Por: José Miguel Cobián / columnista
Siempre que se critica el mal actuar de nuestros gobernantes, (no escribo inepto-clepto-narco-gobernantes porque tengo la esperanza de que algunos se salven de tal apelativo), sale alguien a decir que tenemos el Gobierno que merecemos porque el pueblo vota y elige, como si en México hubiera una verdadera democracia. Sin embargo, como en México no existe la democracia, esa afirmación es falsa, y por lo tanto, el pueblo de México no tiene el Gobierno que se merece, sino el que le imponen.
Vea usted: En principio, muchos mexicanos no tienen ni la más remota idea de por quién votan, lo hacen por necesidad, ya que sus líderes les indican por quién votar, y ellos, (los mexicanos que votan en este caso), simplemente cumplen la orden del líder, con el fin de conservar un mínimo de privilegios o una mínima seguridad en caso de que el promovido por el líder resulte electo. En este caso no se selecciona, simplemente se obedece.
Hay otro sector de mexicanos que simplemente elige en función del Partido que decidió quién será su candidato, sin analizar si el candidato es bueno o malo. La pertenencia a un Partido político los estimula a votar por tal o cual color. Ahí no hay análisis de candidatos.
Otro sector vende su credencial de elector para que no se use el día de la elección, y otros más venden su voto al mejor postor. Saben perfectamente que gane quien gane su situación será la misma, pero cuando menos, se benefician económicamente el día de la elección, con dinero, con una despensa o con cualquier otro tipo de beneficio en especie. Ellos tampoco deciden quién es el mejor candidato.
Hay un sector adicional, que supone que escoge al mejor candidato, sin darse cuenta de que en realidad no elige a nadie, únicamente valida la elección que otros hicieron anticipadamente. Recordemos que sólo en algunos casos de candidatos independientes, el resto de los candidatos, incluidos la mayoría de los autollamados independientes son elegidos por un grupo de notables en sus grupos políticos. Los partidos pequeños y los independientes con el fin de llevar a alguien a un puesto menor o cuando menos para continuar ‘mamando de las prerrogativas’, gracias al esfuerzo de sus candidatos, y los partidos grandes, buscando ganar la elección, pero con personajes escogidos de espaldas a la voluntad popular. Así, el que supone que analiza y vota, en realidad valida la elección de otros. En este caso tampoco hay democracia.
Como el pueblo no cree en los independientes, y hay mil maneras de dividir el voto, como ya se vio en las elecciones recientes en Veracruz o en el Estado de México, a fin de cuentas gana la elección supuestamente democrática quien había sido elegido desde las alturas del poder para ganar. Incluso cuando no gana, como fue el caso de Salinas en el 88, siempre habrá un Manuel Bartlet que maneje una caída del sistema, un relleno de urnas, la no presencia de sus defensores de voto en casillas y con eso no poseer actas completas para impugnar una elección (táctica de AMLO para perder según las instrucciones recibidas), así que incluso cuando el pueblo se expresa, gana quien tiene que ganar. Así ganó Salinas por encima de Maquío y Temo, así ganó Zedillo, así ganó Fox, así ganó Calderón, y eso sólo hablando de presidentes de la República.
En resumen, en México la clase gobernante, que dispone del dinero del erario público para hacer y deshacer, y sobre todo para enriquecerse más aún, es la que decide quien gana y quien no gana en cualquier elección. La aparente alternancia entre los distintos partidos políticos no deja de ser un gran show, tanto para consumo interno como para simulación ante el resto de los países del mundo, mostrando un México demócrata, cuando en realidad es un México autócrata.
No deja de ser cierto, que a veces, los poderosos juegan con sus peones, a ver quién gana tal o cual elección, sin embargo, los peones jamás son seleccionados por el pueblo, éste sólo valida su elección en las urnas, pero quien decidió que uno y otro fuera candidato fue el poderoso en turno.
Así que, la próxima vez que te digan que tienes el Gobierno que mereces siendo mexicano, recuérdale al sujeto que hable, que tú juegas un papel secundario en las elecciones, y que jamás has elegido a quien podría ser candidato, por lo tanto, quien te gobierna no es en base a tu elección, sino a la elección de los intereses de otros, no del pueblo de México.
Por lo tanto, el gobierno de México en todos los niveles es un Gobierno usurpador, y los hechos lo demuestran. Tal parece que cualquier Alcalde, cualquier Regidor o Síndico, cualquier funcionario de medio pelo, cualquier Secretario de Estado, diputado, senador, gobernador (con todo su séquito incluido) y presidente de la República, además de las cúpulas de todos (TODOS) los Partidos políticos, llegaron a México a saquearlo, como si fuera un País invadido por potencias externas.
Cuando llegas a gobernar en un País extranjero, no hay patriotismo en tus actos, no te interesan las vidas y haciendas de los pobladores locales, sólo te interesa hacerte rico a sus costillas, saqueando sus riquezas naturales y artificiales. Esta definición aplica a la mayoría de los gobernantes y funcionarios públicos, líderes sindicales, líderes partidistas, líderes cupulares de la Iniciativa Privada, líderes religiosos, etc. En un País invadido lo único que importa es el dinero y el poder que obtengas. Y así nos trata a los mexicanos la clase gobernante. Salvo prueba en contrario, estamos invadidos de corruptos, que jamás escogimos ni elegimos. La inepto-clepto-narco-cracia nos invadió, y cuando un País es invadido, lo único que queda a los patriotas es buscar por cualquier medio la independencia de las potencias invasoras. Con una revolución de terciopelo como en la antigua Checoslovaquia, o por cualquier otro medio.
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