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El minutero

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GATOS Y RATONES

 Dentro de cuatro domingos los veracruzanos estarán eligiendo a los 212 alcaldes y 30 diputados de mayoría relativa –los legisladores plurinominales se escogerán en la mesa- y la jornada electoral del 7 de julio será, invariablemente, una calificación de las autoridades municipales en funciones.  En el sexenio pasado, la fidelidad,  acostumbrada a tantas pillerías, logró refrendar “triunfos” priistas en ayuntamientos tan mal gobernados donde los ediles saquearon el erario sin pudor ni recato. No hubo nadie que los castigara y a pesar de ello, los abanderados del tricolor volvían a ganar como los casos de los comicios en el 2007 y en el 2010.

Esas cuestionadas victorias se lograron a base de toda clase de mapachería. Fueron de antología la violación  de paquetes electorales cuando estaban bajo supuesto resguardo en módulos del Instituto Electoral Veracruzano (IEV) para alterar actas, sembrar boletas y extraviar documentos. De esta forma, el priismo se refrendaba en aquellos ayuntamientos donde la gente aún estando hastiada de las malas administraciones locales, vio con sorpresa que ganaban los abanderados del mismo Revolucionario Institucional. ¿Magia? No, eran las malas artes del innombrable que corrompió a todos, desde partidos de oposición hasta autoridades electorales y tribunales tanto estatales como federales.

 Cosa cotidiana fue el trasiego de maletas de dinero a cambio de fallos electorales a favor de los fidelistas. A eso hay que sumarle los señalamientos de la irrupción de la delincuencia organizada para amenazar candidatos opositores, secuestrar activistas y promotores, robarse las urnas a punta de pistola y desplegar grupos de choque con el fin de intimidar y golpear a votantes y militantes ajenos al PRI. Aún así, en las últimas elecciones locales Del 2010, el tricolor apenas pudo conservar la gubernatura y la mayoría simple en el Congreso local, al ganar 20 diputaciones distritales mientras que en los comicios por las alcaldías tuvo un enorme fracaso pues ganó 83 ayuntamientos, es decir, perdió 70 municipios que gobernaba desde el 2008.

Empero,  se mantuvo en las principales plazas de la entidad con victorias cuestionadas y el ejemplo más resaltable fue el puerto de Veracruz donde  “con calzador” hicieron cuadrar las actas y boletas en la mesa de escrutinio para que la priista Carolina Gudiño, alumna y adoradora de la fidelidad,  se quedara con la alcaldía con una diferencia de 900 votos sobre el entonces panista Julio Saldaña. Allí el operador-mapache estrella fue el ex gobernador de Oaxaca, José Murat, a la sazón consejero de cabecera del innombrable, que fue enviado al consejo municipal del IEV para amenazar y coptar a representantes de la oposición y funcionarios electorales.

De esta forma se acomodaron los números a favor de Gudiño Corro. Esa fue la tónica que se repitió en otros municipios que son plazas importantes por su influencia económica y política. A casi tres años, los resultados están a la vista y todos los alcaldes que impuso la fidelidad resultaron ser tremendas ratas coludas -con una disculpa para los roedores que de por ya tenían mala fama y ahora los comparan con los políticos fidelistas-. La mayoría de los ediles surgidos de la fidelidad son impresentables públicamente. ¿Alguien en su juicio podría  salir en defensa  de Gudiño Corro? ¿O del boqueño Salvador Manzur, del terrablanquense Francisco Portilla que gobierna Córdoba, del fortinense que se inventó una enfermedad cardiaca para huir y ganar impunidad, César Torrecilla, de la jalapeña Elizabeth Morales o de Marcos Theurel, edil de Coatzacoalcos?

 Todos ellos y otros más, son lastres que pesan actualmente los abanderados de su mismo partido que aspiran a sucederlos en las sillas municipales. Claro, también en la cancha de enfrente hay ediles que resultaron una verdadera plaga para los dineros municipales y tienen de decente lo mismo que de astronautas. Entre los citables están los panistas Tito Delfín Cano en Tierra Blanca,  Joaquín Guzmán Avilés de Tantoyuca, Marcos Mollinedo en Atoyac y Miguel Angel Sedas Castro en Huatusco -quien ya se soltó el pelo y se fue con los priistas pues ahora es candidato de ese partido a la diputación local-, el convergente Homero Arróniz en Cosamaloapan o la perredista Lidia Mexhua en Zongolica. Ya ni hablar de los también azules Martín Padua  Zúñiga de Chinameca y Mauricio Herrera Fernández de Las Minas, actualmente presos por nexos con el crimen organizado.

 Todo lo anterior viene a colación por el fenómeno mediático que ha surgido en Jalapa pero que puede extenderse a los principales municipios –particularmente los que tienen cobertura de internet y sus habitantes una interacción en las redes sociales-, que es el surgimiento del llamado “candigato Morris”, un felino que, según sus promotores, garantiza hacer limpieza de ratas, ratones y zarigüeyas que retozan en los palacios municipales, que le saldrá barato al bolsillo de los ciudadanos, que está acostumbrado a tapar sus heces fecales -léase: no exhibirse mediáticamente cada vez que “la riega”- y si lo dejan, hasta merendarse uno que otro “pájaro nalgón” -como se les dice a los políticos presumidos y de pocos resultados- que pululan en la politiquería aldeana.

 Pareciera algo de chunga pero la candidatura de Morris ha calado en los ciudadanos que no sólo lo ven como abanderado ideal para  Xalapa -donde la alcaldesa Elizabeth Morales ha roto récord en desaseo financiero, desatención de los problemas y desgobierno, y que la pretende suceder otro del mismo pelo como es Américo Zúñiga, formado en la fidelidad y de una de las familias que han vivido siempre del erario público- sino en otros municipios donde se pide a gritos un gato exterminador de roedores. En la fila de espera están Córdoba, Veracruz, Boca del Río, Coatzacoalcos y otros ya citados. 

El “Candigato Morris” es un fenómeno en redes sociales que no debe echarse al vacío. Los observadores lo califican como un equivalente a la campaña del 2012 para anular el voto o voto en blanco, ante la inconformidad con la clase política y en especial, hacia los candidatos a cargo de elección popular. Otros analistas señalan que las víctimas de esta campaña felina serán esencialmente los abanderados del tricolor a las alcaldías pues los actuales ediles, como ha se ha dicho, están considerados por la voz popular como verdaderas ratas orejonas y de cola grande.

 Por eso los  primeros en protestar por la publicidad  al “Candigato” son los priistas ya que el  mensaje de trasfondo es que en las boletas electorales los ciudadanos escriban el nombre de Morris en lugar de cruzar alguno de los candidatos que ahí figurarán. Obviamente, los mismos militantes del tricolor lastimados por imposiciones anotarán el nombre de Morris y los ciudadanos que no quieren votar por ningún candidato de oposición porque no los convencen o porque tradicionalmente han votado por el PRI, preferirán votar por el “Candigato” que por los abanderados del Revolucionario Institucional. Desde cualquier perspectiva, el saldo negativo es el PRI.

 

Ya muchos apuestan que al igual que en Xalapa,  en los próximos días salgan otros “candigatos” a lo largo y ancho de la entidad. Algunos se llamarán Micifus, otros Félix, otros Bola de Pelos, Tom, Kitty, Silvestre, Garfield, Becquer, Misha, Mimoso, Nefertiti o Mingo. ¿A poco el votante no se sentirá más atraído de votar por Micifus que por Francisco Portilla en Córdoba, o por Garfield que por Sergio Pazos en Boca del Río o por Mimoso en lugar de Ramón Poo o Rafael Acosta en Veracruz? Nada más de pensarlo, seduce. Es una forma ingeniosa de castigar a los malos gobernantes y a los pésimos candidatos. ¿O no? Y por eso muchos ya tiemblan al oír el “miauuuuu…”.

 

BATIDILLO DE LODO

 En tanto, la guerra electoral en Veracruz sigue aumentando de nivel y el fin de semana se libró una batalla más. Una supuesta bodega con despensas fue descubierta en Boca del Río y su contenido iba a ser distribuido para condicionar el voto a favor del abanderado panista a la alcaldía, Miguel Ángel Yunes Linares, de acuerdo a la denuncia de los dirigentes priistas. El señalado es el senador Fernando Yunes, hermano del aspirante azul, de quien exigen un juicio político los tricolores.  Obviamente los panistas lo niegan y acusan que la bodega es un “montaje” para atacar al candidato y especialmente a los Yunes. Todo es parte del batidillo de lodo que hay en la contienda y como ya se anticipó, éste aumentará conforme se aproxime la fecha de la votación.  Sean azules o rojos, las autoridades deben de actuar y hacer creíble la famosa comisión de vigilancia que se derivó de la firma del adendum en el Pacto por México para castigar a los mapaches electorales. 

 También para no variar, hubo otro señalamiento contra el panista y jefe del  clan yunista en el blanquiazul, Miguel Ángel Yunes Linares a quien le atribuyen la titularidad de tres cuentas bancarias en Estados Unidos por 6 millones de dólares -unos 84 millones de pesos mexicanos-. La denuncia mediática fue hecha por el dirigente nacional del PAN, Manuel Espino, a quien Yunes respondió exigiéndole que presente la denuncia formal y lo volvió a calificar como “prostituta de la política”. Lodo y más lodo. El PAN nacional respondió con 14 nuevas denuncias por el uso de recursos públicos para favorecer a abanderados del tricolor. Una de ellas referente a Veracruz por destinar 270 millones de pesos para adquirir materiales de construcción que fueron remitidos a los candidatos priistas para comprar el voto.

 Y en  la aldea, estuvo el dirigente del PRD, Jesús Zambrano para validar a la llamada “dirigencia roja” -o los fideperristas- encabezada por el ex alcalde de Ciudad Mendoza, Sergio Rodríguez Cortés así como los candidatos que postularon en diputaciones y ayuntamientos, algunos de ellos con la encomienda de dejarse perder. El líder perredista no llenó la plaza y sólo una de las seis tribus del partido estuvo presente para apoyarlo. La división en el perredismo veracruzano es más que inminente. Es un partido en vías de extinción a nivel local. En fin, el fin de semana fue agitado en cuestiones electorales y los días venideros lo serán aún más.

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