EL DESLINDE
La versión que corre en el altiplano del país apunta a un deslinde del Gobierno federal respecto a las elecciones que se realizarán en 15 estados y en especial, de aquellas entidades que se han convertido en riesgos para el llamado Pacto por México que contiene la agenda de reformas estructurales del copetón Enrique Peña Nieto. Al parecer, las dirigencias nacionales de los partidos de la Revolución Nacional (PRD) y Acción Nacional (PAN) finalmente lograron negociar que la Federación reduzca al máximo su apoyo financiero y logístico a los abanderados del Revolucionario Institucional para el próximo 7 de julio.
Hasta donde se sabe, tras la reunión del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong con los gobernadores de las entidades que celebrarán comicios está vigente la advertencia que no se defenderá a los mapaches electorales que sean atrapados en las maniobras para comprar el voto, amagar opositores, robarse las urnas y demás chanchullos típicos de esta jornada. Dejarán a su suerte, en la medida posible, a las estructuras estatales y en su momento, se desligarán de cualquier acción ilegal para no darles motivos a los panistas y perredistas de romper una vez más el socorrido Pacto por México.
Tal advertencia se confirmó con lo dicho ayer por Peña Nieto en una ceremonia oficial en Los Pinos donde anunció que no se tolerará que los funcionarios federales tengan injerencia en los procesos electorales de los estados. Traducción: cerrado el flujo de dinero de dependencias como la Sedesol para tales asuntos. Más aún, llamó a las procuradurías estatales para mantener la coordinación y dar seguimiento a los casos que reciban respecto a los procesos comiciales. Es obvio que el anuncio tiene una carga de retórica pero también un mensaje desprendido de las presiones ejercidas por los cofirmantes del acuerdo antes citado.
Los bien enterados señalan que la decisión de Los Pinos es no respaldar ni defender a los gobernadores, legisladores, alcaldes y dirigentes priistas que sean sorprendidos -como se dijo líneas arriba- en acciones mapachiles. De ahí que será en el nivel local donde se arriesguen a cometer los ilícitos. ¿Les atan las manos? No, pero al menos les ponen obstáculos y se hizo el compromiso de que aquellos funcionarios que sean denunciados con pruebas se les procederá judicialmente y en su caso, las querellas podrían influir en los dictámenes de los tribunales electorales a donde seguramente irán a parar la mayoría de los resultados.
En la Ciudad de México observan detenidamente el proceso electoral de Veracruz donde ha ocurrido de todo, desde el asesinato de candidatos hasta secuestros, agresiones físicas y amenazas del crimen organizado, sin dejar a un lado la insistencia de los funcionarios públicos en usar el erario para cuestiones electorales. Hay riesgo, aseguran, de que en los días previos a las votaciones y durante la jornada electoral misma, los casos de violencia se multipliquen y haya una nota roja que manche todo el proceso.
La deducción en el centro del país es que la violencia desatada apunta a la estrategia del ex gobernante estatal, aquel que no debe ser nombrado, que hoy coordina las campañas priistas en algunos municipios y distritos. Así se operó en todo el sexenio pasado y así está operando actualmente. El saldo de dejarlo conducir el escenario podría ser lamentable para todos. De ahí que muchos, incluidos priistas, han externado sus preocupaciones a la burbuja que rodea a Peña Nieto sobre el error de permitir la injerencia de tan dañino personaje.
Por cierto, muchos se preguntan intrigados y hasta molestos la razón por qué el ex gobernador de Tabasco, Andrés Granier ya está preso y con auto de formal prisión, dictado el lunes pasado, por el uso ilícito de 35 millones de pesos, durante su gestión mientras que el innombrable de Veracruz se da el lujo de pasearse impunemente, merodeando el Palacio de Gobierno en Xalapa. La diferencia es abismal entre el tabasqueño y el veracruzano, no sólo en cuestión de aplicación de justicia sino en el monto del saqueo.
Recientemente el diputado federal y ex alcalde de Xalapa, Ricardo Ahued, también candidato del PRI a una diputación local por el distrito urbano en la capital del estado, reveló que el monto real de la deuda de Veracruz es de 87 mil millones de pesos, que es la herencia envenenada para los 7 millones de veracruzanos. Todos los que viven en Veracruz deben dinero hasta el 2030 gracias al innombrable. Aún así, éste se pasea libremente. Demasiada procacidad, ¿no creen?
RECETA PARA VOTAR
En la última década, analistas de todo el Continente Americano han elaborado una especie de manual para el voto de los ciudadanos. No es un compendio para defenderlo o vigilarlo, simplemente para que los ciudadanos entiendan de su oportunidad de acudir a tachar la boleta electoral y elegir a quién o quiénes consideren idóneos para ser sus autoridades o representantes. Todos coinciden que votar es un derecho que debe ejercerse no pensando en el beneficio personal sino en el bien colectivo. Los ciudadanos no pueden pensar sólo en sus necesidades e ignorar los intereses de todos. “No son tus intereses los que deben determinar tus preferencias electorales sino el bien social”, repiten.
Lo segundo es que no hay nada más peligroso que votar sin estar bien informado. El conocer a los candidatos, sus propuestas, su desempeño público y las personas que lo rodean -es decir, quienes lo acompañan como suplentes, en sus planillas, quienes lo apoyan atrás, a quienes les debe favores y a quienes obedece- es la primera obligación de los votantes para poder seleccionar a los que conducirán los destinos de las administraciones públicas y las agendas legislativas. Lo tercero es que el sufragio es la única arma con la cual los ciudadanos se pueden defender de los poderosos, los que ostentan el poder público y el económico.
De ahí que vender el voto a cambio de una despensa, algunas monedas o la amenaza de despido o no tener privilegios es como si se desechara un seguro de vida. El no vender el voto ya no sólo es cuestión de dignidad, ni siquiera de legalidad sino de sobrevivencia. Es la forma en que los veracruzanos, incluidos los más indefensos, pueden castigar al mal gobernante, al alcalde ladrón, a los síndicos pillos, a los regidores corruptos y a los diputados mentirosos que elaboran leyes para reprimirlos, ponen impuestos para seguir robando lo que se recaude y contratan deudas impagables para que crezcan las fortunas de los funcionarios.
En las redes sociales hay dos cosas innovadoras respecto al proceso electoral vigente. Una se apoya en las nuevas tecnologías y es una APP, es decir una aplicación para los teléfonos celulares de los llamados “inteligentes” -es decir, los smartphones- que es “Denúncialos”, se puede descargar gratis y sirve para que los ciudadanos se conviertan en vigilantes del sufragio. Con un teléfono a la mano pueden grabar videos, tomar fotografías y escribir inmediatamente su denuncia para que sea procesada y llegue hasta las instancias judiciales. Algo interesante.
La otra opción se basa en el ingenio del mexicano y ya fue utilizada en las elecciones presidenciales del 2012. Es la recomendación para evadir las presiones de funcionarios, líderes sindicales, jefes de empresas y otros más que piden a los electores ingresar con un teléfono celular a las casillas y tomarse una fotografía junto con la boleta cruzada a favor de determinado candidato o partido político. El truco es fácil, sólo se requieren tijeras, un marcador color negro y una hoja de acetato (plástico transparente). De esa hoja, con las tijeras se recorta un cuadro de 5 centímetros de largo por 2 centímetros y sobre el mismo se dibuja una “X” similar a la que se hace a la hora de votar.
El cuadrito de acetato se lleva consigo a la casilla y se coloca sobre el nombre del candidato por el cual le pagaron o exigieron votar. Enseguida se toma la foto con el teléfono celular para “comprobar” que se votó por la opción acordada. Después de eso, se retira el plástico y el elector puede sufragar por quién quiera. De esta forma sencilla se engaña a los mapaches, se evitan presiones y represalias, y lo mejor: se cobra el dinero ofrecido y se vota libremente. No hay necesidad de rechazar la despensa o el fajo de billetes, basta engañar a estos sinvergüenzas con un voto falso.
Finalmente, la última recomendación es acudir a las mesas de votación. La afluencia copiosa de votantes es veneno para los mapaches tanto los que operan en las calles ese día como los que están incrustados en los consejos estatales, distritales y municipales que tienen la encomienda de contar los votos pero llevan tras de sí la instrucción de alterarlos, truquear las actas de escrutinio, rellenar urnas con papeletas pre-marcadas y confundir cifras para tratar de modificar la voluntad popular. Quedarse en casa el domingo 7 de julio sin acudir a votar es facilitarle el trabajo a estos pillos y también una irresponsabilidad porque se compromete la sobrevivencia de todos al regalarles el sufragio a los facinerosos.