Córdoba.- A pesar de que la Cuenca del río Papaloapan es la segunda a nivel nacional de mayor importancia, las disputas por los límites administrativos con los Gobiernos Locales o Estatales y la falta de interés al tema del rescate de las cuencas, han hecho que se continúe “maltratando” el afluente, que tiene que luchar en contra de la conciencia “absurda” y de omisión por parte de los Gobiernos que están obligando a más de 3 millones de habitantes a sufrir riesgos la salud por consumo de agua contaminada.
Aunado a la contaminación, la zona de acumulación de las aguas sufre el problema de la deforestación y con ello la pérdida de fuentes abastecedoras de pozos profundos, señaló el presidente del Consejo de la Cuenca del río Papaloapan, Raúl Hernández, tras participar en la reunión del Consejo que se llevó a cabo ayer en la ciudad.
En entrevista, destacó que actualmente hay un mal manejo de las aguas del afluente, pues nadie está haciendo nada por su rescate a pesar de que el río pasa por las zonas de Puebla, Oaxaca y Veracruz, donde la falta de trabajo y coordinación ha convertido a éste y otros ríos en drenajes abiertos.
Al respecto, insistió que ha sido una serie de factores los que en su momento han contribuido al tema de la contaminación, ya que incluso ni la Ley de Aguas permite hacer las acciones que se requieren y muchas de las cuentas públicas que asigna al tema del saneamiento de las cuencas, son cantidades ridículas, “por eso ya no podemos confiar en meternos a nadar en un río o ya no podemos consumir alimentos porque queda la duda de si es un alimento sano o es veneno”.
Reiteró que ante el panorama, se tiene claro que aunque la cuenca no desaparecerá, sí se tiene que considerar que al aumentar la demanda de la población y la baja calidad del agua, se disminuye disponibilidad del líquido por persona.
En la cuenca, sostuvo, convergen cerca de 16 afluentes, donde el más contaminado es el río Salado de Tehuacán y que al momento no se ha hecho nada por evitar en primer lugar la descarga de aguas negras y el favoritismo de obras que no benefician a los afluentes.
