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Sobre el patán de Góngora Pimentel

Superiberia

Siguen saliendo los trapitos sucios del ex ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Genaro Góngora Pimentel. Su nepotismo al darles trabajo a sus amantes en la Corte. Su machismo al encarcelarla, de manera injusta, a la madre de sus hijos porque ésta osó ganarle un juicio de manutención. Su clasismo al asegurar que sus hijos no merecían una pensión más digna por ser miembros de otra clase social. Su influyentismo al pedirle favores a sus amigos en el Poder Judicial para bloquear los juicios de la madre de sus hijos e incluso encarcelada. Su insensibilidad con el autismo que sufren los dos niños que tuvo con esta pobre mujer. Su prepotencia en toda esta historia y otras más que van surgiendo día con día. Su cobardía por no dar la cara frente a los medios de comunicación. En suma, estamos frente a un patán, corrupto, abusivo del poder.

Góngora dedicó su vida profesional al Poder Judicial. Fue juez de distrito y magistrado por varios lustros. En enero de 1995, como parte de la reforma del entonces presidente Zedillo, fue nombrado ministro de la SCJN. Llegó a ser presidente del máximo tribunal del país y del Consejo de la Judicatura Federal entre 1999 y 2003. Así resumía la revista Proceso su paso por la Suprema Corte en un artículo publicado el 25 de octubre de 2010: “Al retirarse de la Corte, lo hizo con su prestigio acrecentado. En su ponencia y en sus votos se inclinó siempre a resolver los asuntos mirando el interés general, con sensibilidad judicial y política”.

El ex ministro efectivamente gozaba de prestigio, sobre todo en los círculos de la izquierda nacional. Desde que dejó la Corte, hizo pública su postura a favor de Andrés Manuel López Obrador. Se unió a su movimiento. El año pasado, durante la campaña presidencial, López Obrador anunció que, de ganar las elecciones, lo nombraría Consejero Jurídico del Presidente: “Será el faro que guíe mis decisiones jurídicas si llego a la Presidencia. Nos guiaremos con una frase muy sencilla: nada al margen de la ley y nadie por encima de la ley”.

Ha de ser un golpe muy duro para la izquierda lopezobradorista darse cuenta de la calidad profesional y moral de este faro. Resulta que Góngora, en la resolución de sus problemas personales, se ponía por encima de la ley. Utilizaba sus influencias para cosas tan indignas como bajarle la pensión a la madre de sus hijos y luego encarcelarla. Qué vergüenza.

Y vaya que confiaban los lopezobradoristas en Góngora Pimentel. Recordemos que en 2008, cuando se renovaría el Consejo General del Instituto Federal Electoral, el PRD, por recomendación de López Obrador, propuso al ex ministro de la Corte como candidato a consejero presidente del IFE. La candidatura generó mucha polémica, ya que ni el PAN ni el PRI querían a Góngora. El PRD, sin embargo, lo empujó con todo. Así lo defendía el entonces coordinador de los diputados perredistas,Javier González Garza: “No es negociable Góngora porque no es nuestro producto, nosotros no lo registramos, Góngora es como patrimonio de la nación”. Pues ya estamos viendo el tipo de patrimonio que la izquierda quería poner al frente del IFE. Imagínese usted dónde estaría este Instituto de estar en este momento liderado por Góngora: la cantidad de amantes que habría en la nómina, la prepotencia que se ejercería desde la presidencia del órgano electoral y el influyentismo que permearía en la organización.

Insisto: ha de ser duro para todos aquellos en la izquierda el darse cuenta del tipejo que era Góngora cuando ellos lo apoyaban de buena fe. Pero también es terrible para todos los mexicanos el enterarnos de la calidad profesional y moral del que fue la autoridad máxima del Poder Judicial de la Federación.Caras vemos…

Por cierto, en toda esta historia hay que felicitar al noticiero de Carmen Aristegui que destapó este escándalo. Al margen de filias políticas, expusieron al verdadero Góngora, el que, por más que la mujer de sus hijos salga de la cárcel y se le otorgue una pensión digna a sus vástagos, habrá quedado con una imagen deshecha: de patrimonio de la nación pasó a ser un sinvergüenza hipócrita; de faro a oscuridad; de sensible jurista a simple patán.

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