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Presenta el riesgo de una fractura en el partido

Superiberia

 Por: Catón  / columnista

Lord Feebledick regresó a su finca rural después de terminar la cacería de la zorra. Iba de pésimo humor, pues los perros, en vez de perseguir a la zorra, fueron todos tras una chucha en celo que ni siquiera pertenecía a la partida. Así, la cacería fue un fracaso. Para colmo la zorra les hizo a los cazadores señas obscenas cuando advirtió que ya no podían perseguirla. Lord Feebledick se encaminó a su alcoba, y lo que vio ahí aumentó la mohína que le empecía el ánimo: su esposa, lady Loosebloomers, estaba en el lecho conyugal en trance adulterino con Wellh Ung, el pelirrojo mancebo encargado de la cría de los faisanes. “¡Ah, villano traicionero!” -le gritó el mitrado marido al mocetón-. ¡Bellaco, tunante, truhán, bergante, pícaro, bribón!”. Al oírse motejar así Wellh Ung le preguntó tímidamente a su empleador: ¿Significa eso, milord, que no me va a dar el aumento de sueldo que le pedí ayer?”… El PRI quitó candados a sus requisitos para ser candidato. Con eso amplía las opciones para el dedazo. Ahora puede haber más tapados; el señor Presidente tiene mayor campo dónde escoger. Se democratiza la antidemocracia, y las posibilidades de ganar suplen a la militancia. Los cambios realizados son evidencia del problema que el PRI afronta de cara a la elección presidencial de 2018: entre sus militantes no hay ninguno que pueda ser un candidato viable, de modo que el partido se apresta a buscar su abanderado entre los llamados “simpatizantes”, o sea fuera del campamento. Eso presenta el riesgo de una fractura en el monolítico partido de la Revolución, pues quienes forman la militancia tradicional no verán con buenos ojos la irrupción de alguien a quien mirarán como a un advenedizo, y a quien negarán su apoyo, o en el mejor de los casos se lo darán a regañadientes. Como se ve, el PRI está firmemente decidido a mantenerse en su tercer lugar… La señorita Peripalda, piadosa catequista, habló con Facilda Lasestas, la mujer más complaciente del pueblo, que a ningún hombre sediento negaba nunca un vaso de agua. Le dijo: “Habrá un retiro espiritual organizado por la Cofradía de la Reverberación. Serán tres días de oración, meditación y mortificación. Si asistes a ese retiro tu alma quedará lavada”. Facilda, que gustaba de la limpieza, accedió a ir. Al tercer día la señorita Peripalda le preguntó: “¿Cómo la estás pasando?”. “Yo muy bien –dijo Facilda-. Las que se están aburriendo soberanamente una de la otra son mis piernas. Jamás habían estado tanto tiempo juntas”… Un hombre de la ciudad fue al campo a buscar a un tal Silvestrino que, le dijeron, estaba vendiendo su cabaña en el bosque. Le preguntó a un lugareño dónde podía encontrarlo. “Vive a la vuelta del camino -le indicó el sujeto-. Pero le recomiendo que vaya a pie, no en su automóvil”. “¿Por qué? –se extrañó el visitante. Explicó el otro: “Hace unos meses su esposa se fugó con un agente viajero. Ahora cada vez que Silvestrino oye llegar un coche piensa que es el agente que viene a devolverle a la mujer, y escapa al monte”… FIN.

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