Por: Armando FUENTES AGUIRRE
Por esta sola vez, y sin que el caso siente precedente, el señor Cantalarrana toma la forma de un hombre de esos a los que en lengua popular se da el nombre de cab… Tiene la entraña oscura este señor; gusta de causar daño a los demás, sin qué ni para qué, sólo por el gusto de hacer el mal. El otro día, por ejemplo, al regresar de un viaje sonó el teléfono en su casa. Levantó él la bocina, y antes de que alcanzara a decir “Bueno” oyó una vez masculina que dijo de buenas a primeras:
-Mi amor: no me esperes temprano hoy. Tengo mucho trabajo en la oficina. Evidentemente quien llamaba había marcado un número equivocado. No se lo dijo el señor Cantalarrana. En vez de eso respondió:
-No te preocupes, hermanito. Tómate todo el tiempo que quieras. Yo me la estoy pasando aquí a toda máquina.
Y colgó sin esperar respuesta. ¡Qué buena broma! ¿Cómo se quedaría el que había hablado? Se rió en su interior el señor Cantalarrana. Pero de pronto lo acometió una duda: ¿y si el hombre no se había equivocado al marcar? Volvió la mirada a su mujer, que se veía nerviosa, y ya no se rió más.