grupo de asesores no se ha dado cuenta de que el pueblo de México está ahora un poco más harto de lo que estaba hace seis años, con la gran diferencia que la mayoría de los mexicanos han sido testigos que opinan y aseguran que la corrupción de este sexenio es similar a la de José López Portillo, con la consiguiente impunidad para aquéllos que son cercanos al círculo de poder. De ahí el gran éxito del discurso de López Obrador, que sin dar más explicaciones, ni tener en su discurso una sola línea de cómo va a lograrlo, el solo hecho de que condene la corrupción de la “Mafia en el poder” es suficiente para atraer a las masas que poco analizan las propuestas y se guían tan solo por frases que reflejen sus propios intereses.
El pueblo de México hoy es más educado, más consciente de que los abusos de poder afectan a todos. Es un pueblo que como dijo Colosio en su momento, está ávido de justicia. Sabemos que el aparato de justicia mexicano es corrupto, que la procuración de justicia sirve a intereses ajenos a los de la Nación. Que muchas fuerzas de seguridad están coludidas con el crimen organizado, que somos víctimas de una impunidad que permite que cualquier funcionario nos extorsione, que nos amedrenten con una aplicación desviada de la Ley, que se usa como arma de venganza o de gracia política. Estamos conscientes de que quien comete un crimen de cualquier tipo saldrá impune, por eso cada vez más hay grupos numerosos que se animan a violar la Ley.
La colusión entre funcionarios de todo tipo y maleantes ha llegado a extremos brutales de cinismo. Lo mismo nos enteramos de que un subsecretario de Seguridad Pública en Puebla está vinculado con un líder huachicolero (llevando las sospechas a niveles de exgobernadores), que un Fiscal estatal sea el coordinador del narcotráfico en su Estado, o que un secretario de Seguridad Pública esté vinculado con criminales en otro Estado. Y eso sin comentar la indignación que hasta el día de hoy causa la relación del Presidente de la República con las grandes constructoras del sexenio, relación que no se ha visto afectada ni por denuncias ni por descubrimientos de corrupción, colusión y mal trabajo realizado. Bueno, ni siquiera el criminal socavón de la autopista de Cuernavaca ha llevado a nadie a rendir cuentas ante la justicia. A pesar de que a ojos de los mexicanos queda claro el nivel de corrupción en la SCT, el titular sigue tan campante…
La indignación nos tiene hasta la ma… Esa es la verdadera expresión. Los mexicanos estamos hasta la ma… de tanta corrupción y cinismo de nuestras autoridades. Estamos hartos de que existan leyes que nadie aplica. De funcionarios que no atienden a la población porque están ocupados encima de su ladrillo, disfrutando de las alturas y alcances que les otorga su puestecito o puestesote, según el caso.
El gran tema de México es la corrupción e impunidad. Tema que no van a opacar unos cuantos exgobernadores en prisión, pues para los mexicanos, por cada exGobernador preso, hay mil funcionarios que también deberían de estar acompañándolo, así que nos suena a “taparle el ojo al macho” con algún pez gordo, en lugar de un combate frontal. Al grado de que vemos a un Congreso Federal cómplice, que no designa a un Fiscal anticorrupción, que no modifica las penas para que sean equivalentes a cualquier delito similar cometido por un particular. México está harto de que los políticos hagan negocios a costillas de los mexicanos.
El Gobierno cada día pierde mayor legitimidad, y con ello, el respeto a las normas por parte de los ciudadanos. Ningún corrupto puede exigir el cumplimiento de una Ley que el propio corrupto no cumple. Ese es el criterio de más y más mexicanos. Por eso el gran desprecio entre población y servidores públicos. El rechazo cada vez es mayor, en lugar de verse unos como ciudadanos que merecen atención y los otros como funcionarios que merecen respeto y reconocimiento por su labor al servicio de los demás.
¿Hasta dónde quiere llegar señor Presidente? ¿Hasta dónde señor Gobernador? Alcalde: ¿No te basta con el desprecio de tus gobernados por tus actos de corrupción por todos reconocidos? México no puede continuar así. La clase gobernante piensa que podrán manipularnos y saquearnos para siempre… ¡Cuidado! Podemos tomar decisiones de las cuales nos lamentemos después, pero también, quien no arriesga, no gana. Tenemos la opción de seguir como vamos, o de cambiar de carril a ciegas. Y no nos gusta seguir como vamos.
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