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¿VIOLENCIA ‘SEMBRADA’?

Superiberia

Por: Andrés Timoteo / columnista

Al periodista Armando Arrieta, jefe de redacción en el periódico La Opinión de Poza Rica le dieron dos balazos. Uno en el cuello y el otro en el pecho, en el pulmón derecho,  y como eran balas expansivas, las esquirlas dañaron severamente a este órgano. Fue perforado en tres puntos, pero gracias a la intervención eficiente de los médicos del Hospital de Alta Especialidad del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en el puerto de Veracruz, lograron suturarlo y evitar que colapsara.

Hasta ayer, la valoración clínica del compañero era de un estado grave, pero estable. Es decir, no había falla sistémica y, aunque ayudado por aparatos, ambos pulmones, el riñón y el corazón funcionan correctamente. Los médicos del nosocomio intervinieron a tiempo e hicieron su parte.  Ahora dependerá del colega superar el cuadro de crisis. La edad y su físico lo ayudan, dice una fuente del nosocomio.

El otro punto que jugó a su favor y que fue decisivo para que permanezca vivo, fue la orden del gobernador Miguel Ángel Yunes  para que fuera trasladado vía aérea de Poza Rica, donde sucedió el atentado y era atendido en una clínica local, hasta el hospital del IMSS en el puerto de Veracruz. De haber permanecido una hora más en el primer nosocomio, el colega habría sucumbido a las lesiones, sostienen los galenos.

Como se recordará, la madrugada del miércoles, Armando Arrieta  fue atacado a balazos cuando llegaba a su domicilio. Es otro periodista más en la lista de las víctimas de la violencia. De hecho, el rotativo en el que labora, La Opinión de Poza Rica,  fue el primero en aportar la ‘cuota de sangre’ en los homicidios seriales de periodistas veracruzanos que comenzaron hace doce años.

El 8 de abril del 2005, en los albores de la fidelidad, el propietario y director general, Raúl Gibb Guerrero fue asesinado cuando un grupo armado lo emboscó sobre la carretera Poza Rica-Papantla. Hasta la fecha el crimen de Gibb sigue en las penumbras, sin esclarecerse. También continúan sin esclarecimiento los asesinatos de los otros 24 periodistas ocurridos en los años siguientes, incluyendo los 19 del sexenio de Javier Duarte y el de Ricardo Monlui, perpetrado hace poco más de una semana en Yanga.

Tampoco se ha buscado, y mucho menos localizado, a los cinco periodistas que permanecen en calidad de desaparecidos: Evaristo Ortega en el sexenio del innombrable, y Gabriel Fonseca, Sergio Landa, Miguel Morales y David Matus en el periodo duartista. La mayoría de las veces cuando se cita a Veracruz como el estado con mayor número de reporteros asesinados se omite que también  hay compañeros ilocalizables, víctimas de desaparición forzada.

Ellos también nos hacen falta y su ausencia es un daño irreparable para la democracia. Por cierto, los casos de Evaristo Ortega Zárate y Sergio Landa Rosado tienen particularidades que se concatenan con personajes precisos de este sexenio.  Evaristo  Ortega, director y dueño del diario Espacio, era amigo personal del chiapaneco Jorge Morales, secretario ejecutivo de la fantasmal Comisión Estatal para la Protección –risas- de Periodistas.

Morales nunca ha elevado la voz para reclamar su búsqueda. Lleva cinco años como comisionado para proteger a los periodistas –desde diciembre del 2012 cuando le obsequió el cargo María Gina Domínguez- y en ninguna ocasión se le ha escuchado abogar por el “amigo” extraviado.  Ni antes como comisionado simple ni ahora como secretario ejecutivo del entuerto ha hablado por el que era su “amigo”.

Otro desmemoriado es Edel Álvarez Peña, flamante presidente del Tribunal Superior de Justicia quien fue empleado de Sergio Landa Rosado en El Diario de Cardel, uno de los rotativos de Editorial Olmeca de su propiedad, en diciembre del 2013, cuando lo desaparecieron. Álvarez Peña no alzó la voz para reclamar que las autoridades buscaran a Sergio ni cuando desapareció ni ahora que es el encargado del Poder Judicial y puede activar su búsqueda.  ¡Tipo sinvergüenza!, y no es ofensa sino descripción.

Y regresando al caso del compañero Armando Arrieta, hay un asunto que llama la atención y que se desprende del reporte médico.  Uno de los dos balazos que recibió impactó en el cuello, pero –aparentemente- iba dirigido a la cabeza. ¿Falló el sicario o éste no era un profesional? Al periodista le dispararon a quema-ropa, según los reportes, es decir de muy cerca, aunque el segundo disparo fue sobre el pecho, tocó el lado derecho ¿Por qué el agresor no apuntó al lado izquierdo donde se encuentra el corazón?.

Lo anterior siembra dudas sobre el perfil del atacante. Además, aunque hasta ahora es una especulación, fuentes judiciales señalan que atrás del atentado contra Arrieta no estaría directamente el crimen organizado –que por lo regular utiliza sicarios bien entrenados para matar- sino la narco-política, es decir los políticos y narcos que interactúan. En Veracruz habría una violencia “sembrada” para generar caos y en esa intención, lo mejor es atacar a un periodista pues eso da proyección negativa de alcance internacional.

 

LAS VENTANAS ROTAS

Algo está pasando en Veracruz, alguien estaría ocupando –según una fuente consultada- al crimen organizado o a atacantes amateurs para atentar contra periodistas y enrarecer aún más el ambiente en Veracruz, con la intención de afectar al nuevo gobierno. A la par está la ola de violencia imparable en puntos donde la Administración estatal ha anunciado planes de Seguridad Pública.

Uno de ellos es la zona Centro. Ayer, en Córdoba fueron ‘ejecutadas’ tres personas y en el corredor Orizaba-Ixtaczoquitlán hubo una persecución a balazos tras un asalto cometido en la Ciudad de las Aguas Alegres. Algo pasa además de la guerra que libran organizaciones criminales en la región. Algo se mueve en las sombras y sirve para acusar mediáticamente al nuevo Gobierno de haber fracasado pese a que tiene menos de cuatro meses en funciones.

No hay que perder de vista que la ola criminal que hoy castiga a los veracruzanos es el resultado de doce años de fidelidad. A la fecha, todavía no han sido desmontadas las estructuras delictivas tanto en las policías como los Ministerios Públicos y en los Ayuntamientos, que son herencia de la oscura fidelidad y sus pactos con los mafiosos. Lo escasos cuatro meses del Gobierno de  Yunes Linares no han sido suficientes para fracturarlas.

Según los estudiosos de la materia, en países como Singapur y Colombia, que en los años setenta  y ochenta, respectivamente, eran considerados entre los más violentos del mundo, los planes para diezmar a las organizaciones criminales y romper con la colusión oficial no tardaron menos de 18 meses para surtir efecto. El programa “Cero Tolerancia” del famoso alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, tardó 13 meses en dar sus primeros resultados consolidados para después lograr descender en un 75 por ciento la incidencia criminal.

Claro, lo anterior explica pero no es suficiente para justificar  la ola delictiva que sigue castigando a los veracruzanos y en la cual, los periodistas son un blanco andante. El gobernador Yunes Linares tiene que localizar y corregir eso que está fallando. Urge que lo haga, que ataje eso que algunos llaman la lógica de la impunidad que conlleva a la premisa que después de cada reportero caído, la certeza que se tiene es que habrá otro más.

Los investigadores norteamericanos James Wilson y Georges Kelling acuñaron la “Teoría de las Ventanas Rotas” que ha servido de base en muchos programas de combate a la delincuencia en el mundo, entre ellos el “Cero Tolerancia” de Nueva York. El punto de partida para sustentarla es sencillo: “Un edificio tiene algunas ventanas rotas. Si las ventanas no se reparan, los vándalos tenderán a romper unas cuantas más, y si esas tampoco son reparadas, después podrían apoderarse del edificio entero o incendiarlo. Hubo una tolerancia implícita al no haber atendido las primeras ventanas dañadas”.

Trasladando ese teorema al contexto veracruzano, las ‘ventanas rotas’ son los periodistas agredidos. Si no se atienden sus casos, si hay impunidad para sus atacantes, entonces los criminales romperán muchas ‘ventanas’ más o le prenderán fuego al gremio completo porque no hay consecuencias para sus actos.  Con Duarte y el innombrable, matar, herir, desaparecer y hostigar a un periodista era motivo de fiesta en Palacio de gobierno. Con Yunes no debe serlo, sabe que Veracruz vale lo que vale su prensa, sus periodistas, los que informan y ayudan al equilibrio en la sociedad. Y las ‘ventanas rotas’ son también esos espacios que se dejan a la delincuencia, los que les permiten infiltrar policías, agentes investigadores, jueces y funcionarios públicos. Todo eso debe atenderse y detenerse, sino hay una purga de personas, oficinas y planes, los maleantes seguirán incendiando a Veracruz.

 

NOTICIAS

ANIMALESCAS

Para cerrar la semana hay dos buenas noticias que tienen que ver con animales, unos de dos y otros de cuatro patas. En el primer caso, el Consejo de la Judicatura Federal (CJF) suspendió al juez tercero de distrito, Anuar González Hemadi quien otorgó un amparo a Diego Cruz Alonso, integrante de la banda delictiva conocida como Los Porkys de Costa de Oro, quien afirma que manosear las partes íntimas de una menor de edad no es delito. Van a revisar la sentencia, la cual evidentemente es absurda, y podrían castigar al llamado Juez-Porky.

La segunda noticia es mucho más amable e histórica. En Francia por vez primera el Procurador de la República solicitó a una corte penal castigar con un año de cárcel a dos trabajadores de un rastro por maltratar a cerdos, ovejas, cabras y reses propinándoles patadas, garrotazos y toques eléctricos en el hocico antes de sacrificarlos para el consumo humano.

El rastro se ubica en el poblado de Le Vigan, y ese maltrato animal se hizo público luego de que la asociación civil L214 difundió una videograbación en febrero pasado. El caso es histórico porque la Procuraduría francesa asumió como un delito merecedor de cárcel a la crueldad contra los animales  y porque el Tribunal de Gran Instancia de Gard, al sur del país, también lo consideró así e inició el juicio para castigar a los maltratadores.

Con ello, Francia da un paso histórico en la aplicación de los llamados Derechos de Cuarta Generación que son los que tienen los animales-no humanos, algo que en México suena casi a una utopía pues ni siquiera se ha logrado que se castigue a los que maltratan a las mascotas como perros y gatos, o los que utilizan a toros y gallos en espectáculos o apuestas, a pesar de que en Veracruz hay desde el 2010 una Ley para la Protección de los Animales.

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