Por: Edgar Hernández* / columnista
¡Si quieren lanzar un elogio háganlo, pero no se pagará por ello!: Yunes Linares
Si Francisco Zarco, los Flores Magón, Belisario Domínguez, Manuel Buendía, Granados Chapa o Regina Martínez vivieran, seguramente caerían de nuevo muertos, fulminados por las inopinadas expresiones del repetidamente descalificado fiscal general, Jorge Winkler Ortiz.
“Parece de otro planeta” al no cumplir sus obligaciones, carecer de sensibilidad y personalidad, asegura el Colectivo Solecito, a quien el Fiscal descalifica y minimiza.
Eso en materia de Derechos Humanos y abuso de autoridad, como sucedió con el pobre diablo de Flavino Ríos, ya que en su relación con los medios de comunicación el “abogado de los veracruzanos” ha sido censurado por atentar contra la libertad de prensa, resultante de su impotencia al no poder someter a un gremio de sí ofendido por la masacre del anterior sexenio que dejó tendidos a 19 colegas.
Y es que si bien desde el arranque de la actual Administración se empezaron a sentir las agresiones, ofensas y desprecios, hoy —a cien días— se recrudecen por las graves advertencias de quien debería ser el defensor ciudadano, el Fiscal de los veracruzanos y no mozo del Gobernador.
Al desgarbado chamaco, toda una calamidad, metido de Fiscal General, se le hizo fácil en días pasados enviar un mensaje a los medios, particularmente a la prensa crítica:
“Estoy esperando que un periodista la ‘riegue’, cometa un delito y yo mismo me encargaré de romperle la ma…”
Qué tan atrevido no sería el comentario de Winckler, que el propio Secretario Ejecutivo de la sumisa Comisión Estatal de Atención y Protección de los Periodistas, Jorge Morales, calificó de “grave” la amenaza de ser cierta.
Y es que a ello se suma el reclamo de 87 representantes de medios de comunicación locales, estatales y corresponsales de medios nacionales e internacionales, quienes pidieron a través de una carta abierta al Gobernador del Estado, el pasado 5 de febrero, ponga fin al cerco informativo que impuso Winckler a través del cual se niega información sobre los hechos de violencia y demás que se registran a diario en la Entidad.
La expresión del Fiscal General no es casual.
Responde a una línea autoritaria muy característica de los países bananeros, de los tercermundistas, a quienes por consigna amordazan y agreden por atreverse a denunciar los excesos del poder.
Tal vez sea parte del síndrome de Gobiernos imperiales como el de Donald Trump, Hitler o Franco, proclives al exterminio de esa maldita prensa que cree en esas patrañas de la libertad de prensa y la lucha democrática por la libre expresión de las ideas.
Hoy Veracruz está sufriendo una regresión al diazordacismo, caracterizado por la intolerancia, el silencio de la prensa, la generosa retribución para los moderadores de opinión, dispuestos al plato de lentejas a cambio de la repetida lisonja.
Y lo dicho por este amigo de raro apellido, obliga al repudio de quienes nos dedicamos a la noble tarea de ser los vasos comunicantes con la sociedad.
Habrá que prestarle al imberbe Fiscal un libro de historia donde, en lectura no tan rápida como la de su enajenante “face”, comprenda que las más importantes luchas independentistas de México en los últimos 500 años, fueron de la mano del afán libertario, de la libertad de expresión.
Y es que —como dice Chomsky— si no creemos en la libertad de expresión para la gente que despreciamos entonces ya no creímos en nada.
Necia la historia que nos repite, aunque no aprendamos, que a todo Gobierno autoritario, a todas las dictaduras de derecha e izquierda —o las mezcladas, como en Veracruz— les es más fácil practicar la censura, el chantaje, la amenaza, como es el caso de Winckler, o el soborno para controlar el flujo informativo.
Por ello hoy medimos la precaria salud democrática de Veracruz, a partir de la incomodidad gubernamental ante la diversidad de opiniones, de coartar la libertad de expresión en el día a día y amordazar a la de sin susto el espíritu crítico de los medios de comunicación, de sus articulistas, columnistas y moneros.
Bien le va a Winckler esta definición:
“La libertad de expresión es algo tan grande que no cabe en los cerebros estrechos”, dicho no por Kapuscinski ni Voltaire, sino por Roberto Gómez Bolaños Chespirito.
Así pues, y a la luz de la advertencia personal de romperle la ma… a los periodistas que la “rieguen”, el gremio, en su conjunto, queda en franco estado de indefensión.
¿Quién garantiza que la autoridad no invente o magnifique un delito si la “riegas” pasándote —por ejemplo— un alto o ¿en qué momento si sales a festejar con tu familia o amigos en sospechosa “cacería” seas detenido para imputarte algún delito?
¡Ja!
“Sembrar” droga es práctica común de las autoridades policiacas ¿Eso le pasará al periodista que la “riegue”? ¿Si te orinas en la calle la estás “regando”? ¿La estás “regando” si escribes contra Yunes? ¿Será delito criticar al Jefe o te haces acreedor a que te rompan la ma… —que ha de ser el equivalente a romperte el hocico— por el sólo hecho de mirar feo a la autoridad?
Ahora bien, habría que determinar si eso de romperle la ma… a los periodistas es línea del Gobernador Yunes Linares o sólo es una desesperada expresión de un incapaz que no le acierta a nada.
Si es lo primero ¡Mucho cuidado!
Si es lo segundo, peor, ya que a estas alturas el señor Yunes Linares ha de estar que se jala los cabellos por haber entregado la más importante responsabilidad jurídica de su Mandato a un novato que está más interesado en insultar periodistas, dejar plantados a los Colectivos y entretenerse todo el día en el Facebook, que en meter a la cárcel a los saqueadores.
Y lo que son las cosas.
Con que Miguel le hubiera comprado al prometedor rompedor de ma… un celular última generación, un X-Box y una colección de calcetines tipo Michael Jackson, hubiera bastado para que le viviera eternamente agradecido.
Han sido tantos y tan recurrentes los desatinos del Fiscal General —su novatez, su pasado ominoso, ser Juez y parte, no reunir los requisitos de titulación y cédula profesional (la original la perdió) para ostentar tan elevado cargo y de paso ser oaxaco— que el Gobernador, muy seguramente, ya no sabe qué hacer con él.
Vaya, ni como camarógrafo le sirve ya que, por la investidura que representa el cargo de Fiscal, rompe todo el protocolo, particularmente cuando se hinca frente a él para grabarlo, que más parece para adorarlo.
En fin, ahí le paramos, no vaya a ser que este amigo piense que lo estoy criticando y me vaya a ¡romper
la ma…!
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo