Así de seguro o así de cínico el químico y ex gobernador. O así de “convenenciero”. El arribo de Andrés Granier al Distrito Federal, en el vuelo 413 de Aeroméxico, procedente de Miami, no debió provocar sorpresa por el tumulto: decenas de medios que rodearon al séquito que acompañó al tabasqueño a su paso por el aeropuerto. El Benito Juárez, únicamente. Porque al Carlos Rovirosa Pérez, el internacional de Villahermosa, por supuesto que ni voló.
Su llegada “voluntaria” a nuestro país, para “limpiar su nombre”, como insistentemente lo ha dicho, se da casi al momento en que se supo que a José Manuel Sáiz Pineda se le dictaba auto de formal prisión, quien tendrá que responder por los fajotes de dinero encontrados en una de las casas donde despachaba.
Pero “sorprendió” ayer el ex gobernadorΩ cuando llegó con sus abogados a las instalaciones de la SEIDO, después de haberse reunido con ellos. Y lo hizo porque quiere asegurar que sus garantías individuales serán respetadas en el que sea que vaya a ser el proceso que deberá enfrentar. Y para evadir el citatorio de la PGJE, el “señor de los zapatos” aseguró tener amenazas del crimen organizado en Tabasco… que por eso no va a regresar al estado que gobernó hasta hace unos meses, ¡hasta creen!, se quedará en la Ciudad de México, en su modesta casa en una de las zonas más exclusivas del sur del Distrito Federal. Antes de volver a Miami, por supuesto. Reveló también que los problemas de salud que lo llevaron para atención a esa ciudad florideña, corresponden a problemas de hipertensión arterial y un “problema de próstata”.
O muy seguro o muy cínico. El químico. O sea, Granier. Y es que lo más absurdo en ésta, su estrategia para “limpiar su nombre”, es que Granier se presenta voluntariamente en la que resulta ser la dependencia que no ha solicitado su presencia. O sea, muy gustoso en declarar a quien no se lo solicitó. A ver cómo resolverá el citatorio que lo llama a Tabasco para el próximo viernes, porque tal como el mismo ex gobernador lo dijo, que regresaba a México por si era solicitado, y ahora que la Procuraduría de Tabasco lo mandó llamar el próximo viernes, ¿cómo le hará si ahora sí recibe el citatorio y ya declaró que no pisará el estado que gobernó (y dejó en número rojísimos)?
De aquí a mañana por la tarde, o más bien por la noche, es que sabremos lo que Granier vino a decir, porque su llegada no sólo es por buena voluntad, aunque más parece un endeble intento por decirse inocente. Y es que resulta extraña, muy extraña, su estrategia para limpiar su nombre. La única entrevista concedida a un medio nacional fue la que dio vía control remoto el lunes pasado a Carlos Loret de Mola, cuando aún estaba en Miami.
Desde el martes por la noche, cuando llegó en avión de primera clase a la Ciudad de México, sólo ha realizado declaraciones vía telefónica en programas tabasqueños, como si en aquel estado fuera el único lugar donde se le conoce, aunque sí es el primero que le pide cuentas y el único estado donde sus dependencias lo han mandado a llamar.
¿Tendrá un as bajo la manga? ¿O sólo deberemos entender su llegada a México como un mero pataleo mediático en el afán de librar las acusaciones que hay en su contra? ¿Así de seguro o así de cínico el químico?
Y en este escenario, el presidente Enrique Peña Nieto se cubriría de una muy importante y favorable percepción en la opinión pública si se mostrara más decidido echándole, si no el guante (porque ese, evidentemente, sólo la investigación y la ley pueden echarlo en un Estado de derecho), sí una lupa con mucho mayor aumento a éste, el más sospechoso de los ex gobernadores del PRI. Si lo hace con el de su propio partido, no tendrá oponentes cuando decida hacerlo con sus opositores. Y la ciudadanía le aplaudiría su compromiso con un combate a la corrupción que pareciera haber iniciado con la captura de Elba Esthter Gordillo…