A Edward Snowden lo persigue EU por razones políticas. En consecuencia, sus atolondrados aliados, las potencias occidentales, participan en la cacería. Sin bipolaridad, EU ha vuelto a lo suyo: a una nueva y más amplia versión del Destino manifiesto. Nadie puede retarlo, nadie puede criticarlo y lo peor es que a Barak Obama le ha correspondido el patético honor de recuperar el principio fundacional: ser el mayor imperio de la historia. Obama muestra su verdadero rostro: prometió retirar las tropas de Afganistán, allí siguen, juró que eliminaría la base naval de Guantánamo como sitio de torturas donde ninguna organización de derechos humanos tiene acceso y allí continúa, como símbolo de la peor política internacional que el mundo ha registrado.
Sin el contrapeso del socialismo, con tímidos intentos de China o Rusia de contrarrestar los excesos estadunidenses, los países débiles de Asia, África y América Latina han vuelto a quedar en manos de lo que por décadas se llamó, según la interpretación leninista: el imperialismo, la última fase del capitalismo. Sólo que ahora la brutalidad del dominio estadunidense se lleva a cabo con apoyo de sus aliados: las mayores potencias del planeta. Un día, la agresión la padece un país árabe, al otro el presidente boliviano Evo Morales. En este mundo se hace lo que a EU le viene en gana. Los demás quedamos inermes. Ya Obama, que tantas esperanzas despertó, se muestra como un negro blanco. Parafraseando el libro de Norman Mailer, El negro blanco, podríamos decir que cuando al fin llega a la Casa Blanca un negro, deja de lado siglos de agravios y maltratos y hace suyos los valores anglosajones, los que incluyen un desmesurado deseo de dominación del mundo.
¿Pero de qué se trata, si el triunfo del capitalismo, su globalización, ha sido tan imponente que ha convertido a EU en amo del mundo? La “socialista” Francia o las conservadoras Alemania y España, son partes del imperio. No hablamos ya del avance de tropas y creación de bases, sino de un dominio aterrador sobre el planeta. De tal forma que si alguien modesto, un individuo audaz, decide atacar a la potencia, ofende al imperio. EU y sus lacayos atropellaron a Evo Morales por dos razones: la actitud del mandatario es antimperialista al viejo estilo cubano e irrita a la Casa Blanca; la otra es más bellaca, nadie puede defender a Snowden porque lo decidió un Presidente que no está en la tradición de los movimientos negros de los sesentas, vive bajo los designios de Dios, quien le dijo a su país que dominaría al mundo.
La resistencia que presentan los países ex comunistas como Rusia y China es débil, titubeante. Europa está desconcertada, pero sumisa. El peor papel es el de Putin al decirle a Snowden que le otorgaba asilo siempre y cuando no afectara a EU. ¿Ésta es la nación que enfrentó el poderío estadunidense en el siglo pasado? Son los países latinoamericanos los que reaccionan con la debida fuerza y no todos. ¿Qué harán México o Chile que por tantos años estuvieron del lado de los débiles y a veces no tan distante de naciones socialistas y antimperialistas como Cuba, mostrando alguna dignidad e independencia? La lección es clara: el mundo está por sucumbir al poderío de EU, comandado por un descendiente de esclavos que tuvo la virtud de llenar al planeta de esperanzas. Árabes y latinoamericanos deberán someterse al mundo capitalista desarrollado. De lo contrario serán aterrorizados como ahora lo hace con un individuo: Snowden. Ante el brutal peso de los países poderosos, Evo Morales, Nicolás Maduro, Cristina Fernández, Rafael Correa y José Mujica, como en lo individual Vargas Llosa, han condenado la agresión a la libertad de expresión que encabeza un EU feroz y vengativo.
El ecuatoriano Rafael Correa lo dijo claramente: “O nos graduamos como colonias o nos perpetuamos como estados libres”. Imperialismo es un concepto resucitado.
*Periodista y escritor
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