TEQUILA.- Un 30 por ciento de la población de 10 comunidades ha emigrado en busca de trabajo, mientras mujeres y niños sobreviven con el recurso económico que les entregan de forma bimestral en los programas sociales federales.
El fenómeno de esta migración se da con destino para laborar en campos de otros estados de la República Mexicana, pues en este rincón veracruzano el café y maíz dejaron de ser opción en las familias para vivir, advierten asociaciones civiles.
Este problema social se observa en lugares como Poxcuautla, El Campanario, Nepoalco o Ahuatepec, pasando desapercibido en la cabecera y localidades cercanas a la denominada zona urbana, afectando principalmente a zonas donde los cultivos dejaron de ser sostén de las familias y el campo ya no produce.
“Un 30 por ciento de la población indígena ha buscado opciones de trabajo fuera del municipio. Se van al corte de jitomate, fresa y otros productos, a estados alejados donde les ofrecen vivienda, algunos se llevan a sus familias, generalmente viajan a Baja California o Sinaloa. Es considerable el crecimiento en la migración”, asegura Alejandra Zepahua Hernández, presidenta de la Asociación Civil Tikipanohua.
Explicó que ante este panorama, no existen políticas públicas desarrolladas por los gobiernos Local, Estatal o Federal, pues mientras la población tenga en qué ocuparse, al municipal no le importa, mientras que los otros dos mantienen la postura de entregar apoyos sociales, sin reactivar el campo o generar fuentes de empleo.
Según su apreciación, existe limitación y conformismo, pues los varones sólo buscan oficios de albañilería y de campesinos que les permita sobrevivir, mientras que otros pobladores de la región de municipios cercanos como Tehuipango y Astacinga, optan por acudir a la Unión Americana para edificar sus viviendas y dignificar la vida de sus familias.
En el caso de las mujeres, que en su mayoría se quedan en los pueblos, sobreviven con el apoyo bimestral que les llega de programas como Prospera o Sin Hambre.
“De los que se van buscando mejores oportunidades, sólo un dos por ciento opta por los Estados Unidos. Las familias se mantienen con la distribución de las acciones gubernamentales, que les alcanzan para comer frijoles, tortillas y hierbas o productos del campo”, señala Zepahua Hernández.
En su opinión, deben implementarse programas de capacitación que activen la economía, mostrando preocupación por emprender acciones en beneficio de los pobladores de la región indígena.