in

Espionaje a granel

Superiberia

Las nuevas revelaciones de Edward Snowden -que hizo públicas The Guardian- sobre la guerra sucia del espionaje de Gran Bretaña sobre funcionarios de los países del G20, en la reunión de Londres en 2009, y el acceso de ese país a los cables transatlánticos con fibra óptica que permiten el tráfico en internet y las llamadas telefónicas, por “acuerdos secretos” con empresas privadas, tal como lo hace Estados Unidos, no hacen sino confirmar varias cosas.

De entrada, los sucesos de 2009 corroboran no sólo que el espionaje sistemático y masivo sobre gobiernos extranjeros continúa siendo una práctica común, tal como sucedía en los tiempos de la Guerra Fría, sino que en estos asuntos no existe distinción entre amigos y enemigos.

El segundo caso, en tanto, no hace más que ratificar, como lo expusimos la semana pasada, que la tecnología está siendo utilizada por los gobiernos de numerosas naciones para entrometerse en la privacidad de los ciudadanos de a pie con los pretextos de siempre: la seguridad y el terrorismo. Algo sumamente preocupante.

Sobre los hechos ocurridos en el G20, es una realidad que durante el citado cónclave de 2009 lo mismo fueron espiados funcionarios sudafricanos y rusos, incluido el ex presidente Dmitri Medvediev, que el ministro de Finanzas turco y al menos 15 de sus colaboradores. Esto último podría sorprender, pues Turquía es un país que en teoría es un firme aliado británico. Ankara ha calificado de “escándalo” este asunto y ha pedido explicaciones “oficiales y satisfactorias” a Londres, sin que haya habido respuesta.

Por el contrario, Rusia, cuyas relaciones tanto con Estados Unidos como con Gran Bretaña no pasan por un buen momento, entre otras cuestiones por el caso Siria, ha reaccionado con cautela, muy probablemente porque esta ex potencia también cuenta con vastas redes de espionaje tanto al interior de sus fronteras como en el extranjero.

Informes de inteligencia estadunidenses han revelado que Moscú figura como una de las naciones más activas en lo que a espionaje económico de compañías estadunidenses se refiere.

Además, Oleg Gordiyevsky, un ex agente de la KGB, lo que era el servicio de inteligencia soviético, ha señalado que aunque esa agencia ya no existe, un cálculo conservador es que hay unos 400 espías rusos operando en Estados Unidos, tanto en embajadas y consulados como en otras ramas de dependencias de Moscú en ese país.

Por su parte, China, que durante la semana entró por vez primera en escena para aclarar que Snowden no es un espía al servicio de Pekín, tampoco está libre de culpas.

Al interior, es conocido el control que aplica sobre sus ciudadanos, pero a la vez un informe del Departamento de Defensa de Estados Unidos acusa a Pekín de usar el espionaje cibernético para tratar de adquirir información sobre política exterior estadunidense y planes militares.

De hecho, expertos en contraespionaje afirman que China es de las naciones que paga más dinero y actúa en diversos ámbitos para recabar cuanta información le sea posible.

Por supuesto, el espionaje chino no se circunscribe a los países occidentales. En fechas recientes, los servicios especiales rusos (FSB) dieron a conocer la detención de un espía de aquella nación que trataba de obtener informaciones sobre los sofisticados misiles rusos S-300. Oficialmente, el ciudadano chino era traductor para delegaciones oficiales.

En este marco, las autoridades federales de Estados Unidos acaban de presentar cargos contra Edward Snowden por sus revelaciones y han solicitado a Hong Kong, donde supuestamente se refugia el joven, que lo detenga con una orden de arresto provisional. El ex técnico de la CIA tiene ante sí un panorama lleno de nubarrones.

En todo este contexto, no nos hemos olvidado de México, donde el espionaje, sobre todo telefónico, es una constante como lo muestran diversos casos de corte político que han sido difundidos en los medios durante los últimos años.

CANAL OFICIAL

¿Qué deben hacer los diputados?

El minutero