CÓRDOBA.- José Ignacio Peña Nieves, candidato a regidor en la planilla del aspirante a la Presidencia Municipal por el PRI-Verde, Luis Díaz Barriga, se hizo rico de la noche a la mañana, a la sombra de Francisco Portilla, el alcalde alcahuete de Juan Lavín, a pesar de desempeñarse siempre como un funcionario “mediocre” de segundo nivel.
Peña Nieves, como se da a conocer en redes sociales, posee automóviles de lujo, inmuebles en fraccionamientos, placas de taxis, los cuales ha registrado a nombre de sus padres o de prestanombres para evadir la justicia.
Peña Nieves logró ingresar al primer círculo de Francisco Portilla gracias a su tío, Alejandro Nieves Garnica, empleado en la Notaría del alcahuete de Lavín.
Ahí destacó por su servilidad, pues le cargaba la maleta a Portilla, hacía mandados, era su chofer y recadero.
Su gusto desmedido por el dinero, sin importarle los medios para obtenerlo, complació a su patrón, quien le hizo fundar una asociación juvenil de “porros” priistas.
Junto con jovenzuelos como Yzamar Marroquín, Miguel Juan Dorantes, Jesús Martín Zamario, Juan Carlos Sorcia Flores, José Ignacio García Arroyo, Aldo Brambila Chagollán y otros, fundó Interacción Juvenil A.C. Bajo ese membrete, Peña Nieves y su grupo de “porros” operaban para favorecer al PRI en los diversos procesos electorales, utilizando recursos desviados del Gobierno del Estado, en tiempos de Duarte.
En esa época Peña Nieves adquirió “fama” por haberse robado unas pantallas de la sede del PRI.Sus “valiosos servicios” le valieron un lugar en el Ayuntamiento encabezado por Portilla, en su segunda gestión (2011-2013), al igual que a la mayoría de los que participaron en Interacción Juvenil.
Como coordinador de Atención Ciudadana, un puesto de segundo nivel, pero cercano al presidente Portilla, Peña Nieves tuvo acceso a recursos extraordinarios como para construir unas oficinas ubicadas en la avenida 13 y calle 36, a media cuadra de Dos Caminos, a pesar de que su sueldo no le daba para tanto. Incluso realizó varios costosos viajes al extranjero.
Por este inmueble se pudo constatar que no pagó al IMSS ni al SAT ningún impuesto por conceptos de alta a trabajadores o alguna otra contribución.
Cuando Portilla dejó la Presidencia y se fue a Xalapa al Consejo Estatal de Seguridad Pública, se llevó a Peña Nieves para que siguiera operando para su peculio. Cuentan, quienes le conocieron en esa época, que sólo se dedicaba a “espiar” en redes sociales a los enemigos políticos de su jefe. En ese lapso adquirió un costoso terreno en el Fraccionamiento Finca Real por la cantidad de 330 mil pesos, el cual puso a nombre de su papá José Ignacio Peña Pérez, mismo que escrituró, obviamente, en la Notaría de Portilla, donde se hizo la simulación jurídica para evitar que apareciera a su nombre, evitando con ello caer en el delito de desvío de recursos públicos.
Peña Nieves gusta de presumir su colección de autos clásicos que tiene guardada en una bodega, incluyendo un Mazda 3 2016, la cual, con su sueldo de funcionario estatal de cuarto nivel, nunca hubiera podido adquirir.
También se hizo de una concesión de taxi (la número económico 2498) que puso a nombre de su amigo Juan Carlos Sorcia Flores.
Para trabajar las placas compró un Tsuru color blanco en la agencia Nissan de Xalapa.
El dispendio de recursos ilícitos siguió. Meses después adquirió otro terreno en Finca Real por una cantidad superior a los 400 mil pesos, el cual de nuevo puso a nombre de su papá, para evitar inconsistencias en su declaración patrimonial.
Este sujeto, hábil para allegarse dinero público, ahora quiere ser regidor tercero a través del PRI, impuesto en la planilla del candidato Díaz Barriga por el verdadero poder tras el trono: Francisco Portilla.