Por primera vez en años, nuestra patria se está moviendo hacia adelante. En franco contraste con el sexenio anterior, cuando el Ejecutivo Federal tendía puentes de diálogo con su discurso para luego dinamitarlos con sus hechos, ahora sí vemos un encuentro real entre todas las diversas fuerzas si no políticas y sociales, por lo menos partidistas.
Porque aún con sus contratiempos, aún en contra de los viejos reflejos ideológicos de diversos líderes partidistas, el Pacto por México ha rendido frutos valiosos. Su impacto ha traspasado fronteras: incluso lo han elogiado figuras internacionales de diversas tendencias ideológicas, como Barack Obama o José María Aznar, y reconocidos líderes académicos, entre ellos el rector de la UNAM, doctor José Narro.
No obstante, la gran limitante del Pacto es que sus acciones son instrumentadas en su gran mayoría a través de los Poderes de la Unión, preponderantemente el Legislativo y el Ejecutivo, por lo que una gran cantidad de cambios indispensables para el desarrollo del país quedan fuera de su esfera de acción.
Por ello, hemos elaborado la propuesta de que este instrumento de diálogo y acuerdo sea reproducido en cada uno de los estados, con el concurso de los partidos (incluyendo los diversos partidos locales que hay en varias entidades) y subsanando el yerro de cargar todo su peso en los mismos, para abrir muchos más espacios a organismos de la sociedad.
Con ello, se abrirá la posibilidad de que se consoliden acuerdos de alto impacto con dedicatoria a estados, a regiones, a ciudades y zonas rurales.
Además -así como durante la larga transición a la democracia los ayuntamientos y los gobiernos estatales fueron punta de lanza, combatiendo las posiciones centralistas y cupulares- como sociedad ahora también podemos lograr dar a lo local el lugar protagónico que merece en el desarrollo nacional.
No obstante el carácter positivo de este esfuerzo, es necesario señalar que para ser efectivos los pactos locales tendrán que ser prioritarios y no exponerlos al chantaje de politiquillos que por encima del bien general buscan el beneficio particular, partidista o personal, como ya se ha visto que puede suceder.
Por todo ello, tener 32 pactos, e incluso algunos más en determinadas ciudades, también constituirá una escuela de ciudadanía que irá educando a las nuevas generaciones en el diálogo, el encuentro y la tolerancia. Se daría así un impulso decisivo para solucionar las demandas sociales desde un esfuerzo de corresponsabilidad política, lejos de las filias y fobias que emanan de las posiciones ideológicas o de las coyunturas electorales.