La Ley Natural de la vida es ineludible, hacer el bien atrae al bien, y el mal sólo acarrea maldad.
Quienes crean que pueden dañar al prójimo, a la naturaleza, a los animales, al planeta, al Universo, sin sufrir consecuencias, ignoran que todo regresa a uno mismo.
Se puede hacer el mal de manera activa, pero también de manera pasiva, cerrando los ojos a la corrupción, a la maldad que está a nuestro alrededor, como si no fuera de nuestra incumbencia, así también se hace el mal.
No se puede lucrar con la muerte, el dolor, el hambre y la pobreza.
Las personas que comercian o le venden a gente con dinero sucio, a sabiendas de que es malhabido, son igual de corruptas que su “comprador”.
Llevar dinero sucio a la casa y con él darle de comer a los hijos es ensuciar a la familia.
Hacer tratos, por avaricia, con Alcaldes que roban a su municipio, con empresarios “robagasolina”, con constructores que están coludidos con los políticos, con Gobernadores que se llenan los bolsillos de dinero robado a la Nación, con narcotraficantes que envenenan a las personas, con secuestradores que humillan y causan gran dolor a las víctimas y sus familiares, es ser partícipe de la maldad que ocasionan. ¡Son iguales! ¡No hay diferencia entre uno y otro!
Las leyes naturales, tarde o temprano, pasan la factura, y una serie de calamidades les van a ocurrir alrededor de sus vidas, no sólo contra ellos mismos, sino contra su familia.
Se deben respetar los valores y principios porque con las leyes naturales no se juega.
¡Al tiempo!