Por: José Miguel Cobián / columnista
El juego del tío Lolo, es el deporte favorito de los mexicanos; A las pruebas me remito
Medio México está distraído con la captura y juicio al exgobernador Javier Duarte de Ochoa. Los partidos de oposición se rasgan las vestiduras y demandan “un castigo ejemplar”. Las redes sociales están llenas de frases de odio contra él, y sólo contra él.
Desde 2011 hubo denuncias de diputados. La Auditoría Superior de la Federación no quiso hacerlas en 2011 porque ya había organizado su programa de trabajo. En 2012 comenzó a investigar y presentó año con año denuncias en la PGR que duermen el “sueño de los justos”, y ni siquiera han sido utilizadas por la PGR a pesar de que ya tienen todo “peladito y en la boca”, pues la labor de investigación y sustento ya se realizó por parte de la ASF, quien lo recibió “peladito y en la boca” de parte de los entonces diputados, que lo recibieron a su vez de personas “de adentro”, interesadas en que se supiera.
Los diputados de oposición, la mayoría del PAN y casi todos los legisladores del PRD, incluidos los demás partidos de oposición, sabían lo que sucedía en el Estado, pero todos recibían recursos a cambio de acatar órdenes, tanto en el Congreso del Estado como en el Federal.
La población en general sabía y sabe que hubo desvíos para la campaña de Enrique Peña Nieto y para otras campañas políticas, igual que hoy sospechamos (aunque no podemos demostrarlo) que las campañas en Veracruz fueron financiadas con recursos de otros Estados, tanto la del PRI como la del PAN.
Nada nuevo, sólo que el populacho disfruta de los linchamientos de los poderosos. Cada sexenio hemos tenido uno o varios, como La Quina, Elba Esther, el hermano de Carlos Salinas, etc.
El Juego del Tío Lolo, se juega en todos los frentes y en todos lados. Los políticos se emocionan cada vez que AMLO entra en pleito vía redes sociales con ellos, porque les otorga exposición nacional. Sólo que no quieren entender que el dueño del pandero es AMLO, y un día escoge a uno (Nuño), y otro día a otro (Miyuli), quienes honrados por la deferencia aprovechan sus cinco minutos de fama nacional, mientras AMLO tiene todos los días de fama nacional. Es decir, se prestan a hacerle el “caldo gordo”, a quien ya tiene de por sí el mejor caldo de gallina y espinazo del País.
Todo mundo comentaba que en el sexenio anterior, Puebla era la Suiza de los líderes de los cárteles. Los comentarios en la ciudad capital de los acuerdos del Gobernador con tal o cual mafioso eran el “pan nuestro de cada día”. Simples rumores, pero en México decimos que “si el río suena, es que agua lleva…” Hoy vemos cómo con el cambio de Gobierno surgió a la luz pública el problema del huachicol, el cual se decía tolerado y solapado por autoridades federales, estatales y municipales en Puebla. Lo mismo que un brutal incremento de los crímenes violentos, y todo a raíz del cambio de Gobierno. Curioso que Puebla fuera uno de los estados más favorecidos por la Federación y su entonces Gobernador, uno de los privilegiados con afecto y apoyo por parte del Gobierno Federal y en especial del presidente Peña Nieto.
Los grandes fraudes este sexenio (y todos los anteriores) se han realizado vía la obra pública y las compras de los distintos gobiernos. Todo México sospecha que hay corrupción y colusión con las grandes constructoras favorecidas este sexenio. Así que donde quiera que hubiera grandes obras debió de haber grandes ganancias. Sólo que nadie lo comenta a detalle y mucho menos denuncia. Baste la distracción de Javier Duarte.
Le hacemos al Tío Lolo, porque no basta con juzgar a un corrupto, hay que juzgar a todos los corruptos, comenzando en todos los niveles, arriba y abajo. Pero el pobre pueblo de México tiene que contentarse con lo que los que mandan le proporcionan como diversión en la arena de los sacrificios, la arena mediática. Entendiendo que sólo son castigados aquellos que dejan un elevado nivel de descontento, o aquellos que traicionan al sistema, como ese que apoyó a Morena en Veracruz en lugar de a su candidato oficial, y con ello hoy sufre las consecuencias. Aunque si gana AMLO en el 2018, seguramente será convertido en mártir de la Patria y víctima de la mafia en el poder.
Ya comenzó el camino para sustituir presidente. Abrir la caja de Pandora en Tláhuac es el primer paso, pues sacar a la luz pública la corrupción de Delfina en Texcoco ayudó a igualar cartones en la contienda del Edomex, y que ganara quien estaba decidido que ganara, no así quien ganó en las urnas. En las elecciones también se practica el nacional deporte del Tío Lolo. La mitad de la población no sale a votar, con lo que valida la decisión de los de arriba sobre quien debe de ganar y manejar el presupuesto, con los consiguientes negocios para su grupo político. El resto sale a votar fingiendo cumplir con un deber cívico, cuando sabe en realidad que su voto está manipulado, comprado, adquirido bajo amenazas, etc., y enterado además de que no va a ganar la democracia, pues no hay en el País, ya que jamás se escoge un candidato del pueblo, salvo excepción como Kumamoto o Maquío Jr. Sin embargo, todos nos prestamos para jugar en la gran farsa electoral.
El Juego del Tío Lolo lo juegan los de arriba y los de abajo. Los de arriba, los gobernantes hacen lo que quieren, pero nos tratan de engañar, y a veces se engañan a sí mismos, fingiendo que gobiernan por el bien de la población, cuando en realidad todos y cada uno de sus actos los rigen sus propios intereses. A nivel de Alcaldía, la prioridad es enriquecerse con los recursos de todos y quizá algún proyecto político. A nivel Gubernatura las prioridades son muy similares. El problema surge cuando se gobierna como si sólo hubiera un hombre a cargo, siendo el único que toma decisiones, el único que opina, el único que declara, al grado tal que el Gobernador se convierte en Secretario del Trabajo, Fiscal, Secretario de Desarrollo Económico, Secretario de Sedesol, de Seguridad Pública, cabildero con el Congreso del Estado, con el Gobierno Federal, con Secretarios de Estado, con inversionistas, con grupos de poder, etc., lo cual merma brutalmente la eficiencia de un Gobierno, y todo con el fin de evitar que cualquier otra estrella brille.
Definitivamente en México el deporte favorito es jugar al Tío Lolo, las 24 horas del día.
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