POR: Andrés Timoteo
Ha ocurrido un milagro navideño en Córdoba: al alcalde Tomás Ríos Bernal se le cayeron las ‘bolas’, pero no sean mal pensados, porque no se habla de un asunto físico, sino porque el Edil por fin se deshizo del adefesio que ponía como Árbol Navideño -lleno de esferas mal hechas y peor adornadas- en el parque 21 de Mayo y optó por un pino tradicional, cónico y verde. Claro, no es un árbol modelo ni mucho menos digno de la ciudad, pero al menos no es un esperpento como el colocado las navidades anteriores.
Hoy viernes, según se anuncia, se hará la ceremonia del encendido de la iluminación navideña. Otra buena noticia es que por vez primera la ciudad tendrá una pista de hielo para que la ciudadanía, principalmente niños y jóvenes, puedan patinar, experimentar ese deleite de deslizarse sobre un espejo congelado. Dicho espacio también se inaugura hoy y es una buena idea de quien dirige el Ayuntamiento. Vaya, un punto a favor del Edil. Va bien así, rumbo a despojarse del traje del Grinch que cada año se ponía para robarse la Navidad de los cordobeses.
Así, llega ese ambiente tan especial que anticipa la Fiesta de la Natividad, una de las épocas más bellas del año, no por los regalos ni las fiestas –que son algo importante para la mayoría de las personas, pues no se puede escapar de los hábitos pro americanos- sino porque es un tiempo de convivencia familiar, vecinal y amical. Son días de fiesta, pero también de reflexión, de balance de vida, de propósitos para ser mejores personas y lo más importante, de anteponer la buena voluntad para con el semejante.
Pero antes de todo eso, está el deber de hacerle fiesta a la Virgen de Guadalupe. En México, se dice que el 90 por ciento de los habitantes son católicos, pero el 100 por ciento son guadalupanos. Así, desde ayer también comenzaron las peregrinaciones en todos los pueblos, colonias, rancherías y ciudades. Desde cada rincón se camina a todos los santuarios de La Patrona, sean grandes o pequeños, sea una Basílica o una Ermita, lo importante es visitar a la Divinidad. Y muchos ya caminan hacia el Centro del País, hasta el cerro del Tepeyac, para depositar en su regazo las penas, peticiones, dolores y agradecimientos.
Muchos regresarán corriendo, trayendo una antorcha encendida que prendieron de las veladoras que arden a los pies de la Guadalupana y con ellas alumbrarán las misas de gallo el próximo 12 de diciembre en cada templo o capilla que también se vestirá de gala para festejarla. Ese es el México profundo, el que se moviliza en todo el País por la fe. Ni ingenuidad ni superstición ni fanatismo, es la cultura sincretizada durante cientos de años, la identidad de un pueblo que le hace fiesta a lo que considera sagrado. A disfrutar, pues, las fiestas.
PREMIO FATUO
Por cierto, hablando de Las Patronas, las mujeres que desde hace años se organizan para asistir con agua y alimentos a los migrantes centroamericanos que pasan por la zona Centro a bordo del tren carguero, llamado La Bestia, éstas no alcanzaron a ser galardonadas con la medalla “Adolfo Ruiz Cortines”, que el sábado será otorgada en el Congreso Local. Ellas quedaron en segundo lugar con 17 votos contra 30 sufragios a favor, de las organizaciones y colectivos dedicados a la búsqueda de personas desaparecidas.
Vaya que los Diputados Locales se rompieron la cabeza dilucidando quién se merecía ese reconocimiento que lleva el nombre de un exPresidente originario de Veracruz y quien se distinguió por su austeridad republicana, se otorga –de acuerdo a los lineamientos- a las personas que hayan brindado un servicio valioso a la sociedad. Las organizaciones homenajeadas serán: la Red de Madres Veracruz, Colectivo Orizaba-Córdoba, Solecito Veracruz, Familiares en búsqueda-Coatzacoalcos, Solecito-Córdoba, Familias en Búsqueda, María Herrera AC-Xalapa, Familiares Enlaces-Xalapa, Solecito Cardel y Buscando Nuestros Desaparecidos y Desaparecidas Veracruz.
La decisión para honrar a esos activistas es redituable mediáticamente, pero en realidad es un galardón fatuo porque las madres y demás familiares de las personas desaparecidas no necesitan premios sino acciones de Gobierno para su causa, para encontrar a sus seres queridos o por lo menos obtener certeza si están vivos o muertos. El Poder Legislativo puede hacer que se destrabe el aparato judicial –apalancado durante los últimos dos sexenios para que no operara- y que los activistas encuentren respuesta a su demandas
A los buscadores de personas desaparecidas no les sirven ni la medalla ni el diploma, porque no es un mérito buscar a sus seres queridos sino una reacción desesperada ante la inacción oficial Ninguno de ellos agarró la pala y la excavadora para ganarse un homenaje del Congreso Local. Ni los halagos ni los aplausos, ni los discursos ni las lisonjas, ni los teatros, sustituyen la verdadera ayuda. Lo que deberían estar haciendo los diputados es armar el esquema para obligar al Poder Ejecutivo para que llame a cuentas al exFiscal y al exSecretario de Seguridad Pública, así como los colaboradores de ambos, que fueron expertos en criminalizar a las víctimas.
¿Qué caso tiene entonces darles una medalla a los padres o familiares de los desaparecidos? Eso no alcanza ni para el consuelo, sobre todo cuando el problema de las personas que han sido víctimas de desaparición forzada es sumamente grave. Se estima –pues no hay cifras concretas- que en los últimos seis años desaparecieron 2 mil 300 personas. En promedio, durante el actual sexenio al menos una persona desapareció diariamente.
Resumiendo, pues hay que repartírselo a los diputados para que entiendan, las medallas y los aplausos no resuelven nada. El premio fatuo debería ser otorgado a otra persona, a un artista o a Las Patronas, que ellas si requieren publicidad y reconocimiento. A los familiares de los desaparecidos hay que otorgarles resultados de Gobierno y acciones judiciales.
A LEVANTAR LAS MANOS
Ayer fue el Día Mundial de Lucha contra el Sida, enfermedad que sigue siendo una pandemia en el Orbe. Pese a que hay avances en el rubro de detección del contagio del Virus de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH) y del tratamiento a pacientes portadores del virus o con el síndrome desarrollado, el problema sanitario es global y es enorme. Hoy los adolescentes y mujeres jóvenes son los núcleos más vulnerables, como advierte el reporte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En las estadísticas se tienen que hasta enero de este año, 37 millones de personas en el mundo vivían con el VIH, pero solo 18.2 millones tenían acceso a una terapia antirretrovírica, es decir, a tratamiento medicinal para controlar el virus. Es necesario reforzar campañas de prevención, detección y tratamiento. En México, el Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH/Sida (Censida), reportaba hasta diciembre del 2015 una población infectada de 200 mil personas -cada año se agregan 11 mil personas a estadística –y de ellas solo 125 mil tienen acceso a tratamiento.
Las otras 75 mil no saben o no se atienden medicinalmente y carecen de calidad de vida, pronóstico de muerte temprana y también alta posibilidad de contagiar a otras. De ahí la campaña llamada “Levantemos las manos contra el VIH/Sida”, informando, compartiendo, acompañando y apoyando a grupos vulnerables, pacientes y organizaciones. La tarea es de todos.
Veracruz es un caso especial y de emergencia, ya que además de que ocupa el tercer lugar en número de seropositivos –hasta diciembre del 2015 tenía un registro oficial de 22 mil 790 casos- también está el problema de la corrupción gubernamental que afectó los servicios de Salud.
Hay que recordar que se detectó un fraude en la compra de 70 mil pruebas falsas para detectar el VIH en mujeres embarazadas.
Con eso se robaron 9 millones de pesos, pero habría provocado un daño irreparable a mujeres y niños neonatos, engañados por los test aplicados y seguramente portadores, sin saberlo, de virus. La población que depende de las jurisdicciones sanitarias de Cosamaloapan, Xalapa y Córdoba, es la más afectada, pues en ellas se aplicaron esos exámenes apócrifos para detectar el virus. Un crimen de lesa humanidad.