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Baja California, la elección de diseño

Superiberia

El domingo 10 de marzo -hace casi cuatro meses-, en este espacio adelantamos que el PAN resultaría ganador en las elecciones de Baja California. También explicamos que todos los indicios apuntaban a que ese potencial triunfo sería resultado de una elección pactada, similar a la de julio de 1989 que le dio al PAN el primer gobierno estatal.

Y el argumento era elemental. Resulta que el Pacto por México -que construyeron Jesús Zambrano y Gustavo Madero, junto con el equipo del presidente Peña Nieto-, era y es más importante que todas las elecciones del 7 de julio. 

Dicho de otro modo, que si Peña Nieto tenía en el Pacto por México el motor de su gobierno, el PRI no sólo estaba obligado a jugar limpio en Baja California, debía jubilar el “carro completo” y todas las triquiñuelas que lo hacen posible.

La hipótesis de la “elección pactada” enojó a politólogos, analistas, articulistas y columnistas -de igual manera que en 1989 molestó a no pocos opinadores cuando revelamos la “concertacesión” del PRI de Salinas y el PAN de Luis H. Álvarez-, quienes reaccionaron con los argumentos de moda: el insulto y la descalificación. Nos dijeron de todo, desde “ignorantes” hasta “iluminados”.

A la distancia -y una vez pasada la elección- podemos revelar detalles que soportan nuestra hipótesis. Resulta que en las primeras semanas del gobierno de Enrique Peña Nieto conocimos un informe oficial sobre los potenciales riesgos para el Pacto por México. El documento colocaba las elecciones del 7 de julio como parte del Atlas de Riesgo, en donde el mayor problema era Baja California.

El pronóstico para Baja California era de “un cómodo triunfo” con el candidato natural, Jorge Hank Rhon, sobre todo por la recuperación del PRI que tenía en sus manos los cinco municipios y el Congreso local. Pero en contraparte al “cómodo triunfo” se contrastaba el riesgo de debilitar al grupo hegemónico del PAN, cuyos integrantes son pilares del Pacto por México.

Muy pronto fue evidente que el PRI y el gobierno de Peña Nieto no estaban dispuestos apoyar a Jorge Hank Rhon para una segunda aventura por el gobierno de Baja California, a pesar de que Hank era el priista más popular y mejor posicionado. Por eso se abrió la candidatura de Fernando Castro Trenti que, por mucho, estaba lejos de ser el mejor aspirante.

Volvimos a preguntar en las alturas y la respuesta fue lapidaria. “En Baja California no habrá un peso más del que marca la ley. No se tolerará nada irregular, tampoco el ‘carro completo’ y si hacen trampa, no avalaremos nada”. Es decir, que el PRI y el gobierno dejaron al candidato Castro Trenti sin dinero y con manos atadas. O si se quiere, lo obligaron a jugar limpio.

Frente a esa confirmación volvimos al tema el 15 de mayo y así titulamos nuestra entrega: “PRI, la derrota que viene”. Y el argumento era ése, que en Baja California, en Puebla y en otras elecciones en disputa, el PRI no tenía posibilidades de triunfo. ¿La razón? Que ataron las manos a sus candidatos para evitar trampas. El 22 de mayo en La Silla Rota insistimos con el título: “El Pacto jubila el carro completo”.

Al final quedó claro que los candidatos del PRI en Baja California fueron obligados a jugar limpio, que les amarraron las manos y que no se abrió la chequera como antaño. Y si hay duda de que la de Baja California fue “una elección de diseño”, basta ver los números. De las 14 elecciones, fue la que tuvo menor afluencia de votantes, 39% del padrón. ¿Qué significa? Que el PRI no movió la maquinaria para llevar votos.

Ya sólo es cuestión de tiempo para que el PRI reconozca la derrota en Baja California -como lo dijimos aquí el 3 de julio-, ya que resulta irreversible la victoria de la alianza PAN-PRD, a pesar de que el PREP falló. Por lo pronto, salvaron la cabeza los señores Gustavo Madero y Jesús Zambrano, quienes en medio de gritos y sombrerazos seguirán al frente del Pacto.

Y claro, sólo falta saber la razón por la que la noche del domingo 7 el líder del PRI, César Camacho, además del poderoso líder de los diputados tricolores, Manlio Fabio Beltrones, pretendieron engañar a los ciudadanos -y engañaron a algunos incautos periodistas enviados a la elección-, sobre el presunto triunfo del PRI, cuando no tenían ni una sola evidencia clara de tal victoria. ¿Por qué a nombre de Luis Donaldo Colosio montaron el engaño? Mientras tanto, Enrique Peña Nieto llamó a los partidos -al PRI, en primer lugar-, a reconocer el resultado de las urnas. El viejo y el nuevo PRI. Al tiempo.

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