La corrupción no es un problema sino el problema de México; es el común denominador de todos los dramas de nuestra patria. La violencia, la pobreza, la apatía y la falta de empleo son los frutos, pero la corrupción es el árbol.
Los ciudadanos están hartos de los Nava, de los Gordillo, de los Yunes, de los Granier, de los Bejarano, de los Moreira, de esa caterva que no distingue colores ni partidos.
Sí podemos apreciar que en los escasos meses de este sexenio ha habido avances. Por ejemplo, tras haber sido encubierta durante todo el calderonato, hoy vemos a Elba Esther Gordillo donde tiene que estar. Igualmente, se lanzó un mensaje contra la prepotencia al cesar al ahora ex procurador de PROFECO, al interponer una demanda penal contra César Nava por defraudar a PEMEX y al investigar a Andrés Granier, sin encubrirlo por filiación partidista.
No obstante, otros sucesos indignantes siguen sin ser enfrentados. Poco se ha hecho en los casos de Humberto Moreira (ex presidente nacional del PRI) o de Luis Armando Reynoso Femat (ex gobernador de Aguascalientes por el PAN). Débil es el arranque para esclarecer el vergonzante caso de la Estela de Luz.
Preocupa también que no se actúe con fuerza ante la corrupción escandalosa de gobernadores en funciones. Por poner dos ejemplos de muchos que hay, recordemos el desacato a la Suprema Corte de Justicia de la Nación del gobierno de Guillermo Padrés en el estado de Sonora, así como el despilfarro propagandístico y electorero de Rafael Moreno Valle en Puebla. También existe un clamor ciudadano en los estados de Nuevo León y Guerrero. No se puede dar la espalda a esas realidades evidentes.
En fin, son tan hondas las raíces de la corrupción que el gobierno solo no las podrá arrancar. Se trata del primer obligado, por supuesto, pero es una lucha que únicamente será exitosa cuando incluya a los ciudadanos sin partido, sin cargos gubernamentales, sin más interés que trabajar por el bien de la patria.
Similarmente, en la lucha contra la corrupción solo pueden ser efectivos los movimientos que no nacieron en la sombra del poder, sino en la luz de la ciudadanía, que no están lastrados por compromisos, deudas, ni agendas secretas. Tal cual es el movimiento nacional Volver a Empezar (VAE).
Es por ello que presentamos —como parte de VAE— una demanda penal para combatir a uno de los más grandes símbolos de la corrupción de nuestro país: Miguel Ángel Yunes Linares. Asimismo, durante el tercer aniversario de nuestro movimiento refrendamos el compromiso firmado hace un año con el presidente Enrique Peña Nieto de coadyuvar para enfrentar diversos retos nacionales, entre ellos el de la corrupción. Contamos con la palabra empeñada del presidente.
Y vamos por más. Con el apoyo de todos los líderes sociales, políticos y empresariales de este movimiento, los cuales cuentan con representatividad y peso en todos los estados del país, seguiremos librando batallas por la transparencia y la honestidad en la vida pública. Porque no se trata únicamente de quejarse, sino de actuar de manera libre y comprometida por el bien de la patria.
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