Jesús Trosino es un niño de 13 años, originario de la ciudad de Córdoba, que participó en el musical Billy Elliot presentado en la CDMX y su pasatiempo favorito, así como el del protagonista de esta historia, es bailar.
Luego de que su maestra de ballet lo invitara a audicionar, Jesús pudo experimentar la felicidad y el nerviosismo al enterarse de que había sido seleccionado junto con otros cuatro chicos para el papel protagónico dentro de la obra.
La disciplina que se exigía fue lo que le costó un poco de trabajo, pues debía comportarse como un pequeño adulto para seguir dentro del nivel profesional, lo que lo llevaba a ensayar hasta once horas diarias durante el montaje.
Su estancia dentro de Billy Elliot fue grandiosa, pues hizo muchos amigos y obtuvo experiencias tanto buenas como malas y el hecho de representar a su ciudad natal lo hizo sentir orgulloso y feliz.
El anuncio de que su tiempo ahí había culminado le causó cierto dolor, sin embargo, él ya sabía que esto podría ocurrir en algún momento y considera que los sacrificios tanto de él como de su familia valieron la pena, sin embargo, él siempre le vio el lado bueno, pues ahora se prepara para sus siguientes aventuras en el medio teatral.
Lo que más le gustó fue estar en el escenario y transmitir todos sus sentimientos al público, ya que el único interés por el cual permaneció dentro de la obra fue bailar y que la gente viera lo talentoso que es.
Jesús tuvo que dejar a un lado la escuela para poder participar en la puesta en escena, pero a los pocos meses ya la extrañaba; ahora, poco después de terminar su rol en la obra, continuará su preparación académica debido a la importancia que ésta tiene.
Sus planes a corto plazo son seguir audicionando para continuar como actor y a su vez prepararse para en un futuro llegar a ser Director de Escena.