POR: Ángel Lara Platas / columnista
El líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, controvertido personaje que detentó el poder en Cuba desde 1959 hasta 2008, cuando lo heredó a su hermano Raúl, sostuvo una obstinada posición de enfrentamiento contra el Estado norteamericano. En los larguísimos discursos que Castro Ruz prescribía a los cubanos a través de radio Habana Cuba, que también se escuchaba en México y el Sur de Estados Unidos, no agotaba su perorata en endilgarle todo tipo de calificativos al Gobierno “Yanqui”, como solía llamarlo. La discrepancia principal entre ambos gobiernos, el cubano y el norteamericano, es el sistema político de cada uno de ellos: diferentes ideológicamente y diametralmente opuestos.
Cabe destacar que, a pesar de las restricciones autoimpuestas que han limitado al pueblo de algunos productos para satisfacer sus necesidades primarias y secundarias, Cuba ha logrado destacar en áreas como la cultura, el arte y la medicina, con reconocimiento internacional.
Fidel siempre se opuso a que la isla se occidentalizara. Hasta esta fecha está restringido el libre tránsito de sus paisanos al otro lado de sus fronteras. Al interior de la isla ha prevalecido una ahogada lucha para que el régimen castrista sea respetuoso de los Derechos Humanos y la libre expresión de las ideas. No todos los cubanos están satisfechos con el sistema que han tenido. Miles han optado por la osadía de escapar hacia otro País y morir tragados por el mar, que permanecer bajo las condiciones que ofrece el Buró Político del Partido Comunista Cubano.
Sobre Fidel Castro se han tejido muchas historias. Hay dudas sobre la verdadera relación de Fidel con Ernesto Che Guevara, al parecer causa que éste saliera secretamente de Cuba a un viaje sin regreso. El “Camarada Fidel” como se hizo llamar, ha inspirado a muchos jóvenes que han anhelado para sus países la igualdad social que aseguran existe en Cuba. Habría que valorar si los disidentes encarcelados confirman lo dicho o son la excepción.
Cuba se convirtió en importante foco del turismo político mundial. Una foto con el enigmático Fidel Castro tiene un valor cuasi curricular para el que la presume.
Se le criticó, denostó y enjuició. Se le dijo que comiera y se fuera. Pero siempre se le vio con respeto y admiración. Lo seguían las masas, lo idolatraban y vitoreaban, pero el clamor por las persecuciones de quienes tienen otras ideas son materia recurrente.
Resultaba curioso que a pesar de los incendiarios discursos contra el Gobierno norteamericano, Cuba procuró mantener siempre interlocución diplomática con Washington. Aunque políticos cubanos lo negaron, se sabe de la presencia consentida de agentes del FBI en la isla. El Gobierno norteamericano no da paso sin guarache.
Sin embargo, hay algo que brinca en el tapete. A la luz del análisis resulta paradójico que a pesar de que el enemigo número uno de Cuba era el Gobierno norteamericano, nunca se supo que Castro intentara recuperar el territorio de Guantánamo, donde existe una base naval de EEUU. Nadie escuchó a Fidel Castro romper un acuerdo celebrado en 1903, que estipulaba que ese territorio debería arrendarse a perpetuidad para tropas norteamericanas y una cárcel militar. Es decir, desde la Revolución hasta su muerte, el comandante Castro durmió con el enemigo al lado y sin chistar.
Mueve a sospecha que con la cercanía física de cuerpos de élite en Guantánamo, y la tecnología en cuestiones bélicas y de espionaje con que cuentan los “Yanquis”, no se hubiese concretado, si esa hubiera sido la intención, un acto certero para pulverizar enterito al carismático líder. Hay que recordar que los hermanos Castro en repetidas ocasiones aseguraban que los presidentes de Estados Unidos tenían la intención de envenenar o liquidar a Fidel Castro Ruz.
Sin descartar posibilidades, no hay que soslayar lo que algunos aseguran en el sentido que el Gobierno de Fidel Castro no tan sólo fue consentido por los EEUU, sino que desde la Revolución fue apoyado para consolidar un Gobierno socialista y opuesto al Tío Sam, como parte de una estrategia política para que sirviera de válvula de escape que evitara el estallido de la olla de presión para desactivar otros movimientos opositores a los intereses de los del norteño País, que surgieran en América Latina. No hay que olvidar que existen en Miami y otros lugares cubanos con influencia económica y política, dispuestos a apoyar cualquier intento de la Casa Blanca para derrocar al Camarada Fidel.
La verdad, por el momento, le acompañará a la tumba.
También se lleva su opinión sobre el cuestionado triunfo del desorientado Donald Trump. Pero sí tuvo el tiempo suficiente para ver llegar y salir a 10 presidentes de los EEUU. Se dio la oportunidad de “chamaquear” a don Vicente Fox cuando le sugirió que el postre se lo comiera de regreso a su País.
Cobijó, asesoró, aconsejó, aportó. Respetando las polarizadas opiniones de unos y otros, Fidel Castro Ruz fue un personaje de talla mundial. Punto.