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POR QUÉ NO SE APROBÓ LA REESTRUCTURACIÓN…

Superiberia

Por: Arturo Reyes Isidoro  / columnista

Quiero creer que la génesis de todo tiene fecha:

A finales de octubre pasado, cuando el joven panista, alcalde de Boca del Río, Miguel Ángel Yunes Márquez, se hizo del movimiento de protesta que alcaldes perredistas realizaban en contra del Gobierno encabezado ya entonces por Flavino Ríos Alvarado, por la deuda heredada por Javier Duarte de Ochoa y el incumplimiento de pago a ayuntamientos.

El movimiento del partido del Sol Azteca se veía justo y se creía, porque esa es la práctica de ellos, que no iban a lograr que les saldaran la deuda, pero que sí buscaban que Flavino negociara con ellos y al final les diera algún apoyo, en lo personal porque eso es lo que buscan siempre, obtener una buena tajada.

Ya se iba el Gobierno y había que ver qué se podía sacar de beneficio.

Después liberarían el Palacio.

Pero entonces entró en acción el joven Yunes Márquez y trajo apoyos de colonos de Boca del Río en camiones expresamente fletados para ello y se apoderó del control de la protesta.

Incluso él fue quien le abrió las puertas del Palacio a policías desempleados para que se hicieran del control del edificio.

A varios de ellos se les identificó como elementos que no habían pasado los exámenes de confiabilidad y por eso se les había dado de baja.

En las redes quedan los testimonios de cómo luego, fuera de toda forma política, hizo reclamos con insultos al propio Gobernador Flavino Ríos Alvarado y al Secretario de Finanzas, Antonio Gómez Pelegrín, y de cómo a éste lo retuvieron una noche en la Sala de Banderas del Palacio, y cómo también les impidieron que trabajaran en la Casa Veracruz.

Fueron agravios a dos altos representantes priistas, eran agravios al PRI.

No se midieron las consecuencias.

Nadie previó que eso podría tener desquite.

Los priistas aguantaron vara, se tiraron pecho a tierra y así empezaron a avanzar, acechantes, aguardando a que se les presentara el momento de tomar venganza, que eso es exactamente lo que hicieron ayer.

Se cobraron los agravios.

A ello se sumó, por más que se diga que son cosas totalmente ajenas, la detención del exgobernador Flavino Ríos Alvarado y la pena preventiva excesiva que le dictaron, así como el endurecimiento contra su persona en la acumulación de más acusaciones que le han empezado a hacer.

No sé si nadie en la Fiscalía le advirtió al Gobernador lo que iban a hacer o si advertido nadie le hizo reparar en que no era el momento oportuno para actuar, cuando en puerta tenían la votación para aprobar la iniciativa más importante y clave para el éxito o el fracaso de su Gobierno: la reestructuración de la deuda pública estatal, necesaria, indispensable, para contar con recursos necesarios y frescos para hacer lo mínimo indispensable en el año y nueve meses que restan de gestión y para cubrir los más urgentes compromisos y evitar cualquier estallido social.

Pero no hubo previsión ni sensibilidad política para evitar el descalabro de antier.

Quiérase o no, el PRI pasó factura y se cobró una parte, porque no creo que sea todo.

El panorama, según mi perspectiva, se va a complicar más cuando todo se contamine con el proceso electoral que ya corre.

El PRI va a tratar de recuperar terreno, lo más que pueda, porque de lo que se haga y logre o lo que se deje de hacer y no obtenga, dependerá mucho el resultado de la elección del próximo año, la de Gobernador y Presidente.

Les va a todos la vida política de por medio y todos aplicarán aquello de que: a que lloren en mi casa, mejor en la ajena.

No habrá contemplaciones.

Lo que está en juego es mucho y muy valioso como es el poder político.

O sea, si luego de lo de ayer el PRI decide ir más allá en contra del Gobernador para debilitarlo, si el Secretario de Hacienda no autoriza, da y envía recursos extraordinarios para el Gobierno, para Veracruz, entonces tenemos que ponernos a rezar para que podamos sobrevivir de la mejor forma posible.

Estamos ya en una crisis sobre otra crisis.

No hay dinero, el Gobierno del Estado no tiene dinero y sí una pesadísima deuda así como pendientes ineludibles que cumplir.

No hay recursos para obras, para servicios públicos, para empleos, para lo más indispensable en clínicas y hospitales públicos, para incrementar la seguridad, para pagar pensiones y jubilaciones, menos a proveedores y prestadores de servicios.

Los políticos se echan la culpa. Todos son corresponsables.

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