En México es común y socialmente aceptado el que una persona que trabaje en “el gobierno” o que sea político tenga mucho dinero. Tristísima realidad.
No se salva ningún partido, en todos los partidos que, en teoría deberían ser los principales filtros al aceptar a sus militantes, tenemos muestras de personajes nacionales o locales que lo único que buscan es enriquecerse a costa del erario o abusando de sus funciones. En Aguascalientes, Tabasco, Coahuila o en Baja California tenemos ejemplos de gobernadores de los tres principales partidos con acusaciones y escándalos de corrupción enormes. Normalmente los partidos deciden expulsar a sus militantes corruptos cuando el asunto es un escándalo en los medios, nunca lo hacen mientras detentan el poder y eso los hace cómplices del peor de los males mexicanos.
¿Por qué es tan común ver a empresarios locales importantes unirse a partidos y detentar puestos públicos? Estos personajes dejan encargados prominentes negocios y empresas para enrolarse en la función pública ganando, al menos legalmente, muchísimo menos de lo que ganan en sus empresas, ¿será por amor a la patria? No afirmo que no los haya comprometidos y honestos, pero hay un patrón interesante.
Sin duda, erradicar o, al menos, minimizar la corrupción debería ser una prioridad nacional para el gobierno del presidente Peña. Si en realidad busca cambiar a este país y ser percibido como el reformador para el extranjero, ésta sería su mejor bandera. No hay otro antídoto que funcione mejor que un juicio y cárcel a quien se enriquezca a costa del erario o por abuso de sus funciones, punto. Ya lo sé, soy un fascista. En segundo lugar deben fortalecerse los otros poderes de la unión en los Estados para fortalecer la rendición de cuentas y convertir a este tipo de delitos en delitos graves, evitando los casos por muestreo.
Los escándalos de corrupción que vemos en otros países de la OCDE parecen juegos de niños en comparación con los nuestros. Jacques Chirac, ex presidente de Francia, fue condenado (primera diferencia) por malversación de fondos, abuso de confianza y la creación de empleos ficticios. Los montos del escándalo eran de 2.2 millones de euros. En Israel, los hijos de Ariel Sharón fueron procesados por soborno por un monto de 4.5 millones de dólares. En España, la debilitada Corona española sufre por el escándalo de corrupción en el que está implicado el yerno del rey Iñaki Urdangarin (nadie había hecho tanto por la República desde 1939), por montos aproximados de cinco millones de euros. En España, también, el presidente de la Comunidad valenciana fue procesado por una trama de corrupción en la que recibió algunos trajes del “bigotes” por un monto de 13 mil euros (que equivale a cinco minutos de shopping de Granier).
Cuando ven esto nuestros corruptos, acostumbrados a robar de mil millones en mil millones, deben de morirse de risa. Con lo que se roban en otros países no alcanzaría aquí ni para el mantenimiento anual de las propiedades de algunos.
Pero lo más grave es el nivel de descomposición ética de nuestra sociedad. Estos corruptos viven en ella y son aceptados con una normalidad que asusta. Mientras la sociedad no repudie todos los días a quien se enriquece como consecuencia de una función pública no habrá incentivos para que los gobiernos tomen cartas en el asunto. Mientras sigamos justificando “roba, pero salpica” o “roba, pero hace cosas”, tendremos que conformarnos con lo que hay, que para mí es inaceptable.
*Abogado y opinante
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