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Está acumulando malquerencias

Superiberia

Por: CATÓN / columnista

Los recién casados llegaron al hotel donde pasarían su noche de bodas.

El empleado del mostrador les dijo después de registrarlos: “Son mil pesos por cada uno”. El muchacho le pidió a su flamante mujercita: “Dame 2 mil pesos, mi vida”.

Preguntó ella, desolada: “¿Nada más van a ser dos?”… Don Ultimiano pasó a mejor vida. Su compadre Pitoncio fue a darle el pésame a la viuda. Gimió ella al recibir su abrazo: “¡Compadre! ¿Qué voy a hacer para llenar el vacío que dejó mi marido?”. Replicó Pitoncio: “¿Se admiten sugerencias, comadrita?”… Babalucas fue con un médico especializado en trastornos del sueño. Se veía pálido y ojeroso.

Le contó que su vecino tenía un perro que se la pasaba ladrando toda la noche. “No puedo pegar los ojos, doctor –le dijo-. ¿Qué me recomienda que no sea Resistol?”. Contestó el facultativo: “Tengo unas píldoras somníferas que de inmediato lo pondrán a dormir”.

Así, diciendo le entregó las píldoras y su recibo. Días después Babalucas regresó. Estaba más demacrado que la primera vez.

Le preguntó el galeno: “¿Usó las píldoras que le di?”. “Sí, doctor –respondió el badulaque-. Pero el desgraciado perro no se las quiere tomar”… Susiflor le preguntó a Rosibel: “¿Qué tal estuvo la película?”. Contestó ella: “Tiene un final inesperado. Ni tiempo te da de bajarte la falda y abrocharte la blusa”… Ya se sabe que en la política no hay lógica. (Tampoco en la vida la hay, si se me apura un poco).

La elección de Trump, por ejemplo, desafía todos los silogismos. Y sin embargo, la razón indica que ese hombre demencial no puede durar en la Presidencia.

Tarde o temprano cometerá un error mayor que los que ha cometido ya, y el pueblo norteamericano demandará su salida. Más que profecía esto que digo es expresión de una esperanza que ahora se ve lejana, pero que bien podría concretarse. Con rapidez que espanta, Trump está acumulando malquerencias.

Casi no pasa un día sin que añada otro yerro a los que tiene ya en su cuenta y sume un enemigo más. Se antoja imposible que en esas condiciones llegue al final de su mandato.

Claro, también se consideraba imposible que llegara a la Casa Blanca, y ahí está ahora, en la misma residencia que han ocupado Jefferson y Lincoln, Roosevelt y Kennedy. Quiero decir que todo puede suceder.

La elección de ese individuo ha hecho que en el mundo se piense mal del pueblo de Estados Unidos.

Ciertamente hay millones de norteamericanos que tienen sus mismas ideas y comparten sus fobias y prejuicios. Recordemos, sin embargo, que Trump perdió en el voto popular, y por margen muy considerable. Eso significa que no cuenta con el apoyo de la mayoría de los ciudadanos.

Está, pues, en posición muy vulnerable. Esperemos entonces, tanto en el sentido de aguardar como de tener esperanza.

Ojalá por una vez se imponga esa lógica que hasta ahora se ha mostrado tan ilógica… Aquel señor no pudo dar fin al negocio objeto de su viaje. Tomó el teléfono y llamó a su casa. Su esposa no estaba, y la llamada la recibió la muchacha de servicio.

Le pidió el viajero: “Dígale a la señora que no llegaré hoy; que la veré hasta mañana”. Preguntó la criadita: “¿Quién habla?”.

“El señor, claro” –se molestó el hombre. Volvió a inquirir la chica: “¿Cuál de ellos?”… La mamá de Pepito se enteró de que en la tele iba a pasar un documental en el cual se mostraba un parto natural.

Pensó que ya era hora de que su hijo supiera cómo vienen los niños al mundo, de modo que hizo que Pepito viera el alumbramiento. Con ojos muy abiertos el chiquillo miró cómo asomaba la cabecita del bebé. Preguntó con inquietud: “¿Duele eso?”. “Claro que sí –respondió la señora-. Bastante”. Volvió a preguntar Pepito: “¿Y a la mamá también le duele?”… FIN.

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