¿Qué tal mi querido lector? ¿Cómo lo ha tratado este periodo electoral con las distintas campañas de los candidatos a munícipes o a la diputación local? Seguramente está usted saturado de información de todo lo que ha salido en los medios de comunicación y de toda la propaganda colgada en cuanta esquina hay de este distrito electoral. Pero, independientemente de su posible hartazgo, espero que se haya informado muy bien de las diferentes propuestas no sólo de los candidatos existentes sino de los partidos políticos a los cuales ellos representan.
¿Qué es lo peor que nos podría pasar? Honestamente que usted no vaya a emitir su voto a la urna que le corresponde. Si por alguna razón ha pensado que es mejor quedarse en casa en lugar de tomarse la molestia de bañarse, desayunar, tomar su credencial de elector con terminación 09, 15 o recuadro, e ir a su casilla para tachar su papeleta está usted muy equivocado y le estará haciendo mucho daño a su ciudad o región.
Si usted no va a su casilla estará permitiendo que gane el famoso abstencionismo (el cual por cierto ha venido ganando durante los últimos años a lo largo y ancho del país) o dará luz verde para que sucedan actos por demás ilegales como la urna embarazada, el ratón loco o el tristemente famoso carrusel. Si usted no llega a su casilla y se cerciora de que la gente responsable de la misma confirme que usted es quien dice ser, que su credencial está actualizada, arranque su boleta y le invite a colocar su voto de manera libre y secreta, estará abriendo la puerta a la cultura de la ilegalidad o a la cultura del “total, ahí les dejo a los demás que decidan porque a fin de cuentas ya todo está arreglado”.
Pero ojo querido lector, no estoy diciendo que asista a votar por el simple hecho de votar. Lo invito primero a darle una revisada a las propuestas de los diferentes candidatos, a la ideología de los partidos que representan, a las promesas de campaña que hicieron en su colonia o incluso en su calle y con toda esta información tome usted la mejor decisión. Si usted no lo hace y vota por “el de siempre” o por “el que mejor me cae” o si vota por “el que me llevó a ver a X artista o a X político” corre el peligro de que tiempo después se arrepienta de sus actos. O ¿a poco usted tomaría cierta cantidad de dinero para comprar el primer automóvil que le presenten sin analizar primero la marca, el consumo de gasolina, las comodidades, el precio del servicio o simplemente las mensualidades que tendrá que cubrir a lo largo de 48 pagos? ¿Verdad que no? Pues si esto no lo hace con algo que podría considerarse como trivial ¿por qué tendría que hacerlo con algo tan delicado como su futuro y el de su familia de aquí a 4 años?
¿Qué hacer entonces si no estoy convencido de las propuestas del partido por el que siempre he votado? ¿Qué hacer si no me ha gustado nada de lo que ha dicho hasta este momento mi candidato? ¡Dale un voto de confianza y haz valer tus derechos como ciudadano si no cumple, si no lleva a cabo lo que prometió! Así como tú los llevas a su curul o a la oficina municipal, tú los puedes quitar y exigir su renuncia. Un candidato no puede convertirse en un funcionario inalcanzable, en un hombre o mujer al que jamás se le encuentra, que nunca nos escucha y que se olvida de su principal objetivo el cual es representarnos en la diputación correspondiente o administrar nuestra ciudad. Pero, si usted es un desconfiado y de plano por más que quiso no encontró un gallo que le gustara al menos tómese la molestia de anular su boleta tachándola toda e impidiendo así que otros hagan un uso indebido de ella.
El no votar resulta tan deficiente como el decir “no voy a ver en la televisión un partido de la selección en la copa Oro para castigar al Chepo y al equipo que tan mal ha jugado”; finalmente el partido se llevará a cabo contigo o sin ti, los jugadores saldrán al campo y anotarán sus goles o los fallarán estés al frente de tu tele o no. Es lo mismo con tu región o con tu ciudad. Un diputado o un alcalde que haya ganado con 200 mil votos de diferencia tendrá que hacer la misma labor que aquél que ganó con mil o menos. Entonces, ¿para qué tirar tu voto a la basura? Si hemos crecido tanto en nuestros procesos democráticos, si hemos llegado a lo que muchas naciones hoy en día sueñan y lo ven como un imposible ¿por qué ir como cangrejos para atrás y permitir que las cosas que tanto nos han dañado como nación vuelvan a suceder?
Si esto no te convence al menos piensa lo siguiente: ¿Te gustaría pagar una fiesta muy grande y a la mera hora no entregar ni una invitación o incluso no asistir a tu propio festejo? ¿No verdad? Pues sólo te recuerdo que tú, yo y otros millones de mexicanos más pagamos estas elecciones y las campañas de nuestros políticos con nuestros impuestos y créeme, no salieron nada, pero nada baratas.
Date tu tiempo, date una oportunidad de creer en México y de hacer algo por él.
¡Vota!