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El sarcasmo de un pueblo

Superiberia

Una de las expresiones del lenguaje más ingeniosas y picantes es el sarcasmo.

Es una burla indirecta, disfrazada, expresando lo contrario de lo que dice.

En el caso de nuestro idioma, tan rebuscado y hermoso, el sarcasmo llega a ser una verdadera obra de arte . No obstante, no es botín exclusivo.

No es arte para ilustrados, sino que es para cualquiera que, ilustrado o no, posea las habilidades y el ingenio para aplicarlo y aderezar la vida.

Es botín de un pueblo.

Aperitivo: tres años sin Monsi

Esta semana se cumplieron tres años de la muerte del escritor Carlos Monsiváis. Referente absoluto de la cultura popular y el cronista indiscutible de la Ciudad de México.

Perderlo significa tres años sin esa exquisita ironía, ese sublime sarcasmo que retrataba no sólo su inmenso ingenio, sino también nuestra realidad nacional.

Todas las semanas durante 42 años hizo gala de este sarcasmo en Por mi madre, bohemios, ventana en la que Monsi compartía sus reflexiones del circo de la actualidad política.

Las agudas secciones como la Sección de la Democracia como Ejercicio Monopólico de la Autoridad Moral, que derrumbaban las formalidades del abuso de la verdad por parte de quien piensa que lo sabe todo por medio del poder y el dinero en la cuenta.

Y es que “un albur es una bendición mal entendida” puntualiza la  mientras da paso a una de las joyas de la clase dominante del país: “A mí, me la persignan”, destacóOnésimo Cepeda, obispo de Ecatepec, en 2008, frente a las acusaciones de fraude.

Especial talento no sólo para el sarcasmo, sino la paciencia para engullir litros de tinta y encontrar las declaraciones más estrambóticas, más folclóricas, más arrebatadas de nuestra clase política nacional.

“Jesucristo es el más grande solterón de la historia, pero de casarse hubiera elegido a una tamaulipeca”, soltó Manuel Cavazos Lerma, ex gobernador de Tamaulipas.

Para nuestro Carlos está claro “de cuando las herejías se producían únicamente por amor al turismo”. Y digo nuestro porque Monsiváis era y es patrimonio de la Ciudad de Mexico y de todos los mexicanos. Su sarcasmo nos pertenece y no morirá jamás.

No es exagerado decir que la abstinencia de la ironía monsivariana durante estos tres años desde su muerte ha sido un vacío parecido a la orfandad.

¡Cómo hacen falta sus comentarios que desnudan en mordaz burla los excesos de los poderosos! Sobre todo a aquellos que “compraron a buen precio los ideales y principios”.

Monsiváis es, por tanto, ya no el sarcasmo de un hombre, sino de un pueblo.

“Ya no le diga usted cinismo. Dígale sinceridad”.

Piatto forte: Brasil: el Estado en que el pueblo dice una cosa y el gobierno otra

Brasil se convirtió en su propia paradoja. A la imagen construida del milagro económico de Lula, que fue tan lejos que acabó ganando la sede mundialista de 2014, y apenas dos años después, la sede de los juegos olímpicos, el año anterior, en el arranque de la Copa Confederaciones, las furiosas y masivas manifestaciones en los estadios dan cuenta de una convulsión social poco conocida en el gigante carioca.

¿Lula no hizo bien su chamba? ¿Nos engañó a todos?

Por supuesto que Lula hizo un buen trabajo.

Bajo la égida de las reformas de estructura que iniciaron con el socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso, la verdad es que Brasil consiguió, bajo el mandato de Lula, mover la economía e insertar una gran cantidad de marginados a las dinámicas económicas con la instalación de los créditos de bajo precio.

Esta política permitió hacer proliferar a las pymes en el gigante, y por tanto generar la fuente más sana de bienestar que se conoce  en el mundo moderno: el empleo.

No obstante, ni Dilma es Lula ni la economía mundial ascendente del líder minero es la misma en la actualidad, que tiende más bien a la desaceleración o a la franca recesión.

Tampoco es la misma dinámica de comunicación. La maquinaria mediática de Lula da Silva aplastó, o bien, contuvo este creciente malestar que se dio con las corruptelas, los abusos o el crudo maquillaje con el que se escondieron las constantes tensiones sociales de la enorme sociedad carioca. El panorama económico no mejora. Prueba de ello son la virulencia de las manifestaciones por el alza del transporte público.

Y ya no es sólo eso. Las manifestaciones ya contienen otras causas, y el escenario es complejo ahora que ya hay dos muertos y la violencia se apoderó de las calles de Río y Sao Paulo.

Y menos mejorará  cuando el país enfrenta los gastos de un mundial y una olimpiada en un espacio de tres años. Una verdadera locura que se convirtió en un gran sarcasmo.

El sarcasmo de un gobierno que presentó una versión de la actualidad y un pueblo que nos grita lo contrario .

Así es. El sarcasmo de un pueblo.

Dolce: el Tri y el sarcasmo nacional

No cede. A pesar del cinismo de los directivos de nuestra Selección Nacional que pretenden tapar el sol con un dedo y solapan una absoluta falta de profesionalismo de todos.

Ya hasta Hugo Sánchez se ofreció a dirigir al Tri, aunque no sé si sea eso otro gran sarcasmo de nuestra realidad nacional.

Café, si sois tan amables. No es sarcasmo.

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